La diversidad entre las Iglesias: un desafío y una inmensa riqueza

La diversidad entre las Iglesias: un desafío y una inmensa riqueza

El testimonio de Beatriz Sarkis, focolarina brasileña, sobre el camino recorrido entre el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos y la “World Evangelical Alliance”. “Es en la comunidad local donde juntos se puede testimoniar la unidad”.

«Desde pequeña, el lugar de mis sueños era Canadá. Claro que nunca hubiera pensado ir y menos a una pequeña ciudad de nombre Saskatoon, en las praderas del Saskatchewan. Y es todavía más hermosa la ocasión que me llevó a ese lugar: fui para asistir a la última sesión de la Consulta entre la “Alianza Evangélica Mundial” (World Evangelical Aliance-WEA) y el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que integro desde el 2009.

Recuerdo, que, segura de la experiencia emprendida con los luteranos del Sur de Brasil, pensaba que iba a recorrer un camino seguro. Pero, desde el primer contacto, me di enseguida cuenta de que se trataba de otra realidad. Encontraba un grupo de Evangelicals – en algunos países son llamados ‘Evangélicos’, en otros países ‘Evangelicales’- con ellos participan grupos de cristianos de distintas confesiones: luteranos, reformados, bautistas, pentecostales, menonitas y anglicanos. Entre ellos se identifican con un proyecto misionero común aunque son Iglesia de forma muy distinta cada grupo.

Los participantes eran trece -cinco católicos y ocho evangélicos-. Yo era la única mujer y la única laica. Los países de procedencia expresan la riqueza del grupo: Brasil, Canadá, Colombia, Filipinas, Alemania, Guatemala, Italia, Kenia, España y los Estados Unidos. Viví una semana inolvidable intercalada con oración, estudio, reflexión y discusiones, a veces fuertes.

¿Qué tenemos en común? ¿Qué nos separa? Son preguntas que nos permitieron conocernos mejor sobre todo a nivel confesional y misionero.

La diversidad que encontré fue una inmensa riqueza y un serio desafío. En primer lugar, tratamos de aclarar nuestras posiciones para tratar de superar los conflictos a través de un diálogo vivido en la verdad y en la caridad. No fue fácil y las dificultades no faltaron. Sentíamos el dolor de la división. Nos dimos cuenta de que existe un largo camino por recorrer.

¿Qué hacer? ¿Dejar las cosas así como están o avanzar? Personalmente, descubrí que cada obstáculo puede convertirse en una ocasión de diálogo y una invitación a tener una medida de amor todavía mayor. Se trata de enfrentar las dificultades a la luz del Evangelio: trabajar como auténticos discípulos de Cristo. Entre los católicos había obispos, sacerdotes y laicos. Inclusive nosotros, procediendo de países y realidades diferentes, teníamos puntos de vista distintos, pero, juntos, hicimos una experiencia vital de plena comunión, que nos llenó de alegría.

Una comunión real y fraterna, que se fue construyendo en el correr de los años, junto con la esperanza de que cada uno de nosotros puede contribuir a la reconciliación entre católicos yevangelicals en su propia tierra. Ahora estamos esperando la publicación de la síntesis final de esta Consulta.

El papa Francisco, como fruto de una experiencia personal, de amistad consolidada con ellos, ha comenzado una nueva “marcha” hacia este diálogo. Y, alentados por él, quisiéramos promover por doquier esta experiencia, porque es en la comunidad local donde se puede vivir juntos; es allí que nos perdonamos recíprocamente; es allí que podemos dar el testimonio que nos pidió Jesús: “Por esto todos reconocerán que son mis discípulos, por el amor de unos hacia otros” (Jn, 13, 35)».

Comentá la nota