Bogado: “el juez Rafecas negoció con Cristina no investigar la denuncia de Nisman”

Bogado: “el juez Rafecas negoció con Cristina no investigar la denuncia de Nisman”

Clava los ojos en los de su interlocutor, y suelta ráfagas de frases llenas de datos y nombres. Ramón Allan Bogado, el ex espía de la SIDE infiltrado entre los militantes pro iraníes que al igual que él terminaron denunciados por Alberto Nisman como parte de un intento por encubrir el atentado a la AMIA a través del pacto con Irán. 

Le dice a Clarín que muchos datos que usó el fiscal fueron recogidos por él mismo, aunque ignora por qué el ex hombre fuerte del espionaje K, Antonio "Jaime" Stiuso, no le habría dicho al titular de la UFI AMIA lo que Bogado supuestamente había descubierto: una red informal integrada por funcionarios, empresarios y embajadores para desviar hacia Teherán vía Caracas información nuclear sensible. 

Según Bogado, aún "incompleta" la denuncia de Nisman habría sido tan peligrosa que el gobierno habría arreglado cauterizarla con el juez que debía hacer lo opuesto, Daniel Rafecas. El rol de Juan Martín Mena, Luis D'Elía y "Yussuf" Khalil en las supuesta diplomacia paralela con Irán.

¿Por qué no declaró hasta ahora todo lo que dice saber respecto a una red de asistencia nuclear a Irán?

En 2015 la denuncia de Nisman fue desestimada, y no pude realizar mi descargo frente a la justicia. Tampoco lo hice públicamente porque temía por mi libertad y la integridad de mi familia. Le recuerdo que por eso me pusieron una custodia. Cuando Nisman presentó su denuncia tomé conocimiento a través de distintos abogados vinculados al ex subdirector de la Agencia Federal de Inteligencia que esa denuncia "estaba controlada", que el juez Rafecas iba a desestimarla y que no se me ocurriera hablar porque iba a terminar preso. Estos mensajeros del doctor Juan Martín Mena eran prestigiosos abogados o funcionarios del poder judicial: Fernando Susini, abogado de Cesar Milani: Norberto Frontini, socio de Susini y en ese momento subrogante en la Cámara de Casación Penal Federal, y Lucio Simonetti, quien era relator de Alejandro Slokar, también juez de la Casación.

¿Usted sugiere que el juez Rafecas arregló con el gobierno de Cristina Kirchner no investigar la denuncia de Nisman? 

A mí se me explicó que la denuncia iba a ser desestimada y que el juez había adelantado el regreso de su licencia -si mal no recuerdo estaba de vacaciones en Uruguay- para coordinar con el Gobierno las maniobras para implementar la desestimación de la denuncia. Me dijeron que el juez estaba requiriendo una presentación de una tal doctora Abbona -la procuradora del Tesoro, a quien yo desconocía en ese momento-, a quien se le había encomendado una defensa institucional del Memorándum, cuando su rol institucional era otro. Pese a ello, Rafecas admitió los aportes de Abonna. Ello demuestra, a mi entender, la desesperación del gobierno de ese entonces por solucionar a la mayor brevedad posible y de cualquier manera este caso en la justicia. Es más, me dijeron que el periodista de Página/12 Raúl Kollman se estaba encargando de difundir unos mails supuestamente escritos por Ronald Noble, el representante de Interpol, que negarían que Argentina buscó hacer caer las alertas rojas de los iraníes acusados por el ataque a la AMIA. Estos oportunos aportes a la causa, abonarían la línea de la desestimación escogida de antemano por Rafecas: eran presentaciones espontáneas pero que tenían la anuencia del juez, que debía rechazar el requerimiento de instrucción que hizo el fiscal Gerardo Pollicita cuando impulsó la denuncia de Nisman ya después de su muerte. A su vez, el Juez Rafecas coordinaba junto con su colega Eduardo Freiler la estrategia en la Cámara Federal. Allí había otro obstáculo de alta dificultad: Germán Moldes, fiscal ante ese tribunal. Por eso se realizaron varias presentaciones entre las defensas para dilatar el recurso de Casación -la Cámara de apelaciones superior a la Federal- y darle finalmente intervención al fiscal Javier De Luca, quien se encontraba alineado en la misma estrategia que vengo describiendo. De Luca desistiría del recurso de Casación y quedaría firme la desestimación. Paralelamente, el gobierno lanzó una fuerte campaña de desprestigio contra Nisman, que incluyó una denuncia por lavado fogoneada por el fiscal Juan Zoni, miembro de la Cámpora y Justicia Legitima, y un sumario administrativo en la Procuración General, a cargo de la fiscal ultra kirchnerista y mano derecha de Alejandra Gils Carbó María Laura Roteta. En este contexto, y viendo la maquinaria de poder que manejaba el Gobierno, para mí era imposible hablar. Ahora sí lo puedo hacer. 

