Los cinco pilares de la islamofobia

Los cinco pilares de la islamofobia

La situación de los musulmanes en occidente se encuentra bajo amenaza

La situación de los musulmanes en occidente se encuentra bajo amenaza. El aumento de la cifra de crímenes de odio anti-musulmán es sólo una de las consecuencias más visibles. En el Reino Unido, los escolares musulmanes están sufriendo una "reacción negativa" a modo de abuso, de acuerdo con los sindicatos de la enseñanza; las mujeres musulmanas son víctimas de más de la mitad de los ataques islamófobos, señala Tell Mama.

Aunque los delitos violentos contra los musulmanes son comprensiblemente un asunto de gran preocupación para musulmanes y el movimiento anti-racista, sería un error pensar que la islamofobia representa sólo un problema de racismo encarnado por una pequeña minoría en las calles, o en aquellos que se sitúan en los márgenes de la política. El hecho es que este mal se encuentra profundamente arraigado en nuestra política y nuestra sociedad, y se trata de un problema más grave de lo que muchos escritores han reconocido.

Además, si bien la mayoría de los informes sobre la islamofobia sugieren que el racismo anti-musulmán es simplemente una cuestión de prejuicios -que puede tener consecuencias sociales-, la islamofobia tiene que ser entendida como algo más que un problema de ideas racistas.

Objetivos legítimos

Obviamente, estos aspectos son una parte clave de la islamofobia, pero para que tales ideas resulten eficaces es necesario que se desarrollen en la práctica- que sen producidas, difundidas, institucionalizadas e implementadas de forma activa en las nuevas políticas. El racismo anti-musulmán se sustenta en lo que llamamos los "cinco pilares" de la islamofobia.

El primero y más importante de estos pilares lo constituyen las instituciones del Estado -en particular, el creciente aparato de "lucha contra el terrorismo", el nexo clave de instituciones y prácticas que se centran en la persecución de "extremistas" y de aquellos que supuestamente se han "radicalizado".

La imprecisión con la que estos conceptos se definen y son llevados a la práctica en el discurso oficial, junto con las prácticas rutinarias de los servicios policiales y de inteligencia, supone que muchos miles de personas, incluidos no musulmanes, sean considerados como un blanco legítimo de sospecha, vigilancia y seguimiento por parte de servicios de inteligencia.

Algunos autores académicos ven el estado como progresista, o por lo menos neutral, y capaz de ayudar a combatir el racismo anti-musulmán mediante la creación de espacios para la participación e integración cultural y cívica de los musulmanes. Pero en nuestra opinión, el Estado no es neutral.

La política de lucha contra el terrorismo se presenta muy desfavorable para los musulmanes (y otros) a través de una legislación excepcional, la incapacitación preventiva y la vigilancia por parte de servicios de inteligencia. Y el aparato contra el terrorismo se ha extendido desde su nucleo tradicional, focalizado en los servicios policiales y de inteligencia, hasta ocupar casi todas los brazos del Estado, desde escuelas y universidades a bibliotecas.

Un frente relativamente nuevo en la guerra por desplazar a los musulmanes de la esfera pública es el sector de las ONG. La Comisión de Caridad, encabezada por el neoconservador Lord Shawcross, ha presidido un aumento significativo en las investigaciones de organizaciones caritativas musulmanas. El think thank Claystone informó de que la Comisión de Caridad había marcado a 55 organizaciones benéficas británicas con el nuevo código de "extremismo y radicalización", sin el conocimiento de las propias organizaciones, y que las organizaciones caritativas musulmanas se veían desproporcionadamente afectadas.

La extrema derecha

Los otros cuatro pilares de la islamofobia son los movimientos sociales o políticos que refuerzan el estado o lo empujan más hacia la derecha -movimientos sociales "desde arriba", tal como lo presentaron los sociólogos Laurence Cox y Gunvald Nilsen. Con esto se refieren a la "agencia colectiva de los grupos dominantes".

El primero es el más ampliamente conocido -la extrema derecha-. Sus representantes tradicionales en el seno de los partidos neofascistas han dado todos un giro anti-musulmán, pero se han visto unidos en los últimos años por una plétora de nuevos partidos (como los Demócratas de Suecia, el Partido del Pueblo Danés y el UKIP del Reino Unido), movimientos populares como la Liga de Defensa Inglesa (English Defence League), el PEGIDA en Alemania (y el Reino Unido, Austria, Dinamarca, Noruega y Suecia), y el "movimiento contra-jihad", que opera en casi todos los países de la UE, así como en los EE.UU.

