Francisco, geopolítica del Evangelio

Francisco, geopolítica del Evangelio

El encuentro solicitado por las Farc pone en el centro de la atención el papel del Papa y de la Santa Sede en el diálogo con América Latina y en el mundo

Por ANDREA TORNIELLI

La solicitud oficial por parte de las Farc, las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, de encontrar el Papa Francisco durante su próxima visita a Cuba, y la participación en la mesa de negociaciones de un delegado permanente de la Santa Sede, ponen de nuevo en el centro de atención el papel geopolítico del pontífice argentino. 

El resultado más significativo conseguido hasta ahora es seguramente el “deshielo” entre Estados Unidos y Cuba, con ambos líderes –el presidente Barak Obama y Raúl Castro-- que han agradecido publicamente a Francisco y al Vaticano por la mediación. A pesar de que, en aquella ocasión, como ha revelado Bergoglio, lo que fue determinante no fue tanto la mediación vaticana sino la voluntad de los dos presidentes, ambos con la necesidad de encontrar un terreno neutro donde tratar. “El proceso entre Cuba y Estados Unidos –dijo el papa el mes pasado-- no ha tenido el carácter de mediación. Era un deseo que se ha verificado. Por otra parte, deseo... han pasado tres meses en los que he rezado solo por esto...Pero después el Señor me ha hecho pensar en un cardenal. Él ha ido allí, ha hablado, y después no he sabido nada más, han pasado algunos meses y un día el Secretario de Estado me ha dicho: “Mañana tendremos la segunda reunión con los dos equipos” --”¿Cómo?”-- “Sí, se hablan, entre los dos grupos se hablan”... Ha sido la buena voluntad de los dos países; el mérito es suyo, son ellos que han conseguido esto”. 

Hay quien querría comparar el papel que está teniendo Francisco en América Latina con el que tuvo Juan Pablo II en los países del Este y la caída del comunismo. Pero la comparación no se mantiene. Sobre todo porque ha cambiado la geopolítica y el mundo ya no está dividido en dos. Y después porque al origen de estos pasos del Papa argentino con raíces italianas no está en una identidad latinoamericana o un pensamiento político estructurado, sino simplemente en un acercamiento evangélico y realista a los problemas del mundo. El mismo arcercamiento que también el Papa Wojtyla demostró cuando, después de la caída del comunismo, se negó a encasillarse en el papel de capellán del Occidente implorando –en vano-- a sus viejos amigos y aliados en la lucha anticomunista a no llevar a cabo la segunda guerra de Irak, que demostró importantes consecuencias negativas para la región. 

Con su geopolítica del Evangelio, Francisco está dando de nuevo la voz a quien no la tenía. Está intentado involucrar a todos en el proceso del diálogo y negociación, sin preocuparse de los vetos políticamente correctos. Este acercamiento libre de proyectos geopolíticos e identitarios se demuestra con el hecho de que dos años y medio después de su elección, papa Bergoglio no ha vuelto todavía a su Argentina. Y cuando ha tenido que elegir las etapas para su primer viaje en los países hispano hablantes de Latinoamérica ha preferido comenzar con naciones pequeñas y no “potentes” como Ecuador, Bolivia y Paraguay, ayudando en los procesos en marcha para la instauración de nuevos modelos de desarrollo. 

Para terminar no se debe olvidar que el mismo realismo y la misma libertad puesta en acto en el diálogo con Castro, con Evo Morales, con los movimientos populares latinoamericanos, y ahora probablemente con las Farc, han permitido al Papa encontrar a Vladimir Putin para bloquear la intervención armada en Siria en 2013, y denunciar las guerras de religión y los grandes intereses económicos que quieren hacer pasar lo que está ocurriendo en Oriente Medio como una batalla final entre el cristianismo y el islam.

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