Desde la Iglesia lamentan el fuerte aumento de los abortos no punibles en la Capital

Desde la Iglesia lamentan el fuerte aumento de los abortos no punibles en la Capital

El presidente de la comisión de Salud del Episcopado, el obispo Alberto Bochatey, dijo que “duele y horrorizan” el millar de fallecidos por el Covid-19, pero se preguntó si también ocurre lo mismo con “los más de 8.000 muertos” por el protocolo abortivo.

El presiente de la comisión de Salud del Episcopado, el obispo Alberto Bochatey, lamentó el fuerte aumento de la cantidad de abortos no punibles en los últimos cinco años y si bien consideró que “no es el momento de abrir el debate sobre el aborto”, señaló que “tampoco es el momento de declarar el aborto como algo esencial y aprovechar el drama de la pandemia para ganar terreno e imponer lo que la ciudadanía rechazó, por medio de sus legisladores, el año pasado”.

Según datos de la Coordinación de la salud Sexual, Sida e Infecciones de de Transmisión Sexual de la ciudad de Buenos Aires publicados recientemente por el diario La Nación, mientras en 2014 –cuando se empezó a proveer de misoprostol a los centros de salud- se hicieron 91 interrupciones legales del embarazo (ILE), el año pasado fueron 8.388, solo en el sistema sanitario público porteño, lo que implica un aumento de casi cien veces.

De estas 54 fueron a menores de 10 a 14, 1.133 a chicas de 15 a 19 y el resto, de 20 a 49.  

“Nos duele y nos horroriza los más de 800 muertos que ya ha provocado el Covid-19. ¿Nos duele y nos horroriza los más de 8000 muertos que declara el estudio de CABA a causa de abortos legales?”, se preguntó Bochatey.  Y señaló que “el drama de aborto no lo resuelve un Protocolo con una sola perspectiva ‘científica sanitarista`, sino que necesita de un replanteo profundo y fundamental, a su debido tiempo y sin privilegios políticos o ideológicos”.

La siguiente es la reflexión completa del obispo Bochatey –que es auxiliar de la arquidiócesis de La Plata- a pedido de Valores Religiosos.

Estamos en un momento muy difícil y tenso en el desarrollo de la pandemia del Covid-19 en nuestro país.  Especialmente en CABA y en el AMBA que concentran casi el 90 % de los contagios.

Tal vez no sea el momento de tratar el problema del aborto, pero un estudio publicado sobre la aplicación del Protocolo de ILE en CABA y la participación explícita de autoridades sanitarias del Poder Ejecutivo Nacional en la conferencia de prensa cotidiana en la que se informa a toda la ciudadanía la cantidad de contagiados, curados y fallecidos por el Covid-19, alentando y declarando prioritario e indispensable la realización de abortos, nos sorprende e interroga.

Lo primero que surge es pedir a las autoridades tener en cuenta el principio de coherencia.  Llevamos más de 90 días con una cuarentena única en la historia de Argentina, se tomaron medidas laborales y sociales rigidísimas para evitar el contagio y sobre todo (¡con justa razón!) las muertes tanto de ciudadanos de la tercera edad como de cualquier otro.  Estas medias que sin duda están provocando una debacle económica, social y humanitaria, se la justifica porque no se quiere ni una sola muerte más. 

El Presidente y sus Ministros nos lo han dicho varias veces con palabras tales como: “no me corran por levantar la cuarentena”.  “No hay nada más importante que la salud y la vida de todos y de cada uno.” 

“Entre defender la economía y defender la vida, vamos a defender la vida.”  Nos duele y nos horroriza los más de 800 muertos que ya ha provocado el Covid-19.  ¿Nos duele y nos horroriza los más de 8000 muertos que declara el estudio de CABA a causa de abortos legales?

El 14% de esos abortos lo realizaron mujeres niñas de entre 10 a 19 años: un gravísimo problema humano y social.  El 71% los realizaron mujeres de entre 20 y 34 años: esto demuestra que más que un problema de salud pública es un problema de conducta personal de mayores de edad.  El 88% de las mujeres que abortaron, argumentaron problemas de salud: ¿estamos seguros de que la única cura/terapia de esos problemas de salud consistía en la muerte de los/las por nacer?

Insisto, no es el momento de abrir el debate sobre el aborto, pero tampoco es el momento de declarar el aborto como algo esencial y aprovechar el drama de la pandemia para ganar terreno e imponer lo que la ciudadanía rechazó, por medio de sus legisladores, el año pasado.

Necesitamos retomar fuerzas y esperanza, desde la armonía gozosa de la ciencia dura, la ciencia social y la ciencia del espíritu.  La salud integral no puede ignorar los valores y las necesidades psicológicas, emocionales y espirituales de los ciudadanos.  Imponer exclusivamente una visión cientificista dura proviene de una perspectiva irracional y empobrecida de la realidad humana. 

Otra cosa que destruyó el Covid-19, es “la certeza” del dato científico. Cómo nunca, hemos asistido a contradicciones científicas y de “expertos”, cambio de criterios, equívocos de las autoridades tanto nacionales como internacionales (decepcionó la OMS!), incertezas de cómo proceder y cómo controlar los contagios, inseguridades y peleas entre líderes políticos y científicos (a veces como si fueran vecinos de barrio…), insultos y agresiones.  No encontramos estadistas de fuste, sucumbimos ante líderes perplejos.

Todos esto, nos confirma en la convicción que el drama de aborto no lo resuelve un Protocolo con una sola perspectiva “científica sanitarista”, sino que necesita de un replanteo profundo y fundamental, a su debido tiempo y sin privilegios políticos o ideológicos.  Entre defender la vida y el relativismo, defendamos la vida.

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