El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, reclamó a los poderes del Estado que se conozca la verdad sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman. En su misa dominical, que se transmite por radio, convocó a vivir y provocar una conversión como sociedad. El prelado pidió “reafirmar la vigencia y el valor del sistema democrático”, crecer en la conciencia “de que no hay ningún poder absoluto por más que se tenga la mayoría” y llamó a promover “la auténtica división de los poderes del Estado”.
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, reclamó que se conozca la verdad sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, a cargo de la investigación sobre el atentado a la AMIA y que en los últimos días de vida había señalado a la presidenta y a otros altos funcionarios de encubrir a los presuntos responsables del crimen perpetrado en 1994.
En la misa del domingo que se transmite por radio, que celebró desde la parroquia San Juan Bosco, monseñor Ñáñez apeló a la búsqueda de la verdad como única base de la auténtica justicia, y reflexionó sobre Juan el Bautista, que dio su vida por la verdad.
"Es indispensable que se conozca la verdad, y esto es una responsabilidad exclusiva de los poderes del Estado”, manifestó el prelado. “Por eso –agregó-, un comunicado de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, el lunes pasado, instaba precisamente a disipar toda sospecha de impunidad. Porque el conocimiento y el resplandor de la verdad es la única base de la auténtica justicia".
Al comienzo de su predicación, el arzobispo quiso contextualizar la celebración. