Luego de una jornada electoral histórica en la derecha y la izquierda estuvieron mano a mano, el primer ministro israelí y jefe de Likud, Benjamín Netanyahu, se proclamó vencedor y brindó un fuerte discurso en el que prometió un gobierno fuerte y pidió "una Jerusalem sin divisiones".
Por su parte, el líder de Unión Sionista, Isaac Herzog, consideró la elección como "extraordinaria" para su partido y llamó a los partidos pequeños a unirse a una coalición "socioeconómica" encabezada por su partido. Algunas horas después de que las urnas se cerraran, los resultados arrojaron que el Likud logró una mínima ventaja sobre la Unión Sionista, su mayor contendiente, con 28 plazas en la Knesset (parlamento israelí) frente a 27. "Contra viento y marea, esta fue una gran victoria para el Likud", afirmó Netanyahu.
Y añadió: "Esta victoria fue aún más importante para la gente de Israel". Mientras que la lista conjunta arabe-israelí logró 13 lugares en la próxima Knesset (Parlamento Israelí). Yesh Atid quedó cuarto con 12 posiciones a lo que su líder Yair Lapid aseguró que su partido es "una fuerza política que está para quedarse". Le siguieron Kulanu 10, Casa Judía 8, Shas 7, UTJ 6, Meretz 5 e Israel B 5.
Los resultados oficiales recién se le presentarán al presidente Reuven Rivlin el 25 de marzo. En tanto que el Presidente de Israel, Reuven Rivlin, dijo que trabajará para conformar un gobierno de unidad nacional. Estas elecciones resultaron históricas no sólo por lo reñido del resultado, sino también porque se registró la mayor cantidad de vtantes en Israel en los últimos 16 años.
Es que un 71,8 por ciento del padrón votó hoy en las elecciones y se constituye en la más alta participación electoral desde 1999. La repercusiones por las elecciones israelíes no tardaron en llegar al mundo. Fue así que Estados Unidos se hizo eco y desde la Casa Blanca aseguraron que el presidente estadounidense, Barack Obama, "puede trabajar con quien sea que gane las elecciones".
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