“¡Fuerza y para adelante!”, el mensaje del Papa a Macri

“¡Fuerza y para adelante!”, el mensaje del Papa a Macri

Casi una hora duró el coloquio privado entre el Papa Francisco y el presidente argentino, Mauricio Macri, la mañana de este sábado en uno de los salones del Vaticano, en un ambiente “familiar” que alejó el fantasma de los malos entendidos y supuestos distanciamientos.

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ - CIUDAD DEL VATICANO

Fue una audiencia preparada minuciosamente por el gobierno argentino y por el Vaticano. Se cuidó hasta el más mínimo detalle. Se mantuvo lejos a la prensa y a las miradas indiscretas. Finalmente, el resultado fue muy distinto al frío y protocolar encuentro de febrero pasado. El Papa y el presidente argentino dialogaron en privado por casi una hora, esta mañana en la sala anexa al Aula Pablo VI . Sin delegaciones oficiales ni terceros funcionarios. Al final de la conversación, Francisco le dio un mensaje a Mauricio Macri: “¡Fuerza y para adelante!”.

“Familiar”. Con esa palabra se puede describir la esencia de una reunión que generaba más ansiedad en Buenos Aires que en Roma. Todavía se recuerda el gran debate mediático en torno al gesto adusto con el cual apareció Jorge Mario Bergoglio en las fotos oficiales de la audiencia del 27 febrero. Eso y los apenas 22 minutos de duración parecieron ser la prueba de una supuesta molestia del líder católico con el mandatario argentino.

Ahora las cosas cambiaron, desde la preparación. El Papa propuso al presidente viajar con su familia y sostener un diálogo ameno en un salón menos protocolar que el Palacio Apostólico, el despacho del Fungo (Hongo). Por eso Macri estuvo acompañado por su mujer, Juliana Awada, la hija de ambos, Antonia; la hija del primer matrimonio de ella, Valentina, y Agustina, la hija mayor de él.

Ellos, acompañados por el embajador argentino ante la Santa Sede Rogelio Pfirter, ingresaron al Vaticano poco antes de las 10:30 horas de este sábado. Una vez adentro del salón, el pontífice y el mandatario se apartaron a un despacho más pequeño para un diálogo en privado. Ahí, según dijo el propio Macri, “compartieron preocupaciones mutuas” como la realidad de la pobreza en su país y el problema del trabajo. Además abordaron asuntos como el cambio climático, el narcotráfico, los conflictos internacionales y la lucha por la paz.

“Fue una buena reunión, de dos viejos conocidos. Siempre es positivo encontrarse con él y confirmar que es una guía moral para mí. Quería saber sus opiniones sobre lo que hicimos estos meses”, dijo el presidente después de la audiencia, en una rueda de prensa en la sede de la embajada.

El primero en romper el hielo fue el mismo Bergoglio, quien al inicio le preguntó a Macri cómo había ido “la bicicleteada con el cardenal (Mario Aurelio) Poli”. Se refería a la peculiar tarde que pasó el mandatario la víspera con el arzobispo de Buenos Aires. Ambos fueron a pasear en bicicleta por, quizás, la única cliclovía que existe en Roma y que bordea todo el río Tíber hasta salir de la ciudad.

La idea del paseo la había propuesto el mandatario en el vuelo comercial que compartió casualmente con Poli de Argentina a Italia, la noche del jueves. En un momento Macri se alzó de la clase ejecutiva, donde se encontraba, y se dirigió a la sección de turista, donde estaba el cardenal. Se saludaron y dialogaron un rato, ahí el presidente propuso cumplir una añeja promesa pendiente.

Cuando Macri todavía guiaba los destinos de la capital y durante una visita al arzobispado porteño, Poli le confesó que usaba mucho las ciclovías de la ciudad. Entonces el jefe de gobierno lanzó al aire una idea que entonces parecía más un comentario al pasar, propuso al clérigo pedalear juntos en Roma. Cuando Francisco preguntó por la bicicleteada la conversación se hizo más distendida. Después Antonia lanzó tres preguntas al Papa sobre sus padres, sobre si dormía vestido de blanco y qué comía. El Papa se rió mucho y eso aligeró definitivamente la tensión.

“Vine con una agenda de temas que le quería compartir, los dos somos sintéticos y yo vine con mucha información acerca de lo que hicimos estos meses, de cuáles son las preocupaciones que tengo y quería saber sus opiniones. Fue muy útil y a lo largo de esa conversación volví a ratificar que su visión parte de la cultura del encuentro, de la cultura del trabajo que hay que recuperar, que tiene mucho que ver con unir a los argentinos”, explicó el presidente.

Ambos hablaron del plan de infraestructura previsto por el gobierno, que Bergoglio comentó con ojo de ingeniero; de “la verdad sobre la pobreza”, de cómo se pueden recuperar los pueblos del interior mediante el ferrocarril y de la necesidad de “no ceder en la batalla contra el narcotráfico”. También fue tema el desarrollo de la primera infancia, y el Papa volvió a elogiar a la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, “dos personas que están muy al tanto de la pobreza y cuáles son las necesidades”.

Nada se habló sobre una posible visita papal a Argentina, ni de la situación en Venezuela. Si se refirieron a Colombia, donde coincidieron en que la victoria del “no” en el referéndum sobre el acuerdo con la guerrilla debería ser la oportunidad para abrir una nueva negociación que termine con un proceso de paz consolidado.  

Cuando un periodista le preguntó qué diferenciaba el encuentro de hoy de aquel de febrero, el presidente no dudó: “¡Qué fue más larga!”. Y aunque no lo mencionó, otras cosas fueron distintas: La preparación puntual, casi obsesiva, de todos los detalles. La disposición a dialogar más allá de los protocolos y, finalmente, la sonrisa (tímida) del Papa que apareció en la foto.   

Al final, Macri le entregó como obsequio una escultura de estilo moderno, realizada con material de descarte por el artista argentino Alejandro Marmo. Y se sinceró con una frase significativa: “Nosotros vamos a rezar por usted y yo le pido que rece para que Dios me ilumine, para que guíe a los argentinos por el camino correcto”.

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