Como noticiaba recientemente Gaudium Press, hoy por hoy no se sabe cuál es el país con más católicos en el mundo, si México o Brasil.

Pues si bien Brasil supera en mucho a México en número de nacionales, el porcentaje de católicos ha descendido notoriamente en el coloso suramericano.

¿Qué pasó en Brasil?

El diagnóstico es muy simple: En los años 70 el 90% de los brasileños era católico y hoy no alcanza al 50%, y bajando.

Algunos culpan de ese descenso a que una parte significativa del episcopado de esos tiempos – la realidad hoy es un tanto diferente – se alineó con la teología de la liberación, siguiendo los pasos de Mons. Pedro Casaldáliga y otros. Y resulta que la gente, cuando va a una iglesia, quiere que le hablen de fe, de Dios, y no tanto de luchas sociales, vacío que fue llenado y aprovechado por numerosos cultos evangélicos.

A lo anterior se suma una derechización creciente de la opinión brasileña.

En el propio San Félix de Araguaia y sus adyacentes, sede de Dom Pedro, quien ganó en las últimas elecciones no fue el candidato izquierdista sino el actual presidente.

Algunos, como el conocido padre Geraldo, afirman que aún hay resabios de teología de la liberación a todo nivel que obstaculizan la reacción del catolicismo: “Están todos impregnados por la Teología de la Liberación: una minoría de manera consciente, si bien la mayoría no, claro; pero poco importa de cara al resultado final”.

La ‘Iglesia-sindicato’ no pegó, afirman unos.

Pero para el P. Geraldo hay señales positivas en la línea de la tendencia contraria, “muchas realidades católicas interesantes, también ‘de base’, es decir, grupos de laicos libres de las ideologías del pasado, independientes y evangelizadores”.

Veremos. Pero la realidad pide a gritos diagnósticos y proyectos de curas.