Calcedonia: un nuevo pacto entre los obispos cristianos

En el lugar donde se realizó el IV Concilio Ecuménico, un solemne compromiso de vivir la fraternidad entre obispos de varias iglesias, para borrar el pasado y abrir nuevos caminos de unidad entre las iglesias cristianas.

La ruta del 34° convenio de obispos de varias iglesias promovido por los Focolares llega hacia tierra firme. Una jornada pesada y lluviosa acompaña la movilización desde el Monasterio de Halki a Calcedonia. Después de una hora de navegación, se llega a Kadikoy, la antigua Bitinia, donde se desarrolló el IV Consejo Ecuménico en el 451.

El grupo de los 35 obispos de 16 iglesiases acogido en la iglesia de Cristo Rey a la que le compete un vasto territorio donde viven unas 3 mil personas de la comunidad armena local.

El párroco explica por qué el Concilio de Calcedonia se realizó cerca de esta iglesia donde se recuerda el martirio de Santa Eumefia que tuvo lugar el 16 de septiembre del 303. Estaba en discusión una cuestión fundamental del cristianismo: la naturaleza humano-divina de Cristo. Como los padres conciliares no lograban ponerse de acuerdo, le confiaron la resolución al Espíritu Santo, que en Oriente la gente percibe como femenino. Por eso se confiaron a Santa Eufemia, porque era mujer.

Este lugar tan significativo e histórico ofrece la inspiración para comprender que «el camino hacia la unidad en la diversidad –dijo el Cardenal Francis Kriengsak – a veces es fatigoso y doloroso, pero si somos fieles no puede no generar frutos para los siglos».

Como es tradicional en estos congresos de obispos, siguió un pacto solemne de amor recíproco que involucró a todos los presentes en la promesa de “estar dispuestos a dar la vida los unos por los otros” según el mandamiento de Jesús “que se amen los unos a los otros como yo los he amado”. Inspiración acompañada por la lectura de las palabras del Patriarca Atenágoras: «Si dejamos de lado las armas, si nos despojamos de nosotros mismos, si nos abrimos al Dios-hombre que hace nuevas todas las cosas, entonces él borra el pasado negativo y nos restituye un tiempo nuevo donde todo es posible».

Cada uno firmó, delante de un ícono mariano, sellando el compromiso. «El pacto de amor recíproco entre los obispos de distintas iglesias –explica Brendan Leahy, obispo católico de Limerck en Irlanda – es un llamado constante a abrirme, a no encerrarme en mi diócesis. Quiere decir evitar la superficialidad para ir a la raíz de nuestro ser cristianos y obispos». Per Michael Grabow, obispo luterano de Augsburg «es un compromiso a vivir la radicalidad del amor que me recuerda que, aunque somos de distintas iglesias somos hermanos y hermanas». Geoffrey Rowell, obispo y teólogo inglés y anglicano, recordó que «estamos unidos por el mismo pacto también con los obispos que fueron raptados en Aleppo, en Siria, de quienes no sabemos nada. Mientras los medios los olvidan, nosotros los queremos recordar siempre porque estamos unidos por una fraternidad común». «En nuestro trabajo cotidiano de obispos –comenta el metropolita de india Theophilose Kuriakose de la iglesia copta-ortodoxa siria- escuchamos a mucha gente para resolver sus problemas, pero algunas veces me siento solo porque no hay nadie que escuche los nuestros. Tengo necesidad de sentir la unidad, la fraternidad que nos hace hermanos sin derogar, naturalmente, mi unión con Dios y mi elección de Jesús crucificado y abandonado. Este pacto me queda marcado en el corazón, de da fuerza y me hace sentir responsable de la comunión con los otros».

Del enviado Aurelio Molè

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