Francisco: incluso el criminal tiene derecho inviolable a la vida

Francisco: incluso el criminal tiene derecho inviolable a la vida

Video-mensaje del Papa al VI Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, que comienza hoy en Oslo, Noruega. «Una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena»

IACOPO SCARAMUZZICIUDAD DEL VATICANO

«No hay que olvidar que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal». Lo afirmó Papa Francisco en el video-mensaje en español enviado al VI Congreso Mundial contra la Pena de Muerte, que se lleva a cabo desde hoy y hasta el próximo jueves en la ciudad de Oslo (Noruega). Según Francisco, la justicia penal debe estar «abierta a la esperanza de reinserción del culpable en la sociedad», porque «una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena».

 

«Saludo a los organizadores de este Congreso mundial contra la pena de muerte, al grupo de países que lo apoyan, especialmente a Noruega, país que lo acoge, y a todos los participantes: representantes de los Gobiernos, de las Organizaciones Internacionales y de la sociedad civil», dijo Papa Francisco. «Quiero además —añadió— expresar mi agradecimiento personal, y también el de los hombres de buena voluntad, por su compromiso con un mundo libre de la pena de muerte».

Un signo de esperanza, explicó el Papa el el video-mensaje, «es el desarrollo en la opinión pública de una creciente oposición a la pena de muerte, incluso como una herramienta de legítima defensa social. De hecho, hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado. Es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana que contradice el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad y su justicia misericordiosa, e impide cumplir con cualquier finalidad justa de las penas. No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. El mandamiento ‘no matarás’ tiene valor absoluto y abarca tanto a los inocentes como a los culpables». El Jubileo extraordinario de la Misericordia, recordó el Pontífice, «es una ocasión propicia para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto a la vida y la dignidad de cada persona. No hay que olvidar que el derecho inviolable a la vida, don de Dios, pertenece también al criminal».

«Deseo hoy alentar a todos a trabajar no sólo por la abolición de la pena de muerte, sino también por la mejora de las condiciones de reclusión, para que respeten plenamente la dignidad humana de las personas privadas de libertad —continuó el Papa argentino. “Hacer justicia” no significa que se deba buscar el castigo por sí mismo, sino que las penas tengan como finalidad fundamental la reeducación del delincuente. La cuestión debe ser encuadrada en la óptica de una justicia penal que sea abierta a la esperanza de reinserción del culpable en la sociedad. ¡No hay pena válida sin esperanza! Una pena clausurada en sí misma, que no dé lugar a la esperanza, es una tortura, no es una pena. Espero que este Congreso pueda dar un nuevo impulso al compromiso con la abolición de la pena capital. Por eso mismo —concluyó—, animo a todos los participantes a continuar con esta gran iniciativa y les aseguro mí oración».

 

El VI Congreso Mundial contra la Pena de Muerte es promovido por la ong francesa Ensemble contre la peine de mort y por la World Coalition Against Death Penalty, a la que pertenecen alrededor de 140 asociaciones de todo el mundo. El encuentro se lleva a cabo cada tres años. La primera edición fue en Estrasburgo en 2001. Con base en los datos de Amnistía Internacional, 140 países han abolido la pena de muerte; los últimos, en 2015, fueron la República Democrática del Congo, las Fiji, Madagascar y Surinam. El año pasado, por lo menos 1643 personas fueron ajusticiadas en 25 diferentes países.

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