La falsa noticia sobre el Papa y los intentos de «contaminar» el Sínodo

La falsa noticia sobre el Papa y los intentos de «contaminar» el Sínodo

La clamorosa información de ayer por la mañana representa la última sorpresa de estas tres semanas de Sínodo, después del caso Charamsa y la publicación incorrecta de una carta y del elenco de los 13 cardenales firmantes. «L’Osservatore Romano» subraya «el intento manipulador del polverón»

Por ANDREA TORNIELLI

CIUDAD DEL VATICANO

«El momento elegido revela el intento manipulador del polvorón creado». Lo escribió claramente no cualquier comentados acostumbrado a ver por doquier tramas y complots, sino«L’Osservatore Romano», es decir el periódico de la Santa Sede, que con estas palabras concluye la breve y anónima nota que contiene el duro e inequívoco desmentido del padre Federico Lombardi sobre la falsa noticia que publicó en primera plana el diario italiano «Il Quotidiano Nazionale». Y el momento, efectivamente, es crucial. Justamente ayer, de hecho, se publicaron las relaciones de los trece círculos lingüísticos de los padres del Sínodosobre las cuestiones más polémicas, como la de la admisión a los sacramentos de los divorciados que se han vuelto a casar.

Vale la pena recordar como, con un tempismo significativo (si no perfecto), a la vigilia del inicio del Sínodo, el pasado 3 de octubre, explotó el caso de monseñor 

Krzysztof Charamsa, el oficial de la sección doctrinal de la Congregación par ala Doctrina de la Fe, que declaró públicamente su homosexualidad. Charamsa anunció la publicación de un libro con su historia. Su declaración no parecía tanto querer llamar la atención de la asamblea de los obispos sobre un tema que no estaba en la agenda, sino contribuir a dar una idea negativa del Vaticano.

Después, al principio de la segunda semana del Sínodo, llegó la publicación de la carta al Papa firmada por trece cardenales. El presunto texto y la lista de las firmas fueron divulgados por el vaticanista del periódico «L’Espresso» Sandro Magister, periodista vinculado con algunos de los purpurados más rigoristas. En la carta de los padres sinodales se planteaba la sospecha de que el Sínodo pudiera estar manipulado para dirigirse hacia la apertura, debido a algunas decisiones que tomó el Papa. Francisco, después de haberla leído, intervino en el aula sinodal pidiendo que todos en la asamblea abandonaran la «hermenéutica de la conspiración», como refirió el director de «La Civiltà Cattolica», el padre Antonio Spadaro.

La autenticidad del texto de la carta y los nombres de los firmantes, evidentemente obtenidos de una fuente considerada confiable, se reveló nula. Y la publicación asumió los rasgos de una «operación» para contaminar el Sínodo. Efectivamente, cuatro de los presuntos firmantes (cardenales de relieve como los arzobispos de Milán y París, el Relator del Sínodo y el Penitenciario mayor) desmintieron haber escrito sus nombres el mensaje. Uno de los que admitió haberse sumado a la carta, el cardenal George Pell, declaró a «Le Figaro»: «Puedo asegurar que ninguno de los firmantes trató de hacerla pública, porque tenían toda la intención de que este documento fuera privado». Sin embargo, justamente el autor del presunto «scoop», y el texto publicado por «L’Espresso» (un borrador no definitivo y nombres en parte falsos) hacen evidente que la filtración salió justamente del círculo de personas que conocían desde hacía tiempo esta iniciativa, que la apoyaban y que estaban involucradas, tal vez porque se les pidió un parecer o un consejo. Es decir, se trata de alguien que no recibió la redacción final de la carta ni el elenco definitivo de los que la firmaron.

La clamorosa falsa noticia de ayer por la mañana representa la última sorpresa de estas tres semanas de Sínodo. «L’Osservatore Romano» habla de una intención «manipuladora», y, más allá del tempismo, la gravedad de la afirmación sobre una presunta enfermedad en el cerebro del Papa (a pesar de haber sido presentada como benigna y curable) no puede más que hacer que nos interroguemos. «Una manera para tratar de minar su autoridad en un momento en el que tantas personas están pendientes de él, dentro y fuera de la Iglesia», afirma un prelado de laSecretaría de Estado.

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