La extrema derecha no está claramente delimitada y hay todo tipo de solapamientos con otros segmentos de los movimientos sociales desde arriba, que a su vez están interpenetrados. Incluye el movimiento neo-conservador, muy activo en la UE, así como en EE.UU., su país de origen; el movimiento sionista; y una serie de corrientes de izquierda / liberales como la izquierda pro-guerra o "decente". 

Los tres son movimientos transnacionales que parten desde arriba y tienen conexiones con grupos más de derechas, así como con los más convencionales movimientos conservadores e ciertamente de derechas, los think tanks neoliberales.

Estos movimientos sociales, aunque divididos en algunos asuntos, funcionan de forma conjunta -en combinación con el estado- para producir, reproducir y promulgar el racismo anti-musulmán, estableciendo en el proceso los límites políticos y las medidas prácticas que aseguren la subordinación de los musulmanes de a pie.

Tomen como ejemplo a la neo-conservadora Henry Jackson Society (HJS), un think tank que reúne a neo-conservadores clave de Estados Unidos y del Reino Unido, tal como William Kristol y Richard Perle. Entre los principales patrocinadores financieros  de la HJS ha estado el conservador Stanley Kalms, ex-tesorero del Partido Conservador y presidente vitalicio de DSG International (anteriormente Dixons).

Kalms es un miembro destacado del conservador Amigos de Israel, aunque en 2009 coqueteó con el UKIP. Ha apoyado a la HJS y a su predecesor, el Centro para la Cohesión Social a través de su Fundación Alternativas Tradicionales y la Fundación Stanley Kalms, y sus vínculos con las principales corrientes del conservadurismo se ilustran en su apoyo financiero al Instituto para los Asuntos Económicos y el Centro para la Justicia Social.

Kalms parece tener opiniones un tanto "radicales" sobre los musulmanes y el islam-

Según Tony Lerman, el escritor y "prescrito" sionista, Kalms estuvo presente en una reunión celebrada el 17 de noviembre 2006, donde dijo: "La mayoría de los musulmanes no quieren integrarse... En última instancia, se alinearían con los fundamentalistas". Los movimientos sociales desde arriba, incluyendo la extrema derecha y elementos de los movimientos neo-conservadores y sionistas, desempeñan un papel activo importante en el fomento del racismo anti-musulmán.

No vamos frenar la ola de islamofobia solamente por hacer frente a la amenaza del UKIP en el terreno político, o del EDL y de otros sectores del trasnacional "movimiento contra-jihad" en las calles.

También tenemos que centrar nuestra atención en los elementos integrantes de los movimientos neo-conservadores y sionistas (también transnacionales) que proporcionan información, "investigación" y apoyo que puede arrastrar al Estado y a la política hacia una ideología de derechas y propugnar políticas islamófobas; lo hemos visto esto en el Reino Unido con la revisión del programa "Prevenir" en 2010 (trazado sobre la base del material del neo-conservador Centro para la Cohesión Social) y en la Ley Contra el Terrorismo y de Seguridad de 2015.

La disidencia criminalizada

Lo más importante, tenemos que entender que se trata del Estado en sí mismo y de su maquinaria de vigilancia y represión, el que está a la vanguardia en asegurar que los musulmanes son colectivamente empujados al el filo de la vida pública con consecuencias de extrema gravedad a corto, medio y largo plazo para la política democrática.

La intención parece clara: la disidencia, ya sea por medio de organizaciones musulmanas, movimientos sociales o sindicatos, está tipificada como delito para proteger a nuestros gobernantes de la presión desde abajo.

Es un triste comentario acerca del estado de histeria que hay sobre el Islam en el Reino Unido hoy día, que llega hasta tal punto que incluso documentar las evidencias sobre la islamofobia está visto como una prueba de "extremismo" o "radicalización".

Simplemente, al escribir este artículo, hemos entrado potencialmente en lo que la policía ha llamado el "espacio pre-delictivo", lo cual es suficiente para merecer una atención no deseada por parte de los servicios de inteligencia y las agencias policiales -y nada que decir sobre los columnistas de la prensa conservadora-.

Fuente: Onislam

*Este artículo se basa en una ponencia presentada durante la Conferencia para Entender Conflictos celebrada en la Universidad de Bath, entre los días 8 y 11 de junio de 2015; y ha sido reeditada por OpenDemocracy.net y, posteriormente, por Onislam bajo licencia Creative Commons de Atribución No Comercial 3.0.

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