Francia. El islam radical avanza en las aulas

Francia. El islam radical avanza en las aulas

El 49% de los docentes se autocensura para no tener problemas con los musulmanes. Los profesores no se sienten protegidos, entre amenazas y peticiones absurdas: «No leáis en clase Los tres cerditos».

Tres meses después del asesinato en Francia del profesor Samuel Paty, decapitado el 16 de octubre por un extremista islámico tras haber mostrado en clase las caricaturas de Mahoma publicadas por Charlie Hebdo, el radicalismo islámico sigue siendo la amenaza principal para la educación escolar en la République. Una encuesta realizada por el Ifop para la Fundación Jean-Jaurès desde el 10 al 17 de diciembre y publicada el 6 de enero, ha revelado que el 49% de los profesores de secundaria se autocensura sobre temas religiosos «para no provocar incidentes en las aulas». En 2018 esta cifra era del 36%. Es más: el 70% de los profesores de los institutos de periferia se calla para evitar problemas, mientras que cuatro de cada cinco docentes se han tenido que enfrentar, a la largo de su carrera, con reivindicaciones religiosas por parte de los musulmanes relacionadas con la comida, el deporte o las lecciones. «Esperamos que se tome conciencia del avance del islam radical en nuestro país. Todos los profesores tienen que enfrentarse a esta realidad», ha declarado Ianni Roder, director del observatorio sobre educación de la Fundación Jean-Jaurès.

«Se quejan del cuento Los tres cerditos y del árbol de Navidad»

Si el avance del islam radical en la escuela es algo que ya denuncian todos los medios de comunicación, aún hay numerosos círculos culturales que, a pesar del atentado de Conflans-Sainte-Honorine, siguen criticando a los profesores que están preocupados, a los que culpan de «estigmatizar a los estudiantes». Un caso ejemplar es el de Fatiha Boudjahlat. Después del minuto de silencio en honor de Paty se señalaron 793 incidentes, más o menos graves, al ministerio de Educación. Boudjahlat, que enseña Historia y Geografía en una escuela de “educación prioritaria” de Toulouse, ha contado en Facebook que cinco alumnos «árabe-musulmanes» se negaron a rendir homenaje al docente decapitado. Como ha relatado Le Figaro, los sindicatos Sud e Cgt se han sublevado contra la profesora argelina, culpable según ellos de «discriminar» a sus alumnos. «Quieren que me calle», ha respondido ella. «Me encuentro en una situación en la que debo protegerme más de los “antifascistas” que de los islamistas». El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, le ha ofrecido su «apoyo» y ha definido las críticas a la docente «surrealistas». Ella ha añadido: «Hay demasiados profesores de izquierdas e indiferentes que, el día del homenaje a Paty, ¡qué casualidad!, necesitaban hacer fotocopias».

Si los alumnos a menudo causan confrontaciones y diatribas, llenas de insultos y amenazas a los profesores, el origen de este radicalismo hay que buscarlo en su entorno. Julia enseña en una escuela primaria de Montpellier y cuenta que «desde hace dos o tres años los padres me piden que no lea en clase el cuento Los tres cerditos», dado que el cerdo es considerado un animal impuro por el islam. «Otros se han quejado porque hemos puesto el árbol de Navidad, considerado demasiado cristiano para estar expuesto en la entrada del colegio. Es surrealista».

Odio hacia las raíces cristianas de Francia

Los sindicatos de profesores y directores de colegios e institutos denuncian la pasividad del gobierno, y se lamentan de que nada ha cambiado desde el asesinado de Paty: las instituciones no protegen a los profesores, que están solos ante los casos de radicalismo islámico. Un ejemplo de ello lo tenemos en un incidente que tuvo lugar en una escuela de Lyon en noviembre, un mes después del homenaje a Paty. Un profesor, argumentando la importancia de la libertad de expresión, intentó explicar que Emmanuel Macron no es islamófobo y que no vincula en absoluto islam y terrorismo sin hacer las necesarias distinciones. Dos alumnos musulmanes nuevos, con un escaso conocimiento del francés, contaron en su casa que su profesor decía que «Macron es islamófobo» y que «los musulmanes son terroristas». Los padres de los alumnos se presentaron en el colegio e insultaron gravemente al profesor que, tras intentar explicar, en vano, el malentendido, puso una denuncia y pidió el traslado a otro instituto. Sus compañeros han atacado al ministerio por no haberlo defendido y por no haber intervenido después de este «grave incidente».

Si por un lado el gobierno francés se demuestra muy débil ante las expresiones de extremismo religioso islámico, por el otro se comporta de manera jacobina cuando se trata del cristianismo. Es lo que cuenta en una entrevista el maestro de primaria y agnóstico, Matthieu Faucher, suspendido y acusado de «proselitismo» por haber realizado un minicurso de diez horas sobre la Biblia y los Evangelios a sus alumnos, que no sabían quién era Jesús, y que ha sido rehabilitado tras cuatro largos años de batalla legal. «Todas las acusaciones que me han dirigido son ridículas», declara: «Son mis acusadores lo que no eran neutrales, estaban cegados por su odio a la religión cristiana». Laxismo hacia el islam radical y odio hacia las raíces cristianas son una mezcla explosiva para la escuela francesa.

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