Domingo 4° del año. Ciclo A 2023

Domingo 4° del año. Ciclo A 2023

En el Domingo 4º durante el año, el padre Obispo Gabriel nos ofrece tres puntos para reflexionar: 1. La felicidad es muy FRÁGIL 2. ¡La felicidad es posible en DIOS! 3. EDUCARNOS sostenidamente para la felicidad

Domingo 4º Durante el Año Ciclo A – 29 de enero de 2023

Primera lectura: Sof 2,3; 3,12-13 | Salmo: Sal 145,7-10 | Segunda lectura: 1Cor 1,26-31 | Evangelio: Mt 4,25-5,12

El Evangelio de este Domingo, las bienaventuranzas, son el prólogo del largo discurso moral de Jesús que Mateo concentra en los capítulos 5, 6 y 7. Es importante tener presente este tema del llamado a ser felices que hoy nos recuerda la Palabra para poder entender bien los textos de los próximos cuatro Domingos. Jesús, como nuevo Moisés proclama solemnemente los valores que tendrán que vivir los discípulos del Reino de los cielos. Pero siempre en referencia a este prólogo que compartimos en el Evangelio de este día: el llamado a ser felices.

Tomando como tema central la felicidad propongo estos tres puntos para reflexionar y orar. Los sintetizo en tres palabras que nos ayudan a memorizar: FRÁGIL, DIOS, EDUCARNOS.

La felicidad es muy FRÁGIL

¡La felicidad es posible en DIOS!

EDUCARNOS sostenidamente para la felicidad

El remordimiento

He cometido el peor de los pecados

que un hombre puede cometer. No he sido

feliz. Que los glaciares del olvido

me arrastren y me pierdan.

Mis padres me engendraron para el juego

humano de las noches y los días,

para la tierra, el agua, el aire, el fuego.

Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente

se aplicó a las simétricas porfías

del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.

No me abandona. Siempre está a mi lado

la sombra de haber sido un desdichado.

Atribuido a Jorge Luis Borges (1899-1986)

La felicidad es muy FRÁGIL

¿Soy feliz? Es una pregunta difícil. Apunta a un diagnóstico. Tal vez tendríamos la tentación de decir rápidamente que sí. Sin embargo, si miramos nuestro entorno y nuestro propio corazón, tal vez seamos más cautos para responder. El poema El remordimiento puede darnos el ánimo profundo que toca el corazón de muchas personas imbuidas por la tristeza y el sinsentido por diversos motivos. La experiencia nos muestra que, en un punto, la felicidad es muy FRÁGIL, sumamente endeble. Podemos tener algún momento de felicidad, pero es más comprometido decir que somos felices. La pregunta ¿Soy feliz?, da lugar a una segunda pregunta para afinar el diagnóstico: ¿Qué me causa felicidad?, o ¿dónde encuentro la felicidad? ¡A interrogarnos con seriedad y serenidad!

¿Soy realmente feliz? Si no lo soy: ¿Creo que lo seré en algún momento? ¿Qué me provoca felicidad en este momento de mi vida? ¿Cuáles han sido los momentos más felices de mi vida? ¿Por qué? ¿Qué necesito para ser feliz? ¿Qué deseo para ser feliz? ¿Qué me parece el poema “El remordimiento”? ¿Conozco personas felices? ¿En qué aspectos de mi vida descubro con más claridad la FRAGILIDAD de la felicidad?

2. ¡La felicidad es posible solo en DIOS!

