Doscientos millones de personas, el "quinto país del mundo", han debido huir de sus países de origen
Por Jesús Bastante
Doscientos millones de personas. Un hipotético "quinto país del mundo" en número de habitantes, que sin embargo viven sin tierra, huyendo, sin futuro. Son los migrantes. 60 millones de ellos son refugiados, que escapan de la guerra, de la muerte y del odio ante el ominoso silencio de Occidente. No se trata de una emergencia puntual, sino de una necesidad de actuar. Esto es lo que intenta la Compañía de Jesús, que esta mañana lanzóHospitalidad.es, una campaña global que intenta promover, de una manera integral, una cultura de acogida, sensibilización, cooperación e incidencia.
"El Papa nos recuerda que hay mucho que llorar por el mundo para que el alma no se seque. Nosotros ya hemos llorado, y ahora es el momento de actuar", subrayó Alberto Ares, sj., delegado del sector social de los jesuitas españoles. La campaña "quiere traer la voz de los refugiados que ya viven con nosotros", porque "estamos viviendo una de las mayores crisis de migración de la Humanidad".
El próximo 17 de enero se celebra laJornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. En este día queremos recordar que el mundo está viviendo la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, apuntan desde la Compañía. Conflictos enquistados en Siria, Afganistán o el Cuerno de África están produciendo la huida continua de población civil que busca salvar su vida y tener un futuro.
"El Mediterráneo se ha convertido en la frontera más desigual y mortífera del mundo", denunció Ares, quien señaló que "los 3.771 muertos intentando llegar a Europa por mar en 2015 suponen un escándalo ético. Son seres humanos con derecho a ser protegidos. El cumplimiento de este derecho pesa sobre los gobiernos, pero la ciudadanía tenemos también nuestra cuota de responsabilidad".
Ceuta y Melilla son el principal punto de entrada de España. Al país, lamentablemente, de las 19.000 "plazas" comprometidas sólo han llegado 18 personas, "algo que da mucho que pensar". Para el responsable jesuita, es preciso "afrontar la globalidad de la indiferencia, que ha alcanzado unas dimensiones mundiales".
La Compañía de Jesús ha decidido actuar con la hospitalidad, con una respuesta generosa en integral, que no deje fuera a nadie. Con cuatro líneas: acogida, cooperación, sensibilización e incidencia.
Daniel Villanueva SJ, Director de la Fundación Entreculturas, subrayío cómo " la respuesta pasa necesariamente por acompañar, es irrenunciable". "Necesitamos trabajar en este asunto de manera transnacional, vinculando origen, tránsito y destino. No podemos olvidarnos de los que no han podido escapar de los conflictos", subrayó Villanueva, quien animó a "visualizar las causas de este éxodo, derribar estereotipos ante una población que se ha visto forzada a dejar sus países".
"Tenemos que asumir nuestra responsabilidad, como europeos, en esta crisis. Nuestra labor no sólo es de acogida, sino de apostar por una cooperación internacional con los países donde se da el sufrimiento. La política al desarrollo ha sido la más recortada en estos años de crisis", añadió el responsable de Entreculturas, quien animó a la "responsabilidad que nos concierne a todos para ser fieles a una sociedad que siempre ha sido de acogida".
Por su parte, Miguel González, responsable del Servicio Jesuita a Refugiados en España, destacó cómo ya antes de la crisis del Mediterráneo, el sistema español de asilo era muy limitado. "Queremos llegar donde el sistema no llega, porque las personas tienen sus derechos, pero el sistema es muy pequeño, y hay personas que no acceden a él, y otras que se caen de él". González dibujó dos de las líneas de trabajo: acogida y sensibilización.
"Queremos poner en juego la cabeza, las manos y el corazón de las personas", subrayó González, advirtiendo de la "ola de xenofobia y exclusión" que está creciendo en Europa. "Hay que derribar mitos falsos desde la intelectualidad", pero además "necesitamos activar el corazón, la empatía", algo que tiene que ver con poner rostros a los migrantes y refugiados, entrar en contacto con ellos, convivir con ellos. Y, cómo no, "cambiar las políticas que limitan los derechos de las personas".
Por su parte, Cristina Manzanedo, responsable de Incidencia del SJR, subrayó la necesidad de "tener una voz pública muy potente" para denunciar los fallos y potencialidades de los sistemas de acogida en España y Europa. "Queremos analizar, investigar y proponer cambios políticos y reales que ejerzan el impacto necesario a favor de la justicia para estas personas. Se quiere poner especial atención a la Frontera Sur, en las personas que ya están entre nosotros y en la falta de coordinación de la respuesta europea".
"Cómo explicar a Europa que hemos sido incapaces de acoger a los inmigrantes, por qué Europa no sabe coordinar esfuerzos para dar una respuesta a los refugiados, y hacerlo entre todos", señaló Manzanedo. En lo tocante a España, "nos preocupa que hubo un momento de mucha solidaridad, y ahora parece que no hay alarma". "Los refugiados ya están aquí: hay una ruta muy importante por el Mediterráneo occidental", indicó, subrayando que hay 10.900 personas que ya han entrado por aquí. Llegan y se les aparca en los CETI's, cuyo funcionamiento "hay que cambiar".
"Hay refugiados de primera y refugiados de segunda en España", denunció la experta, quien apuntó cómo la situación de los refugiados sirios "esconde" la realidad de los refugiados africanos. "Sus solicitudes tardan años, y mientras viven perseguidos y aislados". También hace falta "invertir en integración".
Mariana Morales, Coordinadora de Acogida en Madrid, ofreció el crudo testimonio de una familia sudanesa refugiada en Madrid, y las vicisitudes para huir del horror, cayendo en manos de mafias de inmigrantes pero, sobre todo, la insolidaridad de un sistema que no tiene en cuenta a las personas.
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