Iglesias evangélicas prosperan en RD Congo, un país tradicionalmente católico

Iglesias evangélicas prosperan en RD Congo, un país tradicionalmente católico

En la bulliciosa ciudad de Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo, una calle cercana al centro está repleta de negocios que venden púlpitos para los predicadores evangélicos que se multiplican en un país tradicionalmente católico que el papa visitrá el martes.

"Los pastores vienen aquí" cuenta el vendedor Frederic Kimbaya, que especifica que la mayoría son evangélicos. "Es un buen negocio", afirma.

Desde la década de 1990 las iglesias evangélicas ganan popularidad en República Democrática del Congo, con un mensaje dirigido a los pobres en este país de cerca de 100 millones de habitantes.

El catolicismo ha sido tradicionalmente la religión mayoritaria en este inmenso país del centro de África, que se independizó de Bélgica en 1960.

Pese a su inmensa riqueza de minerales, este país es uno de los más pobres del mundo. Cerca de dos tercios de la población vive con menos de 2,15 dólares al día, según el Banco Mundial.

Gauthier Muzenge Mwanza, un sociólogo de la Universidad de Kinshasa, afirma que la prolongada crisis social y política del país explica esta proliferación de las iglesias evangélicas.

El declive del catolicismo también tiene su origen en el gobierno dictatorial de Mobutu Sese Seko, que dirigió el país entre 1965 y 1997.

El dictador alentó a los pastores evangélicos para debilitar el poder de la Iglesia Católica, una fuerza independiente en el país que muchas veces unificó a la oposición contra Mobutu.

"Cualquiera puede fundar una iglesia", dice Mwanza, ya que no existe ninguna restricción legal.

- Milagros y dinero -

Actualmente, muchos líderes evangélicos del Congo se autoproclaman arzobispos y profetas, algunos incluso se consideran apóstoles.

Son elocuentes y están vestidos de forma impecable. Algunos incluso tienen sus propios canales de televisión.

La mayoría también promete a su congregación una vida mejor, dinero o incluso el amor, según Mwanza.

Lo único que se pide a los fieles es que recen, que bailen y que entreguen donaciones al predicador.

Sin embargo, el cientista político Christian Ndombo Moleka afirma que algunos de los católicos convertidos a los cultos evangélicos están comenzando a volver a la iglesia de Roma, ya que los milagros prometidos por su fe adoptada tardan en concretarse.

Las iglesias revivalistas - una corriente protestante que creen en un despertar religioso - están viviendo una crisis comparable a su antiguo auge, explica, ya que cada vez más personas cuestionan su conducta moral, su política y su "relación con el dinero".

Pese a todo, las iglesias evangélicas siguen estando por toda la ciudad de Kinshasa, una megápolis cuya población se estima en 15 millones de personas.

Es difícil hacer una estimación de su número exacto. Pero el año pasado un diputado congoleño presionó para cerrar 10.000 iglesias acusadas de corrupción.

- "lobos" -

Emie Kutino, una predicadora elegantemente vestida, rechaza las acusaciones de que las iglesias revivalistas estén orientadas al bolsillo de sus fieles.

Hay "lobos" que explotan la miseria de la gente tanto entre los evangélicos como entre los católicos, dice.

"También están las verdaderas, que hacen un gran trabajo", agrega Kutino, que tiene una licenciatura en teología, un domingo antes del servicio religioso.

El marido de Kutino, Fernando, es el fundador del "Ejército de la Victoria" en Kinshasa, que es una de las iglesias revivalistas más antiguas de la ciudad.

Él fue encarcelado entre 2006-2014 por cargos por posesión de armas y ahora vive en Francia tras sufrir un infarto.

Emie Kutino afirma que estos cargos fueron motivados por razones políticas, ya que su esposo criticó al gobierno que estaba en el poder.

"Si no fuera por la presencia de las iglesias, este país se desmoronaría", dice señalando los estragos del prolongado conflicto en el este del Congo.

"Pero rezamos y en la iglesia le podemos ofrecer algo a la viuda y al huérfano", agrega.

Kutino no es católica pero afirma que la visita del papa el 31 de enero va a ser una "bendición" que puede impulsar la paz.

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