Durante su papado, Francisco impulsó iniciativas concretas para transformar las escuelas y universidades, como el Pacto Educativo Global y la red Scholas Occurrentes. Abordó este tema en sus escritos e intervenciones públicas, en los que reclamó escuchar más a los jóvenes
Por Alfredo Dillon
“Conocemos el poder transformador de la educación: educar es apostar y dar al presente la esperanza que rompe los determinismos y fatalismos con los que el egoísmo de los fuertes, el conformismo de los débiles y la ideología de los utópicos quieren imponerse tantas veces como el único camino posible”.
El papa Francisco pronunció estas palabras en octubre de 2020, en el marco del Pacto Educativo Global, una iniciativa en la que convocó a distintos actores a transformar el sistema educativo para abordar los desafíos globales contemporáneos, como la desigualdad, la exclusión social y la crisis ambiental.
La propuesta retoma la invitación de la encíclica Laudato si’ a “colaborar en el cuidado de nuestra casa común” y a construir el futuro del planeta entre todos, por medio de “un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora”.
También el movimiento Scholas Occurrentes, la red global que nuclea a más de 446.000 escuelas en los cinco continentes –y que comenzó a gestarse en Buenos Aires tras la crisis de 2001–, responde a la necesidad de transformar el sistema educativo, con protagonismo de los jóvenes. En agosto de 2023, Francisco inauguró oficialmente la Universidad del Sentido, una iniciativa surgida en el marco de Scholas Occurrentes y orientada a “responder a la crisis global del sentido”.
En paralelo a estas iniciativas, la educación fue un tema recurrente en los mensajes, entrevistas, discursos, exhortaciones apostólicas y encíclicas del papa Francisco. A continuación, 10 ideas clave que surgen de sus escritos e intervenciones públicas.
1. La educación es un derecho esencial
En su primera exhortación apostólica, Evangelii Gaudium, publicada en noviembre 2013 y considerada el “programa” de su papado, Francisco mencionó la educación entre las prioridades básicas que deberían orientar a los poderosos: “Es imperioso que los gobernantes y los poderes financieros levanten la mirada y amplíen sus perspectivas, que procuren que haya trabajo digno, educación y cuidado de la salud para todos los ciudadanos”.
En la posterior encíclica Fratelli tutti (2020), Francisco cuestionó las desigualdades y reivindicó el rol del Estado: “Algunos nacen en familias de buena posición económica, reciben buena educación, crecen bien alimentados, o poseen naturalmente capacidades destacadas. Ellos seguramente no necesitarán un Estado activo y solo reclamarán libertad. Pero evidentemente no cabe la misma regla para una persona con discapacidad, para alguien que nació en un hogar extremadamente pobre, para alguien que creció con una educación de baja calidad y con escasas posibilidades de curar adecuadamente sus enfermedades. Si la sociedad se rige primariamente por los criterios de la libertad de mercado y de la eficiencia, no hay lugar para ellos”.
A fines de 2024, en una entrevista con la periodista argentina Bernarda Llorente, Francisco planteó: “Hacer un ajuste en la educación es un suicidio programado de un país. Es criminal. A mí me alegra cuando veo que, cuando hay un ajuste de este tipo, tanta gente se opone, incluso los jóvenes. Se dan cuenta y arman lío, reclaman. Porque la educación es un alimento. Es lo mismo que si vos le quitás la comida a la gente. La educación es la comida del alma, de la mente, del espíritu”.
En esa entrevista, difundida en el Canal Orbe 21, defendió el acceso de los más pobres a la universidad: “El pueblo necesita formar cabezas. Necesita una cultura universitaria grande. Un país tiene que proveer a que su universidad cree los nuevos cerebros del futuro”. En otro mensaje a los obispos españoles, también en 2024, Francisco definió: “Todos tienen derecho a la educación, nadie debe ser excluido”.
Cuando Francisco hablaba sobre educación, solía pensarla más allá de la escuela, como un desafío que involucra a todos los actores sociales. En el lanzamiento del Pacto Educativo Global, el papa destacó que la convocatoria a transformar la educación iba dirigida a todos “los hombres y las mujeres de cultura, de ciencia y de deporte, a los artistas, a los operadores de los medios de comunicación”.
En ese sentido, subrayó que la magnitud de los desafíos educativos trasciende a los docentes y a los funcionarios, y convocó a la participación: “No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones”.
En una entrevista con Jorge Fontevecchia en 2023, con motivo de los diez años de su papado, Francisco volvió a plasmar esa mirada amplia sobre la tarea educativa cuando expresó su gratitud hacia la sociedad argentina: “Yo quiero agradecer a mi pueblo, porque me educó. Yo fui educado por el pueblo argentino, con sus riquezas y contradicciones. Heredé todo”. El papa repasó entonces su biografía educativa, desde la Escuela Nº 8 de Flores, donde cursó la primaria, hasta la universidad: “(Hice) toda mi educación en la escuela pública, que en aquel tiempo era una gran escuela pública. Luego, el industrial (en la actual Escuela de Educación Técnica N° 27), y la universidad la empecé en la universidad pública, pero ya entré al seminario”.
