Para Juan lo esencial de la cruz era el Rey Jesús, el Mesías cumpliendo todas las profecías del A.T.
Por: Wolfgang Streich.
Cuando lo crucificaron, los soldados romanos tomaron sus ropas y las dividieron en cuatro partes, una para cada soldado. Pero su túnica era sin costuras, de una sola pieza, y dijeron: «No la rompamos. Echemos suertes a ver quién se la queda». Esto confirmó las Escrituras que dicen: «Se repartieron mis ropas y echaron suertes sobre mi manto». (¡Los soldados validaron las Escrituras!)
Mientras los soldados se cuidaban, la madre de Jesús, su tía María, esposa de Cleofás, y María Magdalena permanecieron al pie de la cruz. Jesús vio a su madre y al discípulo a quien amaba de pie junto a ella. Le dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Y le dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Desde ese momento, el discípulo la aceptó como su madre. (19. 23-27 MSG)
El Evangelio de Juan dedica menos espacio a los detalles de la crucifixión en comparación con los otros evangelios debido a su enfoque principal en la revelación de Jesús como el Hijo de Dios y el significado teológico de su muerte.
La crucifixión es vista como la culminación de su sacrificio redentor. Juan busca enfatizar la gloria y el propósito divino de la crucifixión, más que los detalles del sufrimiento físico.
Me parece muy importante la perspectiva de Juan. También hay que señalar que Juan fue el único de los discípulos que estuvo al pie de la cruz, porque los otros 10 habían huido, se acobardaron; no se nos dice a dónde fueron.
No es que no haya sido importante el tema de la crucifixión, pero para Juan era más importante hablar del Rey Jesús, el Mesías, que estaba cumpliendo allí todas las profecías del Antiguo Testamento. Y de paso, en estos versículos se cumplen:
“Como perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme.Se repartieron entre ellos mi manto y sobre mi ropa echaron suertes”. (Salmos 22. 16-18 NVI)
Comparto otras profecías relacionadas al texto:
Génesis 3.15, Salmos caps. 22 y 41; Isaías 53; Zacarías caps. 12 y 13.
Sería extenso analizar cada una de las profecías; no debemos olvidar también el libro de Daniel, donde también existen varias referencias sobre este tema. Lo que sí debo enfatizar es que Dios cumple sus palabras. Su comunicación es clara y confiable.
El texto también nos habla del carácter de Jesús. No gritó por las calles, no insultó a los soldados, no maltrató a la gente que le gritaba barbaridades. Luego miles de cristianos fueron mártires dando testimonio de quien fue el Gran Mártir.
En el evangelio de Juan el texto salta a una escena familiar, donde Jesús consuela a su madre, y la entrega al cuidado de Juan. Aunque hay varias interpretaciones de esto, creo que posiblemente también los hermanos y hermanas de Jesús fueron a esconderse, y Juan debió acompañarla unos días. Más adelante vemos a María como miembro de la iglesia, y también a algunos de los hermanos de Jesús, que seguramente le acompañarían el resto de su vida. Y posiblemente, Juan también estaría cerca de María.
Y qué más significa todo esto:
He visto varios videos en YouTube donde algunas personas argumentan en contra de la doctrina de la expiación de los pecados en la cruz, y en contra del tema de la ira de Dios.
Yo creo fervientemente en la expiación sustitutiva en la Cruz, pero no creo en una “ira de Dios” similar a la nuestra. Alguien debía morir en lugar del pecador, y la única persona que podía hacerlo era el mismo que nos creó. Pero me distancio de la imagen de un Dios vengativo y sanguinario. Eso sería ir en contra del evangelio de Jesús, presentado en el Padre del hijo pródigo, y en muchas otras metáforas presentadas en la Biblia. No creo en un Dios sanguinario.
El evangelio presenta a un Dios que por amor dio a su Hijo, para que todo aquél que en él crea, no perezca, más tenga vida eterna. (3.16)
Lo que Juan deja claro es que Cristo murió voluntariamente para el cumplimiento de las Escrituras.
La muerte de Jesús es el evento central para la salvación y la reconciliación con Dios. A través de la muerte de Cristo, se ofrece la posibilidad de perdón de pecados y una nueva vida para los creyentes, tanto judíos como gentiles. La muerte de Jesús no es un final trágico, sino un acto de redención que abre las puertas a la salvación y a una nueva vida en Cristo.
El apóstol Pablo explica muy bien en Colosenses 2, qué es lo significa realmente la muerte de Cristo:
“Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus transgresiones. Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo, al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la Ley. Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las autoridades y, por medio de Cristo, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen, beben o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de sábado. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo”. (Colosenses 2. 13-17 NVI).
La muerte de Jesús, para Pablo, es una muerte liberadora. Nos libera del legalismo, nos libera del ritualismo, nos libera de la tradición, y claro, ¡Sí! nos libera del pecado y de la muerte. Gracias a la muerte de Jesús.
“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos confianza para entrar en el Lugar Santísimo por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, lo cual hizo por medio de su cuerpo”. (Hebreos 10. 19-20 NVI)
Hasta aquí, Bendiciones y ¡hasta la próxima!
Comentá la nota