El beato Moisés Lira y la curiosa historia de su vocación religiosa

El beato Moisés Lira y la curiosa historia de su vocación religiosa

Cada historia vocacional es única, pues cada uno tiene su propia misión y experiencia de Dios. Sin embargo, la historia de Moisés Lira -el primer novicio de la congregación fundada por la beata Conchita Cabrera y el venerable padre Félix Rougier- es, sin duda, muy particular

 

La panadería, la milicia e incluso el matrimonio pasaron por su mente; sin embargo, Moisés Lira estaba llamado a ser un sacerdote de Cristo. Este 25 de junio de 2025 celebramos la primera memoria litúrgica del beato mexicano Moisés Lira Serafín, quien fue elevado a los altares el 14 de septiembre de 2024. Este sacerdote fue el primer novicio de los Misioneros del Espíritu Santo y el fundador de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada.

Con su buen humor, humildad y sencillez, vivió su sacerdocio con ejemplar entrega y encontró en la espiritualidad de la Cruz un medio para vivir unido a Cristo.

Y, aunque su decisión por el sacerdocio y la vida religiosa fue bastante meditada y guiada por Dios, su opción por la vida religiosa comenzó con una respuesta fortuita y, en apariencia, nada definitiva. 

Sacerdote pero… ¿del Espíritu Santo? 

Agosto de 1914. Mientras el país atravesaba por un oscuro periodo de persecución religiosa, el padre Félix Rougier viajó de Francia a México para fundar la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo. Llegó al seminario de los filipenses, donde Moisés Lira estudiaba su cuarto año de latín. Aquí, el padre Félix tenía permiso de hablar a los seminaristas sobre la nueva congregación que estaba por fundar, en busca de nuevas vocaciones.

En una ocasión, después de hablar a los seminaristas sobre ser un sacerdote religioso, el padre Rougier preguntó a los jóvenes si alguno de ellos quería seguir la vida religiosa. Moisés Lira escribió: 

“Nuestro padre Félix habló a los Seminaristas acerca de la vida religiosa, del sacerdote religioso, de las misiones, etc... y entonces orilló a los Seminaristas a que le contestara el que quisiera seguir la vida religiosa. Les hizo ver la dignidad de la vocación sacerdotal-religiosa, los valores de la misma y... nadie, nadie levantó la mano del grupo de Seminaristas…”

Moisés, sorprendido por el gran silencio de todos sus compañeros, alzó él mismo la mano. “Yo no tenía ganas, nada de ganas, pero me impulsó esto: ¡Qué poco hombres! ¡Yo levanto la mano!”

Más tarde, Moisés se acercó al padre Félix y le confesó cuál había sido la verdadera razón por la que levantó la mano. Lejos de reprenderlo, el padre fundador lo invitó a que pensará en la posibilidad. Y así lo hizo.

Para el joven seminarista, comenzó un tiempo de oración y discernimiento en el que Dios fue revelando cuál era su voluntad.

Cada noche, Moisés dedicaba tiempo a la oración y preguntaba a Dios sobre su sacerdocio: “¿Con los de san Ignacio o con el Espíritu Santo?”.

Sin embargo, aunque la respuesta llegó a su corazón, su ingreso como novicio tuvo que esperar durante unos meses y la angustia continuó debido a la persecución religiosa que se vivía en México. El 28 de octubre, las tropas carrancistas entraron al seminario, tomando presos al rector, vicerrector y a algunos de los maestros y alumnos. 

Ante esta violencia creciente, Moisés Lira abandonó Puebla, rumbo a Veracruz, donde tomaría un barco con destino a Cuba. En noviembre de 1914, el tren en el que viajaba fue detenido por el ejército. Moisés y sus compañeros de viaje fueron enviados a prisión.

No se tienen registros del día exacto en el que ingresó a la cárcel ni del día en que fue liberado. Sin embargo, se saben dos cosas con precisión: Moisés enfrentó la crisis con serenidad, dispuesto a dar la vida por la fe; y, al ser liberado, volvió a Puebla, donde su vocación aún esperaba por él.

El primer novicio de los Misioneros del Espíritu Santo

Tras ser liberado, llegó Puebla unos días antes de Navidad y se reencontró con el Padre Félix, a quien le manifestó formalmente su deseo de unirse a los Misioneros del Espíritu Santo.

El 23 de diciembre tomó sus pertenencias y se dirigió a la estación de trenes, donde el padre Rougier lo esperaba para viajar hacia la capital, donde dos días después, el 25 de diciembre de 1914, se fundó la congregación, con dos novios. La ceremonia, debido a la situación política, fue discreta pero impregnada de inmensa gratitud a Dios.

Así, justo en la fiesta de la natividad del Señor, terminó ese camino vocacional que había iniciado con una mano alzada y comenzó su vida religiosa, envuelta en fama de santidad.

En una carta que el padre Félix escribió a Moisés Lira, expresó:

“Acuérdate hijo muy amado en Jesús que viniste en la aurora… que Jesús lo bendijo en la primera hora, que fuiste el primer llamado, y el primer amado, y el primer bendecido… las primeras gracias, las primeras caricias, el primer amor… ¡Cuánta correspondencia de su parte! ¡Cuánto amor!”.

 

 

 

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