Francisco invita a ver el pesebre para descubrir la esperanza

Francisco invita a ver el pesebre para descubrir la esperanza

En la última Audiencia antes de Navidad, dijo: quien confía en las propias seguridades, sobre todo materiales, no esperan la salvación de Dios. Llamado a quienes «tienen responsabilidades políticas en el Congo»

ICOPO SCARAMUZZI - CIUDAD DEL VATICANO

«Es importante mirar el pesebre: detenerse un poco y mirar y ver cuanta esperanza hay en esta gente». Es lo que recomendó Papa Francisco durante la Audiencia general antes de Navidad. «el que confía en sus propias seguridades, sobre todo materiales», «no espera la salvación de Dios», dijo Francisco, solamente la «esperanza» en Dios «nos hace caminar en la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con las ganas de ser felices para toda la eternidad». Al final de la Audiencia, el Pontífice dirigió un llamado a los que tienen «responsabilidades políticas» en la República Democrática del Congo, para que «escuchen «la voz de la propia conciencia, sepan ver los crueles sufrimientos de sus compatriotas y les importe el bien común».

« Hoy, a pocos días de la Navidad, quisiera reflexionar de modo más específico sobre el momento en el cual, por así decir, la esperanza ha entrado en el mundo, con la encarnación del Hijo de Dios», comenzó el Papa retomando su ciclo de catequesis dedicado al tema de la esperanza. Con la Navidad, «Dios cumple la promesa haciéndose hombre; no abandona a su pueblo, se acerca hasta despojarse de su divinidad. De este modo Dios demuestra su fidelidad e inaugura un Reino nuevo, que dona una nueva esperanza a la humanidad. Y ¿cuál es esta esperanza? La vida eterna». Cuando se habla de esperanza, continuó el Papa, «muchas veces se refiere a lo que no está en el poder del hombre y que no es visible», pero la Navidad «nos habla de una esperanza distinta, una esperanza segura, visible y comprensible, porque está fundada en Dios», quien, al entrar al mundo, «nos da la fuerza para estar de una manera nueva en el presente, a pesar de ser difícil. Entonces, esperar para el cristiano significa la certeza de estar en camino con Cristo hacia el Padre que nos espera. La esperanza jamás está detenida, la esperanza siempre está en camino y nos hace caminar. Esta esperanza, que el Niño de Belén nos dona, ofrece una meta, un destino bueno en el presente, la salvación para la humanidad, la bienaventuranza para quien se encomienda a Dios misericordioso. San Pablo resume todo esto con la expresión: “Solamente en la esperanza hemos sido salvados”. Es decir, caminando de este modo, con esperanza, somos salvados. Y aquí podemos hacernos una pregunta, cada uno de nosotros: ¿yo camino con esperanza o mi vida interior está detenida, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o es un cajón abierto a la esperanza que me hace caminar?».

En las casas de los cristianos, durante el tiempo de Adviento, «se prepara el pesebre, según la tradición que se remonta a San Francisco de Asís», subrayó el Papa. «En su simplicidad, el pesebre transmite esperanza; cada uno de los personajes está inmerso en esta atmósfera de esperanza». En Belén, que «no es una capital, y por esto es preferida por la providencia divina, que ama actuar a través de los pequeños y los humildes», «nace el “hijo de David” tan esperado, Jesús, en el cual la esperanza de Dios y la esperanza del hombre se encuentran». En el nombre de Jesús «está la esperanza para todo hombre, porque mediante este hijo de mujer, Dios salvará a la humanidad de la muerte y del pecado. Por esto es importante mirar el pesebre: detenerse un poco y mirar y ver cuanta esperanza hay en esta gente».

«Quien confía en sus propias seguridades —insistió—, sobre todo materiales, no espera la salvación de Dios. Pero fijemos esto en la cabeza: nuestras propias seguridades no nos salvaran. Las propias seguridades no nos salvaran, solamente la seguridad que nos salva es aquella de la esperanza en Dios, aquella que nos salva, aquella fuerte. Y aquella que nos hace caminar en la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con las ganas de ser felices para toda la eternidad. Los pequeños, los pastores, en cambio confían en Dios, esperan en Él y se alegran cuando reconocen en este Niño el signo indicado por los ángeles. Y justamente ahí está el coro de los ángeles que anuncia desde lo alto el gran designio que aquel Niño realiza: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él”. La esperanza cristiana se expresa en la alabanza y en el agradecimiento a Dios, que ha inaugurado su Reino de amor, de justicia y de paz». Y por ello el Papa concluyó: «en estos días, contemplando el pesebre, nos preparamos para el Nacimiento del Señor. Será verdaderamente una fiesta si acogemos a Jesús, semilla de esperanza que Dios siembra en los surcos de nuestra historia personal y comunitaria. Cada “si” a Jesús que viene es un germen de esperanza. Tengamos confianza en este germen de esperanza, en este sí: “Si Jesús, tú puedes salvarme, tú puedes salvarme”. ¡Feliz Navidad de esperanza para todos!».

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