“Toda mi educación se la debo a la escuela pública argentina, a la sociedad argentina, a mi familia migrante. Estoy muy agradecido con Buenos Aires y con la Argentina. Es mi patria”, dijo Francisco en aquella entrevista. Las escuelas porteñas donde estudió tienen desde 2014 placas conmemorativas en su homenaje.
3. Educar es un modo de construir un mundo mejor
La prédica del papa Francisco se dirigía contra la “cultura del descarte”. En esa batalla, la educación aparece como una tarea fundamental. El capítulo 6 de la encíclica Laudato si’ se refiere al rol de la educación en la construcción de una “alianza entre la humanidad y el ambiente”. Para eso es necesario un cambio cultural que genere estilos de vida más sobrios, contra un modelo económico que destruye la casa común y excluye a porciones crecientes de la población.
Así sintetizaba el papa el gran desafío educativo, cultural y espiritual de esta época: “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Esta conciencia básica permitiría el desarrollo de nuevas convicciones, actitudes y formas de vida”.
“Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia en otra lógica distinta, capaz de acoger nuestra pertenencia común”, definió Francisco en su mensaje de 2020 para el Pacto Educativo Global. Allí también insistió con la necesidad de transformar la educación para poder transformar el mundo.
En esta línea, el primer punto del Pacto Educativo Global impulsado por el papa propone “poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte”.
El papa Francisco saluda a los niños junto al Presidente de Timor Oriental, José Ramos-Horta, durante su ceremonia de bienvenida en el Palacio Presidencial en Dili, Timor Oriental, el lunes.-EFE/ Antonio Dasiparu4. La educación debe ser integral
“La educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia”, definió Francisco en su discurso de octubre de 2020. Allí también planteó que “la educación se propone como el antídoto natural de la cultura individualista, que a veces degenera en un verdadero culto al yo y en la primacía de la indiferencia”. Y alertó, en referencia al mundo contemporáneo: “Nuestro futuro no puede ser la división, el empobrecimiento de las facultades de pensamiento e imaginación, de escucha, de diálogo y de comprensión mutua”.
Si se trata de “humanizar” la cultura, los parámetros de la calidad educativa no pueden limitarse a los resultados de las pruebas estandarizadas, sostenía el papa: “Hoy se requiere la parresia (franqueza, coraje) necesaria para ir más allá de visiones extrínsecas de los procesos educativos, para superar las excesivas simplificaciones aplanadas sobre la utilidad, sobre el resultado –estandarizado–, sobre la funcionalidad y la burocracia que confunden educación con instrucción y terminan destruyendo nuestras culturas; más bien se nos pide que busquemos una cultura integral, participativa y multifacética”.
En ese mismo discurso, Francisco planteó: “El valor de nuestras prácticas educativas no se medirá simplemente por haber superado pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura. Un mundo diferente es posible y requiere que aprendamos a construirlo, y esto involucra a toda nuestra humanidad, tanto personal como comunitaria”.
En el documental Amén. Francisco responde (2023), el papa Francisco se encuentra con 10 jóvenes de distintas partes del mundo en un diálogo abierto y sincero que pone sobre la mesa temas polémicos. (Créditos: Disney+ España)5. La “misión” de los docentes
En la década de 1960, Jorge Bergoglio fue profesor de Literatura y Psicología en el Colegio de la Inmaculada Concepción de la ciudad de Santa Fe, donde conoció a Jorge Luis Borges, a quien invitaron a dar una charla (aunque Bergoglio prefería a Leopoldo Marechal). También dio clases en el Colegio y la Universidad del Salvador, y en los ochenta fue rector de otra institución jesuita, el Colegio Máximo de San Miguel.
En sus escritos y mensajes, Francisco reivindicó una mirada integral sobre la docencia, atravesada por las nociones de “vocación” y “misión”. Desde esta perspectiva, el docente enseña primero con el ejemplo y con su vida. En su primer mensaje de 2023 para la Red Mundial de Oración del Papa, Francisco puso el foco en la tarea de los maestros: “El educador es un testigo que no entrega sus conocimientos mentales, sino sus convicciones, su compromiso con la vida. Uno que sabe manejar bien los tres lenguajes: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos, armonizados”.
En su encíclica Fratelli tutti, Francisco señaló que los educadores “están llamados a tomar conciencia de que su responsabilidad tiene que ver con las dimensiones morales, espirituales y sociales de la persona”, y no solo con la transmisión de conocimientos.
Hacia el final de Evangelii Gaudium, ya había destacado la centralidad de mantenerse conectado con la “misión” que da sentido al trabajo cotidiano: “La misión (…) es algo que yo no puedo arrancar de mi ser si no quiero destruirme. Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir, vivificar, levantar, sanar, liberar. Allí aparece la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás”.