Usted denunció ante el juez Bonadio una supuesta triangulación entre Argentina, Venezuela e Irán, con el supuesto fin de desviar información nuclear a Teherán. ¿Podría explicarla? 

Según la información que pude recabar y los mails y documentos que le entregué al juez, la maniobra incluía distintas operaciones que tenían la cobertura de contratos con Venezuela vinculados a la industria alimentaria, pero que en verdad encubrían el verdadero negocio, que era la transferencia de piezas y maquinaria que se les impedía comprar a Irán debido al bloqueo que le había impuesto la ONU. Como un espejo, Venezuela firmaba los mismos convenios con Irán para darle cobertura a esta suerte de tercería. Lo más curioso es que las empresas que realizaban dichos convenios supuestamente agroalimentarios tenían como objetos societarios cuestiones vinculadas a la industria nuclear. Según la información que fui reuniendo, esta cooperación iniciada supuestamente por Argentina y Venezuela (en los hechos Argentina e Irán) fue en aumento debido a que la intención iraní era obtener cierto know how respecto a un tema específico. 

¿Entre qué años habría funcionado esa red? ¿Quién fue su inspirador y quiénes sus ejecutores? 

La causa se encuentra en plena investigación, por eso no puedo brindar algunos nombres. Pero según averigüé durante mi trabajo como agente de inteligencia infiltrado entre blancos de la comunidad iraní -y así lo informe oportunamente- este acercamiento comenzó tras la muerte de Nestor Kirchner ,dado que él siempre había rechazado cualquier negociación formal o informal con Irán. Lo que sí puedo decirle es que había un grupo de funcionarios y empresarios argentinos que montaron esta red paralela por fuera de los canales formales diplomáticos, que tenían la finalidad de pavimentar los vínculos con Irán, y que fueron el antecedente del Memorándum de Entendimiento. En los hechos, esta red tenía como fin reflotar el plan nuclear iraní con aportes relevantes por parte de Argentina, y cooperar con el enriquecimiento de uranio por el método láser, tecnología que se encuentra en desarrollo en nuestro país. 

¿Qué funcionarios argentinos participaron de la triangulación?

Quienes surgen de modo directo son el ex gerente general de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONEA), Ruben Calabrese -también vinculado a la ex SIDE-; el gerente general de INVAP, Hector Otegui; el presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A., otros funcionarios del ministerio de Defensa y algunos embajadores argentinos. Pero prefiero esperar a que avance la investigación para revelar esos nombres.

¿También hubo científicos argentinos involucrados en la maniobra? 

Más allá de las cúpulas, no tengo conocimiento que los científicos argentinos hayan estado al tanto de estas triangulaciones que se manejaban en secreto, ni tampoco de las fugas de información. Quiero destacar que gracias a un par de técnicos locales los iraníes nunca pudieron acceder a la información del láser de manera extraoficial (por lo menos según la información que pude recolectar), dado que uno de los científicos la mantenía en un pendrive que llevaba colgado de su cuello y no utilizaba computadoras que se conectaran a Internet. 

¿Qué información sensible finalmente llegó a Teherán? 

