«Jesús sacia nuestra hambre de infinito»

«Jesús sacia nuestra hambre de infinito»

El Papa durante el Ángelus: Cristo obliga a elegir entre «estar con Él o separarse»; es necesario preguntarse «¿quién es Dios para mí?». Llamamiento a la pacificación en Ucrania: respetar los acuerdos

Por DOMENICO AGASSO JR

CIUDAD DEL VATICANO

Cada uno de nosotros debe antes de nada preguntarse: “¿Quién es Cristo para mí?”. Porque “todo lo que tenemos en el mundo no sacia nuestra hambre de infinito”, que sin embargo encuentra su alimento en Jesús. Pero el Hijo de Dios “no atenúa sus palabras”, al contrario, obliga a tomar una decisión: “Estar con Él o separase de Él”. Es necesario limpiarse “de las incrustaciones mundanas y de los miedos”. Lo ha dicho el papa Francisco durante el Ángelus de hoy en la plaza de San Pedro. 


El Pontífice ha reflexionado sobre la última parte de la lectura “del capítulo sexto del Evangelio de Juan con el discurso sobre el 'Pan de la vida', pronunciado por Jesús al día siguiente del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Al final de aquel discurso –ha recordado-- el gran entusiasmo del día anterior se apagó porque Jesús dijo ser el Pan bajado del cielo y que habría dado su carne como comida y su sangre como bebida, aludiendo así claramente al sacrificio de su misma vida”. Estas palabras “suscitaron desilusión en la gente que las juzgó indignas del Mesías, no 'ganadoras'”, ha subrayado el papa Bergoglio. 

“Así algunos miraban a Jesús –ha continuado-- como un Mesías que debía hablar y actuar en modo que su misión tuviera éxito. ¡Inmediatamente!”. “Pero precisamente por esto se equivocaban –ha precisado Francisco-- en el modo de entender la misión del Mesías. Incluso los discípulos no consiguieron aceptar aquel lenguaje inquietante del Maestro. Y el texto de hoy hace referencia a su malestar: “¡Esta palabra es dura! --decían-- ¿quién puede escucharla?”.

Pero el Papa ha explicado: “En realidad, ellos habían entendido el discurso de Jesús. Tan bien lo habían entendido que no querían escucharlo porque era un discurso que ponía en crisis su mentalidad. Siempre las palabras de Jesús nos ponen en crisis, ante el espíritu del mundo, a la mundanidad. Pero Jesús ofrece la llave para superar la dificultad; una llave hecha de tres elementos”. 

El primero: “Su origen divino: Él ha bajado del cielo y subirá “allí donde estaba antes”. 

El segundo: “Sus palabras se pueden comprender sólo a través de la acción del Espíritu Santo, Aquel “que da la vida”. Y es precisamente el Espíritu Santo el que hace comprender bien a Jesús”. 

Por último: “La verdadera causa de la incomprensión de sus palabras es la falta de fe: “Entre vosotros hay algunos que no creen”. En efecto, desde ese momento, “muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”.  Ante estas “defecciones, Jesús no hace descuentos y no atenúa sus palabras, aún más obliga a realizar una elección precisa: o estar con Él o separarse de Él, y dice a los Doce: “¿También vosotros queréis iros?”. 

Entonces, “en este momento Pedro hace su confesión de fe en nombre de los otros Apóstoles: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna”. El Pontífice ha subrayado que San Pedro no dice: “¿dónde iremos?”, sino “¿a quién iremos?”. El problema de fondo no es ir y abandonar la obra emprendida, sino a quién ir. De esa pregunta de Pedro, nosotros comprendemos que la fidelidad a Dios es cuestión de fidelidad a una persona, con la cual nos unimos para caminar juntos por el mismo camino. Y esta persona es Jesús. Todo lo que tenemos en el mundo no sacia nuestra hambre de infinito. ¡Tenemos necesidad de Jesús, de estar con Él, de alimentarnos en su mesa, con sus palabras de vida eterna!”. Creer en Dios “significa hacer de Él el centro, el sentido de nuestra vida. Cristo no es un elemento accesorio: es el “pan vivo”, el alimento indispensable. Unirse  a Él, en una verdadera relación de fe y de amor, no significa estar encadenados, sino ser profundamente libres, siempre en camino”. Después, el Papa ha pedido un breve silencio para que cada uno respondiera a la pregunta fundamental: “¿Quién es Jesús para mí? ¿Es un nombre, una idea, solamente un personaje histórico? ¿O es de verdad esa persona que me ama, que ha dado su vida por mí y camina conmigo?”. 

Francisco ha invocado a la Vírgen María para que “nos ayude a “ir” siempre con Jesús para experimentar la libertad que él nos ofrece, y que nos permite limpiar nuestras opciones de las incrustaciones mundanas y de los miedos”. 

Después del Ángelus, Francisco ha revelado que “con profunda preocupación, sigo el conflicto en Ucrania oriental, que se ha exacerbado nuevamente en estas últimas semanas”. Y ha renovado el  “llamamiento a fin de que se respeten los compromisos asumidos para llegar a la pacificación, y con la ayuda de las organizaciones y de las personas de buena voluntad, se responda a la emergencia humanitaria en el país. Que el Señor conceda la paz a Ucrania, que se prepara a celebrar mañana la fiesta nacional. ¡Que la Virgen María interceda por nosotros!”. 

Después ha invitado de nuevo a preguntarse: “¿Quién es Jesús para mí?”.

En conclusión: “A todos os deseo un buen domingo. Y por favor, ¡no olvidéis rezar por mí! ¡Buen almuerzo y hasta la vista!”.

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