La historia amenazada

Una capilla construida por los Jesuitas en el 1700 a punto de desaparecer. Administrado actualmente por la Fundación Mercedes Sosa, se reclama por el estado en que se encuentra el lugar. Instalaciones barrocas al borde del colapso. El saqueo de objetos históricos

POR JUAN JOSÉ PFEIFAUF

Ubicada en el barrio de San Telmo, en el mismo complejo residencial que se encuentra la Iglesia homónima, la capilla Nuestra Señora del Carmen, Patrimonio Histórico nacional y de Buenos Aires, está próxima a derrumbarse. Sus instalaciones barrocas, al borde del colapso, requieren de una restauración urgente, según explican los arquitectos. En ese lugar, actualmente administrado por la Fundación Mercedes Sosa, funcionó un hospital, un colegio, una cárcel para mujeres, un prostíbulo y durante las Invasiones Inglesas fue depósito militar y polvorín.

Luego de forzar la puerta principal de la capilla, la misma se abre perezosamente. El centenario madero cruje luego de ofrecer una importante resistencia. Desde el patio contiguo, una luz rutilante ingresa ligeramente y deja al descubierto la decadencia de la edificación que fuera construida por los jesuitas a mediados del siglo XVlll, luego de que el Cabildo de Buenos Aires vendiera las tierras.

El aire húmedo y viciado no tarda en hacerse presente. Las paredes musgosas de la capilla, los bancos polvorientos, los hierros corroídos y la cúpula manchada distan de ser la sutil obra arquitectónica barroca más importante de San Telmo. El interior tampoco contrasta con el afuera: revoques caídos, musgos, plantas crecidas en el techo jalonan un ambiente tan lúgubre como impensado en una obra que fue declarada Patrimonio Histórico por los estados nacional y de la Ciudad.

“Acá funcionó desde una cárcel para mujeres hasta un hospital y un prostíbulo. Durante las Invasiones Inglesas fue polvorín y depósito de armas. En los últimos tiempos, la Capilla, que más nos preocupa, fue saqueada y sus paredes se están cayendo por la humedad”, explica Agustín Matus, secretario de la Fundación Mercedes Sosa, organización que recibió del Estado las instalaciones en comodato por 200 años para el desarrollo de actividades culturales.

La vetusta edificación, ubicada entre las calles Humberto Primo, San Juan, Balcarce y Defensa, está integrada por la  capilla Nuestra Señora de Belén, la ex Casa de Ejercicios Espirituales y la Residencia que fuera de los Jesuitas hasta 1767, año en que fueron expulsados del país. Actualmente, en las instalaciones correspondientes a la Fundación Mercedes Sosa funcionan las escuelas de teatro La Colmenita y El Descubridor, la Dirección Nacional de Readaptación Social, la Escuela de Servicio Social y la capilla, la que permanece cerrada debido a su deplorable estado edilicio.

El precio de la historia

Luego de que el Cabildo de Buenos Aires vendiera las tierras, los jesuitas comenzaron a mediados del siglo XVlll a construir su magnífica obra en San Telmo. El objetivo: ocupar un territorio no cubierto por otras órdenes religiosas. Con la ayuda de particulares, las numerosas edificaciones que comenzaron a levantarse en 1735 serían usadas con el paso de los años como hospital, polvorín, depósitos de armas y de sal, intendencia de policía, cárcel de deudores y de mujeres, orfanato y prostíbulo. La escritora Victoria Ocampo, Juliana Marino, actual embajadora argentina en Cuba, y la fotógrafa militante Alicia Sanginetti fueron algunas de las mujeres más importantes que conocieron la prisión de San Telmo por sus ideales contrarios a los gobiernos de turno.

El Hermano Andrés Blanqui, constructor del Cabildo y de la mayoría de los edificios coloniales, fue el primer arquitecto encargado de los edificios jesuitas. Diversos motivos convergieron para que las obras fueran terminadas décadas más tarde por iniciativas de otros constructores internacionales.

La Capilla, culminada en 1784 bajo la advocación del Sagrado Corazón de Jesús, fue restaurada erróneamente entre los años 1978 y 1980.  Verdadero patrimonio histórico cultural por sus características barrocas, paradójicamente, está desde hace años en manos de Dios producto de la desidia humana.

En 1992, Daniel Schávelzon y Andrés Zarankin, dos arqueólogos preocupados por confirmar la hipótesis de que la ciudad de Buenos Aires fue fundada por Pedro de Mendoza en la zona de San Telmo realizaron excavaciones en la iglesia, la capilla y la residencia jesuita, alertando en su informe sobre el abandono de las instalaciones: “La gran cúpula de la capilla estaba en origen cubierta por pinturas murales hoy tapadas de color blanco. El estado de preservación es lamentable debido a errores en los arreglos hechos en 1980 al no haberse contratado a restauradores especialistas”. La investigación, también, destaca la relevancia cultural de la obra: “Los valores arquitectónicos son importantes ya que sin duda es uno de los mejores ejemplos del arte del siglo XVlll”.

La Capilla, ubicada en el extremo sur de la antigua Casa de Residencia Jesuita, actualmente desacralizada, es de planta rectangular con sacristía anexa. Está cubierta por una gran cúpula sobre pechinas, con altares barrocos en sus inicios luego modificados por unos neogóticos modernos. En la actualidad, permanece cerrada y ha sido objeto de un saqueo.

El complejo residencial, otrora en manos de los jesuitas y de las Hermanas del Buen Pastor, también cautivó con su armonía edilicia a la prestigiosa cantante Mercedes Sosa:“Mi abuela eligió este sitio para la Fundación, al que visitó en reiteradas oportunidades”, declara Agustín Matus, nieto de la artista fallecida en octubre de 2009, quien, además, explica que gracias a un acuerdo con el ministerio de Justicia, la secretaría de Cultura de la Nación y la Agencia de Administración de Bienes del Estado (ex ONABE) recibieron las instalaciones en comodato  para que funcione el Centro Cultural de la Música Popular Latinoamericana Mercedes Sosa. “Un sueño grande a punto de concretarse”, agrega.

Al quemarse en el cielo la luz del día, como dice la popular zamba escrita por Hamlet Lima Quintana e inmortalizada por Mercedes Sosa, los visitantes del complejo desaparecen paulatinamente. La noche se adueña de Buenos Aires y las tenues luces amarillas de la edificación rememoran las casas iluminadas con velas, las calles resplandecidas por faroles y los viejos tiempos de los jesuitas. Una diferencia grandilocuente separa los momentos históricos: la capilla cerrada y a punto de derrumbarse.

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