No lo puedo afirmar de manera fehaciente, eso lo tiene que investigar y analizar el juez. Mi trabajo era reunir información sobre las actividades que desarrollaban ciertos actores muy afines a Irán en la Argentina. Lo que sí puedo afirmar es que Luis D'Elía fue el encargado de solicitar grandes sumas de dinero y cobrar para financiar la campaña de Cristina Fernández de Kirchner. 

¿Cómo se efectivizaban los supuestos pagos desde Irán?

Habría un entramado societario importante que vinculaba a varios países, y las comisiones eran pagadas vía Uruguay, para evitar que el dinero entre en nuestro país. 

Usted declaró haber sido enviado a infiltrarse en el grupo pro iraní que según denunció Nisman integraban Khalil, D'Elía y Esteche. ¿Quién lo mandó? ¿A quiénes les entregaba sus informes? 

Mi función como agente inorgánico de la ex Secretaria de Inteligencia era la de obtener y reunir toda la información posible respecto de un requerimiento especifico. Ese requerimiento puede ser de un tema o una persona; a eso lo denominamos “blanco”. Yo reportaba al ingeniero Stiuso, vía terceros de su máxima confianza. Como inorgánico no me encuentro formalmente dentro del organismo: hay ciertas operaciones que no pueden realizarse con personal estable dado el riesgo que eso implicaría, y se requiere de gente o sociedades de cobertura que hagan ese trabajo. Toda la información que yo obtenía se canalizaba a través de los autorizados a tener contacto conmigo, y que pertenecían al área de operaciones que comandaba Stiuso. Como agente de reunión es imposible que pudiera saber qué se hacía con la información que entregaba. Pero era evidente que era de utilidad, ya que se iban generando nuevos requerimientos que surgían a partir de la información que reunía. En el caso de los iraníes, mi función era ganarme la confianza de ellos, principalmente de Jorge "Yussuf" Khalil, para poder obtener información sensible por parte de su grupo.

Volvamos a la supuesta triangulación para vender información nuclear a Irán. ¿Cuál era el rol de Venezuela en esa red?

En Caracas había una persona clave: Julio Montes, un funcionario con alta jerarquía en el gobierno chavista, que tenía vínculos con el tema nuclear y el gobierno de Irán. Montes fue embajador de Venezuela en Bolivia, y se reunía con uno de los empresarios argentinos que había armado la red que investigué. Más allá de los vínculos con la temática nuclear, lo importante de Montes era su relación con una serie de empresarios. El más destacado era un italiano, Fabio Masciliano, que fue investigado por la justicia de su país. Este empresario contaba con vínculos y negocios con Teherán y manejaba parte de los convenios espejo entre Venezuela e Irán.

¿Cómo vincula usted esta supuesta red de entrega de datos nucleares a Irán con la firma del pacto con Teherán? 

En la causa penal donde se lo investigaba a Masciliano habría escuchas telefónicas donde habla de la necesidad de Irán de obtener la tecnología láser para enriquecer uranio que empezaba a dominar la Argentina. De poder probarse estos vínculos, entiendo que estaría cerrado el círculo y se develaría el verdadero interés en la suscripción del Memorándum que se mantuvo a espaldas de los legisladores y de la justicia. Entiendo que la red informal que denuncié fue un paso necesario para que Irán pudiera obtener piezas y maquinaria vulnerando el bloqueo de la ONU para poder seguir desarrollando su industria nuclear, y luego a través del Memorándum -al quitarle el mote de Estado terrorista- poder cooperar y reflotar el plan nuclear en cuyos albores había colaborado la Argentina en los años 60. 

¿Por qué toda esta información no llegó al fiscal Nisman cuando presentó su denuncia contra Cristina Kirchner que también lo involucra a usted? 

No sé por qué esta información no llego a Nisman de la manera que yo la colectaba. También desconozco por qué Nisman no estaba al tanto que yo era en realidad un infiltrado, y en ese rol era una de las personas que brindaba información para su investigación. Sí tengo la certeza de que Stiuso manipulaba la información que le daba a Nisman. Al ser un agente de reunión, inorgánico de la ex SI, no tuve ningún vínculo con el fiscal Nisman. Jamás hable con él.

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