Cada vez que se refería a la educación, Francisco resaltaba el rol de las escuelas y las universidades, pero aclaraba que la primera responsable de la formación de las nuevas generaciones es la familia. Uno de los puntos del Pacto Educativo Global se refiere justamente a la familia como “primera e indispensable educadora”.
En Fratelli tutti, Francisco planteó que las familias están “llamadas a una misión educativa primaria e imprescindible”, dado que ellas “constituyen el primer lugar en el que se viven y se transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro”.
En Laudato si’, el papa define a la familia como “la sede de la cultura de la vida”, en frontal oposición a la “cultura de la muerte” que rige en la sociedad actual. Allí Francisco escribió: “La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir ‘gracias’ como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea”.
En Argentina, la celebración del 10° aniversario de Francisco como Papa se realizó en Luján, el sábado 11 de marzo de 2023. (AP Foto/Natacha Pisarenko, Archivo)7. Escuchar a los niños y jóvenes
“Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas. A los adultos nos cuesta escucharlos con paciencia, comprender sus inquietudes o sus reclamos, y aprender a hablarles en el lenguaje que ellos comprenden. Por esa misma razón, las propuestas educativas no producen los frutos esperados”, describe Francisco en Evangelii Gaudium. Allí también subraya la necesidad de que tengan un mayor protagonismo en la sociedad y en la Iglesia.
Ese protagonismo resulta central en el Pacto Educativo Global impulsado por el papa, cuyo segundo punto propone “escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona”. En tanto, el tercer punto se refiere específicamente a las mujeres: “Fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación”.
Francisco ha destacado especialmente la conciencia ambiental de las nuevas generaciones. “En los países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo”, escribe en Laudato si’.
El Papa Francisco interactúa con los jóvenes de Scholas Occurrentes en el Centro Juvenil Graha Pemuda en Yakarta, Indonesia. 4 de septiembre de 2024. Tatan Syuflana/Pool vía REUTERS8. Educar para cuidar la casa común
El cuidado de la “casa común” es uno de los propósitos centrales de la educación, plantea el papa en Laudato si’. Allí se detiene en el análisis de cómo debe ser una educación ambiental integral: “La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los ‘mitos’ de la modernidad basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios”.
Para Francisco, ecología y espiritualidad están íntimamente relacionadas: “La educación ambiental debería disponernos a dar ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión”.
En esa encíclica, el papa también defiende el valor de la educación estética y considera que contribuye a la preservación del ambiente: “Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso”.
En Fratelli tutti, Francisco abordó la importancia de la transmisión de la experiencia entre generaciones y advirtió sobre el “fin de la conciencia histórica”. En una exhortación apostólica de 2019 dirigida especialmente a los jóvenes, reivindicó el valor de las raíces y de conocer el pasado.
“Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que solo miren el futuro que él les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que él les dice? Esa persona los necesita vacíos, desarraigados, desconfiados de todo, para que solo confíen en sus promesas y se sometan a sus planes”, planteó el papa.
Y continuó: “Así funcionan las ideologías de distintos colores, que destruyen (o de-construyen) todo lo que sea diferente y de ese modo pueden reinar sin oposiciones. Para esto necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido”. Francisco consideró que estas son “nuevas formas de colonización cultural”.
También afirmó que “un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras”, como “democracia”, “libertad”, “justicia” o “unidad”.
El papa Francisco en un encuentro con jóvenes israelíes y palestinos.10. Educar es enseñar fraternidad
En un mensaje de enero de 2023, Francisco resaltó que la educación debe estar al servicio de la cultura del encuentro y la construcción de la fraternidad: “Quiero proponer a los educadores que añadan un nuevo contenido en la enseñanza: la fraternidad. La educación es un acto de amor que ilumina el camino para que recuperemos el sentido de la fraternidad, para que no ignoremos a los más vulnerables”.
En Fratelli tutti, el papa escribe: “La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad. ¿Qué ocurre sin la fraternidad cultivada conscientemente, sin una voluntad política de fraternidad, traducida en una educación para la fraternidad, para el diálogo, para el descubrimiento de la reciprocidad y el enriquecimiento mutuo como valores? Lo que sucede es que la libertad enflaquece, resultando así más una condición de soledad, de pura autonomía para pertenecer a alguien o a algo, o solo para poseer y disfrutar”.
Para Francisco, en la fraternidad se juega el mandamiento fundamental del amor al prójimo, que puede abarcar desde los vínculos entre compañeros en el aula hasta las relaciones con países hermanos: “Una adecuada y auténtica apertura al mundo supone la capacidad de abrirse al vecino, en una familia de naciones. La integración cultural, económica y política con los pueblos cercanos debería estar acompañada por un proceso educativo que promueva el valor del amor al vecino, primer ejercicio indispensable para lograr una sana integración universal”.
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