«Corea necesita misericordia ahora más que nunca»

«Corea necesita misericordia ahora más que nunca»

Mientras aumenta la tensión politica y militar en el extremo Oriente, la iglesia vuelve a lanzar su compromiso y la constante oración por la paz y la reconciliación. Las palabras del cardenal Yeom, arzobispo de Seul

Por PAOLO AFFTATO - ROMA

«Una de las principales intenciones de oración en este Jubileo es la reconciliación de la península coreana. Rezamos especialmente por nuestros hermanos del Norte: que Dios tenga misericordia de Corea». La invocación sale de los labios del cardenal Andrew Yeom Soo-jung, arzobispo de Seul, mientras aumenta la tensión entre Corea del Norte y Corea del Sur que está preocupando a los líderes de las grandes potencias mundiales. Y ahora más que nunca en el extremo Oriente s necesita una mirada geopolítica basada en el criterio de la misericordia, como dicen muchos observadores refiriéndose a Papa Francisco.

Corea del Norte amenaza, efectivamente, con «ataques nucleares preventivos y ofensivos» en contra de los Estados Unidos y de Corea del Sur, que han llevado a cabo ejercitaciones militares conjuntas, después de las nuevas sanciones en contra de Pyongyang, las más duras de los veinte años, y que fueron decididas unanimemente por el Consejo de Seguridad de la ONU, con los votos de China y Rusia.

La Iglesia coreana, para no ser un espectador más, dirigió un fuerte llamado a los gobernantes de Seul y de Pyongyang, pidiendo que vuelvan a recorrer «senderos de paz» en la península del Asia oriental.

La comisión episcopal para la Justicia, paz y la reconciliación recordó las heridas de un conflicto que todavía no ha concluido oficialmente, y expresó el deseo de que ambas partes hagan un esfuerzo de colaboración y dialogo, presupuestos indispensables para que florezca la paz. «La verdadera paz es posible solo mediante el perdón y la reconciliación», recordaron los obispos, que invitaron a tener en cuenta a las futuras generaciones y insistieron que «mediante la oración, la Iglesia participa en el compromiso por la paz».

El cardenal arzobispo de Seul, Andrew Yeom Soo-jung, en una conversación con Vatican Insider, recordó: «Nació un movimiento especial de oración en ocasión del Jubileo de la misericordia. Tal vez en el Norte sepan que la Iglesia vive un Jubileo, pero el gobierno no permitirá que haya actividades o celebraciones especiales. Alguno podría abrir la Puerta santa de su corazón y estar en comunión espiritual con la Iglesia universal».

«Ahora es la cadena de la oración lo que nos une a los fieles que están más allá de la ‘cortina de bambú’. Instituimos en Seul una especie de gemelaje espiritual con las 57 Iglesias que había en Pyongyang. Entre las comunidades de nuestra arquidiócesis, cada parroquia tiene la tarea de rezar por una de las 57 Iglesias de Corea del Norte, aunque ya no existan. Se pueden construir los muros de una iglesia, pero no al pueblo e Dios: como comunidad de personas, para nosotros sigue estando viva».

«La otra modalidad con la que demostramos nuestra cercanía —prosigue Yeom— es la ayuda humanitaria: las condiciones económicas de la población en el Norte no son buenas, hay mucho sufrimiento y la arquidiócesis de Seul, como toda la Cáritas coreana, provee ayuda concreta a los hermanos que viven en la indigencia».

Sobre los fieles católicos del Norte, Yeom, que también es administrador apostólico de Pyongyang, observó: «En Corea del Norte no hay sacerdotes ni monjas, y las relaciones con las comunidades locales son imposibles, pues el gobierno no las permite. La condición es objetivamente difícil. Nos gustaría enviar sacerdotes para celebrar la Misa durante las mayores solemnidades del calendario litúrgico. Sin embargo, debido a la situación actual, las posibilidades no parecen muchas. Nos duele la situación de tensión, pero seguiremos rezando para que puedan nacer otras oportunidades».

«No sabemos cuántos son los fieles católicos que quedan en el Norte —explicó el arzobispo—, ni quienes sean; cada vez que, en casos muy raros, un sacerdote del Sur celebra una misa en la catedral construida por el gobierno del Norte en 1988, los rostros y las personas cambian. Por ello nos es imposible si hay auténticos fieles. Navegamos en la oscuridad. Sabemos que en 1955 había en Corea del Norte alrededor de 50 mil católicos. Pero todos los que entonces tenían 20 años ahora tienen 80. Según algunos cálculos, habrían quedado alrededor de 3 mil. Pero, desgraciadamente, no podemos verificarlo».

La fe se vive en el silencio y a escondidas, recordó Yeom: «Muchos vivirán la fe como cripto-cristianos: un sacerdote protestante dijo que un fiel rezaba frente a un muro blanco, porque debajo del tapiz tenía escondido un crucifijo. Nuestra Iglesia siempre ha tenido mucha preocupación pastoral por los fieles del Norte: son nuestros hijos y hermanos».

Pero la esperanza todavía no ha muerto: «Recuerdo que en un primer momento —añadió—, en la Iglesia y en la sociedad coreana se hablaba de ‘misión’ en el Norte, mientras que la situación al otro lado de la frontera ya era muy difícil, tanto a nivel de fe como a nivel económico. Luego, a partir de 1995, cambió el paradigma y se empezó a hablar de reconciliación. Y nació el Comité para la reconciliación». 

«Desde 1995 —concluyó el cardenal sudcoreano— se llevó a cabo en los Estados Unidos un encuentro entre fieles del Norte y del Sur, con el compromiso de rezar constantemente los unos por lo otros. Desde entonces, cada martes en la catedral de Seul se celebra una misa por la reconciliación y se reza con las palabras de Francisco de Asís, todavía válidas: ‘Señor, haznos instrumentos de tu paz’».

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