El Evangelio de hoy con sus nueve “felices” y, rematando con el “alégrense y regocíjense”, deja en claro que la felicidad es realmente posible, pero solo en DIOS. Cada una de las bienaventuranzas, de forma más o menos directa, orienta y levanta la mirada a DIOS. Esta centralidad de DIOS se manifiesta también en el resto de las lecturas: la primera nos recuerda que el resto de Israel se “refugia” en el Señor, el salmo describe abundantemente con muchos verbos lo que DIOS hace por los más indefensos y la segunda lectura culmina con la invitación a gloriarse en el Señor. Esta retroalimentación que se da entre los textos nos recuerda que la felicidad auténtica siempre es teologal, mira por sobre todas las cosas a DIOS. Por eso se puede ser feliz incluso en las situaciones más penosas de esta vida como se describe en algunas de las bienaventuranzas. Es posible ser feliz con lágrimas en los ojos y el corazón partido por el dolor. ¿Por qué? Porque la felicidad se apoya en la presencia de DIOS en la vida que nada ni nadie puede quitar. DIOS quiere que todos los seres humanos sean felices y se embarquen en el proyecto de alegría profunda del Reino de los Cielos. Este es nuestro DIOS, el que nos llama a la felicidad y nos da las fuerzas para vivir la alegría verdadera. Chesterton (escritor británico, 1874-1936) nos regala una hermosa frase que resume este punto: La alegría es el secreto gigante del Cristianismo. ¡No escondamos nuestro gran secreto!

¿Creo realmente que la felicidad es posible? ¿Creo que solo en DIOS y desde DIOS es posible? ¿Qué lugar está ocupando DIOS en mi vida en este momento? ¿Soy capaz de captar el llamado a ser feliz como un elemento esencial de mi vocación incluso en los momentos de cruz, dolor y sufrimiento? ¿Qué me deja el mensaje de las bienaventuranzas? ¿Qué implica para mí hoy la repetición del “felices, felices, felices…”? ¿Qué me evoca la frase de Chesterton?

3. EDUCARNOS sostenidamente para la felicidad

La felicidad apoyada solo en los bienes y realidades humanas es imposible. En Dios es posible, pero ¿cómo…? La clave para la felicidad será EDUCAR nuestros deseos desde esa fe en Dios que nos llama justamente a ser felices. Si no soy feliz o soy muy poco feliz es porque mis deseos no están EDUCADOS. Se busca mal la felicidad porque se la busca en lo que está equivocado: sexo desenfrenado, poder a costa de lo que sea, adicciones que buscan reemplazar las frustraciones más profundas, violencia como respuesta a una primera actitud de violencia recibida… Todo esto lleva a un callejón sin salida: el deseo de venganza, revancha, de satisfacción a costa de lo que sea… Pero incluso, sin llegar a situaciones tan extremas, el deseo de encontrar la felicidad en tener plata, un auto nuevo, un departamento de siete ambientes, el mejor celular, la computadora más sofisticada o cualquier otra cosa nunca nos va a saciar plenamente. Siempre nos va a faltar algo… El deseo primero y principal debe ser encontrarnos con Dios. Desear a Dios y su presencia en nuestras vidas es lo más saludable que nos puede pasar, porque a Él siempre lo tenemos. Nada ni nadie nos podrá quitar la presencia de nuestro Dios. Esto no implica rechazar lo humano, es cuestión de reacomodar nuestra escala de valores. Deseando a Dios por sobre todas las cosas como fuente de nuestra felicidad, ser capaces de disfrutar de todo lo que Él mismo nos regala para ser feliz: afectos, familia y amigos, posesiones espirituales y culturales, bienes instructivos y materiales… y todo lo bueno que nos podamos imaginar.

¿Busco a Dios como fuente de la felicidad auténtica? ¿EDUCO mis deseos para ser feliz? ¿Reoriento mis anhelos para que se dirijan siempre a Dios en primer lugar? ¿Cómo reacciono ante la sociedad de consumo que me impone determinados “objetos” para ser feliz? ¿Estoy obsesionado por conseguir las cosas de última moda para ser feliz? ¿Intento purificar mis deseos sobre todo cuando percibo que en lo terreno siempre se termina con una suerte de “insatisfacción” al no poder ser “saciados”? ¿Termino de captar que con Dios cuento siempre? ¿Dejo que la presencia del Señor purifique mis deseos y me lleve a desearlo cada vez más a Él? ¿Ayudo a mis hermanos a EDUCARSE en el deseo purificado para ser felices?

+Mons. Gabriel Mestre

Obispo de Mar del Plata

Argentina

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