Miles de inmigrantes judíos de Etiopía bloquearon la principal autopista de Tel Aviv en su segunda protesta en cuatro días contra la excesiva violencia de los agentes de la Policía contra miembros de la comunidad y la discriminación por parte de las autoridades.
La protesta terminó con disturbios ya que la policía israelí comenzó a dispersar a los manifestantes con balas de goma y hombres a caballo.
Los manifestantes cerraron primero los accesos a la autopista Ayalón, que cruza Tel Aviv de norte a sur, y posteriormente tomaron posiciones entre dos cruces principales, bloqueando la vía en ambas direcciones a la hora de la salida de los trabajos, informó la Policía.
En un juego de palabras en hebreo, corearon el eslogan de "Ni negros, ni blancos... todos somos seres humanos", mientras alzaban sus manos cruzadas en un paralelismo con recientes arrestos policiales de miembros de esa comunidad.
Se trata de la segunda manifestación en cuatro días de una comunidad que dice estar harta de la discriminación oficial, de haber sido segregada en guetos y que es víctima de un comportamiento policial mucho más violento de lo habitual.
Las tensiones estallaron el pasado 26 de abril con la difusión por internet de un vídeo casero en el que dos agentes policiales blancos arrestaron violentamente y con un excesivo uso de la fuerza a un emigrante etíope en la ciudad de Holón.
La víctima, soldado del Ejército de Defensa de Israel (Tzáhal) y que iba de uniforme cundo la policía cerró una calle por un objeto sospechoso, fue brutalmente golpeado y sin que mediara razón aparente más que el haber preguntado a qué se debía el retén.
"Los hechos que se reflejan en el vídeo no están a la altura de los valores de la Policía", dijo entonces un portavoz policial, que aseguró que los dos agentes habían sido apartados de sus funciones y estaban bajo investigación.
Sin embargo, la comunidad etíope, de las más pobres de Israel, lo ha interpretado como la gota
que colmaba el vaso, y desde entonces prosiguen sus protestas.
El jueves pasado lo hicieron en Jerusalén, en una violenta manifestación que recorrió las principales calles de la ciudad y que acabó con un balance de quince heridos, doce manifestantes y tres agentes.
Ni las promesas del primer ministro, Biniamín Netanyahu, ni del ministro de Seguridad Interior, Itzhak Aharonovich, ni las del jefe de la Policía, Yohanan Danino, han servido para calmar los ánimos.
"La Policía cree que está desconectada de la población", se quejó Avi, un joven etíope que denunció la constante discriminación de su comunidad.
"El 70% de los etíopes han sido concentrados en guetos en 17 localidades, creando tensiones con el resto de la población, y desde que nos colocaron allí no se acuerdan más de nosotros", agregó.
Dani Adino Abeba, un periodista del rotativo Yediot Aharonot y miembro de esa colectividad, escribe que la queja contra "la violencia policial es sólo la punta del iceberg", y que las protestas de los últimos días son "un hartazgo acumulado durante los últimos 30 años" en los que el resto de los israelíes nunca les han visto realmente "como iguales".
Los judíos etíopes, descienden, según algunas interpretaciones más románticas que reales, de los amoríos del bíblico rey Salomón con la reina de Saba.
Llegaron a Israel en dos puentes aéreos secretos en las pasadas décadas de los ochenta y noventa.
Por las astronómicas diferencias culturales y el color diferente de su piel, la aclimatación de esta comunidad resultó en un rotundo fracaso por parte de las autoridades, con índices de alcoholismo, violencia familiar, desempleo y pobreza de los más altos del país.
Treinta años después, los manifestantes que esta semana han alzado su voz pertenecen a la segunda generación, es decir, nativos israelíes que han prestado servicio en el Ejército y que están guiados por un grupo de jóvenes dirigentes con estudios universitarios y conocedores de sus derechos ciudadanos.
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