Brasil: La vida religiosa, contra la trata de personas

¿Cómo ser presencia de Dios entre éstos que sin duda son los últimos de los últimos?

Por Luis Miguel Modino

Uno de los desafíos a los que todo cristiano se enfrenta es hacerse presente entre aquellos que la sociedad ignora, desprecia, se aprovecha, explota... Es lo que el Papa Francisco llama "periferias existenciales" y en las que cada vez habita más gente.

Entre los colectivos que forman parte de esas periferias están aquellos que sufrenexplotación sexual, casi siempre mujeres, muchas veces menores de edad, que se ven sometidas a este tipo de abusos, con el placet de una sociedad que se calla, por miedo, por dejadez, por interés... o por tantos otros motivos que ponen de manifiesto la necesidad de que las cosas cambien.

Para intentar que la situación sea diferente, en 2006, la Confederación de los Religiosos Brasileños (CRB, por sus siglas en portugués), creó la "Rede um Grito Pela Vida", con el objetivo de combatir la trata de personas. Extendida por casi todos los estados del país, está constituida por 250 religiosos y religiosas de diferentes congregaciones que se articulan en núcleos, intentando así ser una voz profética para la sociedad brasileña.

De hecho, en la sociedad falta esa conciencia que permita combatir este crimen de la explotación sexual y de la trata de personas, también para el comercio de órganos o el trabajo esclavo o en condiciones degradantes, donde se ven envueltos muchos niños y niñas de los llamados países del Sur.

Inclusive en algunos sectores de la propia Iglesia Católica, esta red encuentra muchas veces indiferencia a la hora de realizar ese trabajo de concientización. Es verdad que laCampaña de la Fraternidad de 2014, que abordaba este tema, ayudó a tomar mayor conciencia y a que la atención a estas personas haya mejorado, pero no cabe duda de que queda un largo camino por recorrer, como demuestran las estadísticas que hacen referencia a quienes se ven afectados por esta lacra social.

A partir de un trabajo en común con diferentes organizaciones, la red pretende prevenir este tipo de situaciones, realizando una tarea de información con adolescentes y jóvenes, que son las víctimas potenciales. Todo ello a partir de la reflexión y el estudio que ayuden a entender las causas, instruyendo personas que puedan ayudar a combatir la explotación sexual y movilizando a la sociedad para que sea cada vez más sensible a este problema. Además de esto, promoviendo la creación de políticas públicas que puedan ayudar a combatir este mercado del crimen organizado.

El problema de la explotación sexual es común en todo Brasil, pero se acentúa en las regiones Norte y Nordeste. Un reciente informe de la Policía de Carreteras Federal (PRF, por sus siglas en portugués) constata la existencia de casi 2.000 puntos de explotación sexual en los márgenes de las carreteras federales brasileñas, lo que pone de manifiesto que el problema es conocido, aunque las soluciones no aparezcan.

Uno de los puntos donde este problema está presente es Manaos, como constatan Eurides Alves de Oliveira y Roselei Bertoldo, religiosas de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, que coordinan el núcleo de la capital amazónica y que desde allí se hacen presentes en diferentes lugares. Es aquí donde se concentran muchas de las mujeres, buena parte de ellas menores, de la Región Norte del país para después ser llevadas, la mayoría de las veces engañadas, para formar parte de las redes de prostitución, tanto dentro como fuera del país.

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