Llegados desde todos los “rincones” de la diócesis: Madariaga, Villa Gesell, Pinamar, Necochea, Balcarce, Lobería, Mechongué, Miramar, los casi mil jóvenes reunidos pusieron color y mucha alegría en las calles de la vecina localidad “marchiquitense”.

Tuvieron espacios de reflexión, formación, oración, música, misión y encuentro con los vecinos y los niños del lugar.

Entre los expositores se destacó el “cura villero”, José “Pepe” Di Paola que trabaja en el “Hogar de Cristo” ubicado en villas de Buenos Aires.

“Ustedes son el futuro de una nueva esperanza, si no se juegan en lo cotidiano, seguramente muchos van a perder. Hay muchos que están esperando que la Iglesia se ponga de pie, y es la que más puede hacer porque tenemos a Dios. Lo espiritual al adicto no le es ajeno, es lo más propio. La Iglesia es la que más se ha ocupado del adicto, siempre”, manifestó el padre “Pepe” Di Paola a los jóvenes.

“La droga te puede llevar a dos lugares que comienzan con la misma inicial, al cementerio o a la cárcel“, sentenció el sacerdote.

Uno de los jóvenes que dio su testimonio sobre su recuperación en el hogar Buen Samaritano, ubicado en Santa Fe. “No quiero que otros pasen lo mismo que yo pasé. Ya sufrí demasiado, no quiero volver a lo mismo, tenemos que tener herramientas y la fuerza de Dios para evitar caídas”, dijo.

Por último, ante la pregunta de una joven sobre qué opinan de la legalización de la droga, uno de los jóvenes recuperados manifestó “obviamente estoy en contra, no se piensa en el mal que puede causar, la marihuana es un paso para otras drogas. Lo digo por mi testimonio cuando entré ya no pude pilotearla”, respondió otro de los jóvenes recuperados.