La insólita rebelión de curas y fieles por no poder dar y recibir la comunión en la boca

La insólita rebelión de curas y fieles por no poder dar y recibir la comunión en la boca

El rector del seminario -que luego renunció-, alrededor de la mitad de los 80 sacerdotes diocesanos y un grupo de fieles se resisten a la comunión en la mano como indica el protocolo sanitario por el Covid-19. El obispo tuvo que cerrar el seminario.

Sergio Rubin

La disposición de que la comunión solo puede darse en la mano, y no en la boca, como parte del protocolo de prevención del coronavirus para las prácticas religiosas, provocó una sorpresiva rebelión en parte del clero y los fieles de la diócesis de San Rafael, Mendoza, que llevó al obispo, Eduardo Taussig, a cerrar el seminario diocesano.

La rebelión fue protagonizada por el rector del seminario, el padre Alejandro Miquel Ciarrocchi –que finalmente renunció -, alrededor de la mitad de los 80 sacerdotes diocesanos y un número indeterminado de fieles, que -en un hecho sin precedentes- llegaron a protestar frente al seminario, rezando de rodillas.

La manifestación determinó la intervención de la Justicia y que el fiscal Fabricio Sidotti imputara a su organizador, Fernando Álvarez, por “violación de medidas contra epidemia” establecidas en los decretos provinciales y nacionales, un delito que tiene una pena de prisión de seis meses a dos años.

Al anunciar el cierre del seminario -que cuenta con 39 alumnos- el obispado informó que la drástica media -que se efectivizará a fin de año- "sigue las instrucciones precisas emanadas de la Santa Sede” y que los seminaristas serán reubicados en otros seminarios tras un “camino de discernimiento”.

La diócesis de San Rafael se convirtió en la etapa en que fue obispo monseñor León Kruk –entre 1973 y 1991- en un bastión ultraconservador que pese a los posteriores intentos de la Iglesia argentina no pudo ser totalmente aggionada, si bien solo parte del clero y los fieles son parte.

La ultraortodoxia que encaraba Kruk –junto a sacerdotes nacionalistas como el padre Alberto Ezcurra- llegó a ser muy atractiva para quienes querían la “seguridad” de una doctrina severa y reglas estrictas, a tal punto que en los ’80 el seminario se convirtió en el más numeroso del país.

De hecho, quienes protestaron delante del seminario anunciaron que iban a rezar “para que por la intercesión de sus fieles servidores, monseñor León Kruk y el padre Alberto Ezcurra, el Señor conceda amparo y fidelidad a los seminaristas, formadores y todo el clero y comunidad católica de San Rafael”.

La diócesis de San Rafael también acogió al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), fundada por el sacerdote argentino Alberto Buela, una comunidad muy conservadora que abrió allí uno de sus seminarios y recibió muchas vocaciones sacerdotales y religiosas, pero no se sumó a la protesta.

Al empezar a flexibilizarse la cuarentena, el obispo Taussig dijo que en la nueva etapa solo era posible comulgar con la mano hasta que terminara la emergencia sanitaria y les rogó “encarecidamente que no hagan violencia a los sacerdotes o ministros solicitando la comunión en la boca”.

“Suplico que no los pongan ante el durísimo dolor de, por obedecer a la iglesia y las normas vigentes, no poder darles la comunión”, pidió. Y completó: “Si alguno no está en condiciones de recibir la comunión en mano, sepa que no está obligado a hacerlo y puede hacer la comunión espiritual”.

Por su parte, el vocero del obispado, el padre José Antonio Álvarez, consideró que la protesta “no es la forma de manifestarse. Uno puede disentir y solicitar, pero hay caminos para hacerlo. No se puede pretender algo que está prohibido por la ley civil. Y la restricción de derechos constitucionales en pandemia es legítima”. ".

El sacerdote señaló que "hace un mes, o un poco más, no podíamos siquiera participar de la misa porque hay una pandemia” y que luego "avanzando en este tiempo de mayor flexibilización el Gobierno nacional dispuso que se podían hacer reuniones, entre otras las religiosas, con un máximo de 10 personas”.

“Nos pareció muy poco. Entonces todos: católicos, musulmanes, judíos y evangélicos, pedimos al gobernador un mayor número. Rodolfo Suarez convocó a todos los líderes religiosos y se acordó llegar a 30 personas como máximo con un mínimo de ocupación del 25% de cada lugar", contó.

Agregó que “e acordó que se optara por dar la comunión en la mano que es una de las dos formas legítimas en la que se recibe la eucaristía en la Iglesia Católica. Es una decisión momentánea. A algunos no les gusta, pero no es obligatorio. Es un bien mayor recibir la Eucaristía antes que no recibirla".

"Dar la comunión en la mano se consideró como la única forma menos riesgosa frente la posibilidad de contagio. No hay diferencia entre darla en la boca o en la mano. Sólo hay motivaciones simbólicas", finalizó el vocero eclesiástico.

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