Jesús de Nazaret, Óscar Romero, el Pueblo y los obispos españoles

"¿Se puede entender que ahora se inhiban y se atrevan a deslegitimar la beatificación, y al Papa?"

La vida personal de cada uno tiene una dimensión pública.Somos con los otros y para los otros. Si esta condición nos es natural, nadie puede decir que se libra de ella como si no viviera en sociedad: "Yo soy asocial, soy apolítico". 

Lógicamente, cada uno trata de valorar y decidir por qué modelo de sociedad y de política apuesta. Pero a esta apuesta le preceden unos principios que heredamos y cultivamos y que, en medio de nuevos conocimientos, nos guían e impulsan hacia un mayor reconocimiento de la dignidad y derechos de todos.

En el siglo XXI y en el 23 de mayo de 2015,ha sido beatificado el obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, en una sociedad atravesada por desigualdad e injusticias radicales: un puñado de familias, las más ricas y opulentas, dominaban El Salvador y decidían la suerte de semiesclavitud y empobrecimiento de mayorías populares. Tal situación era antinatural e inhumana. No obstante , la defendía el Gobierno de Estados Unidos. Querer cambiarla atentaba contra los intereses de esa minoría que los tenía sacralizados como un nivel de vida intocable, justificado además por una visión y fe cristianas.

En esa sociedad convivían todos los salvadoreños, pero con suerte y destino contrapuestos. El obispo Romero estaba en medio, como Pastor de todos, podía aliarse con los de arriba o los de abajo, pero no con los dos a la vez. La neutralidad ante la justicia es imposible. O mejor, sí que podía estar con los ricos, pero contra su riqueza; y con los pobres, a favor de la liberación de su pobreza. Lo cual resultaba necesariamente conflictivo, pues los ricos se hacen ricos a base de empobrecer a otros, y los pobres son hechos pobres por la avaricia y explotación de otros. El efecto de la pobreza es causal. De modo que su no neutralidad, le atraía el odio de unos y el amor de otros.

Y porque Romero tenía entrañas, vio, escuchó, sintió el dolor de su pueblo, lo acompañó en su humillación y miseria y se puso de su lado, fue la voz profética que un día y otro denunciaba los abusos y crueldades de los poderosos, la falsedad e hipocresía de su fe cristiana. Aplaudido por unos y sentenciado a muerte por otros:

Los sumos sacerdotes y los letrados intentaban quitarlo de en medio, y lo mismo los notables del pueblo, pero no encontraban modo de hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de su labios" (Luc 16,47-48).

A la condena, se sumaron compañeros suyos del obispado, allí en El Salvador y en la curia romana del Vaticano, que manifestaron estar con el poder y no con la justicia:

"¡Pobre Pastor glorioso, abandonado por tus propios hermanos de Báculo y de Mesa...! (Las curias no podían entenderte: ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo) " (Pedro Casadáliga).

Y no hace 35 años, sino hoy, en un 23 de mayo del 2015, cuando por su santidad martirial, ya el pueblo lo había proclamado "San Romero de América ", obispos de la Iglesia católica y de la Madre patria, lo ignoraron y lo abandonaron : ni un solo obispo español fue a su beatificación, porque pensaron ser cómplices de asistir a un "acto político".

La complicidad del obispo Romero fue con el Evangelio, con Jesús de Nazaret, quien como si quisiera advertirle dijo: "Estos han hecho de mi casa de oración una cueva de ladrones; se comen los bienes de las viudas so pretexto de largos rezos; es más fácil que entre un camello por el ojo de una aguja, que no que entre un rico en el Reino de Dios; vuestro emcumbrarse entre los hombres, le repugna a Dios; cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía; a vosotros, juristas y fariseos, se os pedirá cuenta de la sangre derramada de los profetas; ay de vosotros que pasáis por alto la justicia y el amor; apartaos de mi malditos, porque cada vez que dejasteis de atender a uno de estos más humildes, dejasteis de hacerlo conmigo".

Obispos que siempre han predicado y exigido la obediencia a sus fieles, que han requerido seguimiento incondicional a las enseñanzas y mandatos del Papa, ¿se puede entender que ahora, ante la beatificación de un testigo excepcional del Evangelio, universalmente reconocido, se inhiban y aleguen pueriles pretextos y, lo que es peor, se atrevan a desligitimarla con su huida cuando su autoridad máxima, el Papa Francisco, con acierto y aplauso de la cristiandad, le reconoce el título que ya el pueblo le había concedido?

¿No será que, en el fondo, Jesús de Nazaret se equivocó y no debió anunciar el Reino de Dios o, lo que es lo mismo, fue falso lo que en la sinagoga de su pueblo proclamara: "El Señor me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres, anuncie la libertad a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos?" (Lc 4, 18-19).

En realidad de verdad, Jesús de Nazaret, sin ser político partidista, demostró ser político, político comprometido con la vida y suerte de su pueblo, un político universal, artífice de una nueva sociedad, cuyo proyecto de justicia, fraternidad y amor, era válido para ser puesto como fermento en todo tipo de política, en la seguridad de que unos lo acogerían y otros lo rechazarían.

Jesús no fue un ermitaño, ajeno a las vicisitudes de su sociedad. Ante el proyecto civil y religioso imperantes, él fue claro, habló, enseño y actuó públicamente . Y así, su palabra resulto ser como espada metida en el corazón de la sinagoga y del imperio, los hizo tambalear e hizo que sus representantes se confabularan contra él y sentenciaran: este hombre no nos conviene, hay que eliminarlo. Y lo crucificaron.

¿Por un acto político? ¿Acaso debiéramos haber desoído a Jesús y abandonarlo, para seguir a no sé qué otro Jesús?

La beatificación del obispo Romero, ¿qué fue? ¿Por qué se hizo?

Dejo la respuesta al mismo Jesús de Nazaret:

"No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Seréis amigos míos, si haceis lo que os mando" ( 14,12-15). "No perteneceis al "mundo", os saqué de él y porque no perteneceis a él, os odia; a mí me han perseguido, lo mismo harán con vosotros, y el caso que han hecho de mis palabras, lo harán de las vuestras. Os tratarán así por causa mía. " (Jn 14, 18-22). "Es más, llegará el día en que os maten , pensando que así dan culto a Dios" (Jn 16,1-2).

OSCAR ARNULFO ROMERO

Seguidor Jesús, discípulo suyo, obispo, profeta y mártir 

declarado dichoso y bienaventurado, santo,

por la Cristiandad, el Papa Francisco

y el mismo Jesús de Nazaret:

"Dichosos vosotros cuando os insulten, os persigan y os calumnien de cualquier modo por causa mía. Estad alegres y contentos, que Dios os va a dar una gran recompensa, porque lo mismo hicieron a los profetas que os han precedido" (11-12).

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