Por Ramón Antonio Pérez

Nunca se dijo que el trabajo de la Iglesia iba a ser fácil. Precisamente, las mayores tentaciones con las que se ha lidiado a lo largo de dos mil años de historia son las divisiones impulsadas por quienes fueron miembros de ésta. De hecho, en una de las muchas oraciones de Jesús recogida en los Evangelios, el propio Salvador de la humanidad levantando sus ojos al cielo, clamaba: “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros” (Juan 17, 11).

La Iglesia católica en Venezuela no ha sido la excepción en cuanto a estos ataques. Con los inicios del siglo XXI, un reducido grupo de ex sacerdotes y ex seminaristas intentan conformar varias iglesias: “Nacional”, “Anglicana”, “Reformada” o “Apostólica, contando con la libertad de culto que reconoce la Constitución Bolivariana, pero también con el apoyo del Gobierno que rige en el país desde hace 16 años.

La diócesis de Guarenas está atravesando por este tipo de ataques, más para confundir a la feligresía que para buscar adeptos entre el clero desde donde estos han manifestado su unidad y fidelidad a la Iglesia de Roma y al Papa Francisco.

Pero lo mismo ocurre en la metrópolis de Caracas y en otras jurisdicciones eclesiales del interior del país.

“Con mucha prudencia y con el debido respeto a la libertad de culto quiero señalar que se trata de una serie de personas cuyos líderes o han sido sacerdotes que por diversas circunstancias dejaron su ministerio sacerdotal, o seminaristas que por diversas razones fueron invitados a no culminar su proceso de formación”, dijo en un comunicado firmado el primero de junio monseñor Gustavo García Naranjo.

La preocupación proviene luego de recibir una serie de denuncias ante lo cual alerta a párrocos, diáconos, catequistas y feligreses de la presencia de falsos “sacerdotes católicos”, pertenecientes “a unas nuevas iglesias” y que han venido ofreciendo sus servicios en el eje diocesano que comprende Guarenas, Guatire y Barlovento.

Usurpación de funciones en Venezuela

Ante tan “delicada y novedosa situación”, indica que estos “grupos usando indebidamente atuendos y ritos propios de la Iglesia católica atentan contra lo tipificado en el Capítulo VI del Código Penal Venezolano”, relativo a la usurpación de funciones. El artículo 214 habla de lo que enfrentará “cualquiera que usare indebida y públicamente hábito, insignias o uniformes del estado clerical o militar…”.

Explica que los falsos curas “ofrecen una serie de oficios religiosos (…): catequesis, bautizos, comuniones confirmaciones, con preparación muy deficiente, celebraciones eucarísticas, exequias,... que sin previo aviso se presentan en las funerarias y cementerios confundiendo la fe sencilla del pueblo, ocasionando confusión y engaño entre quienes pensando que son sacerdotes católicos acuden de buena fe a sus servicios”.

Ruptura con la Iglesia de Cristo 

“Como obispo de la diócesis actuando como Cristo Buen Pastor que defiende a sus ovejas y en plena comunión con el Papa y la Iglesia universal quiero señalar que se trata de personas que han hecho una opción de “ruptura” con la Iglesia católica, y no tienen ningún reconocimiento por parte de la jerarquía eclesiástica y sus actuaciones no deben ser seguidas ni aplaudidas por ningún bautizado católico”, indica el prelado.

“Tanto ellos como los que les sigan conscientemente rompen con la unidad de la Iglesia y deben tener muy en cuenta lo que dice el Canon 1364 del Código de Derecho Canónico: “El apóstata de la fe, el hereje o el cismático incurren en excomunión latae sententiae”.

Si se trata de clérigos, pueden recibir otras sanciones indicadas en el canon 1336, previene monseñor García Naranjo.