Francisco en Albania: "No podemos usar e invocar a Dios para justificar la violencia"

En Albania, el Papa argentino nuevamente expresó con claridad su pensamiento y su gran objetivo de buscar la unidad, el respeto y el diálogo entre las religiones.

La tierra de la Madre Teresa puede ser el terreno fértil para que comience a crecer la semilla del ecumenismo, del diálogo intereligioso, de la paz entre los pueblos y las religiones. 

El Papa habla de terrorismo y de los fundamentalismos en un momento clave, a horas de la Asamblea General de Naciones Unidas, donde uno de los temas centrales será la propuesta norteamericana de conformar una fuerza internacional para atacar a las nuevas células extremistas islámicas. 

Francisco elogió en Tirana la convivencia pacífica entre las religiones que caracteriza a Albania y afirmó que "nadie puede escudarse en Dios" cuando realiza actos de terrorismo. 

El pontífice pronunció estas palabras en el palacio presidencial, donde fue recibido por el jefe de Estado, Bujar Nishani, tras su llegada a Tirana para una breve visita de once horas. Se trata de su cuarto viaje internacional: antes estuvo en Brasil, Tierra Santa y Corea del Sur. 

"Que nadie piense que puede escudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos. Que nadie tome la religión como pretexto para las propias acciones contrarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar el de la vida y el de la libertad religiosa de todos", dijo el Papa.

"Lo que sucede en Albania demuestra que la convivencia pacífica y fructífera entre personas y comunidades que pertenecen a religiones distintas no sólo es deseable, sino posible y realizable de modo concreto", añadió el pontífice. Este es un "bien precioso" que, dijo, "adquiere una relevancia especial en este tiempo en que, de parte de grupos extremistas, se desnaturaliza el auténtico sentido religioso".

Francisco rindió además homenaje a los católicos que fueron asesinados durante el férreo comunismo en Albania, un país en el que, "tras el invierno del aislamiento y las persecuciones, ha llegado por fin la primavera de la libertad", con elecciones libres y nuevas estructuras institucionales.

Según el Papa, sin embargo, ahora aparecen nuevos desafíos a los que hay que responder y "en un mundo que tiende a la globalización económica y cultural, es necesario esforzarse para que el crecimiento y el desarrollo estén a disposición de todos y no sólo de una parte de la población". "El desarrollo no será auténtico si no es también sostenible y ecuo, es decir, si no tiene en cuenta los derechos de los pobres y no respeta el ambiente", señalo.

Siguiendo la línea que ha caracterizado intervenciones anteriores en otros países, el papa recalcó la necesidad de responder a la globalización de los mercados con una "globalización de la solidaridad".

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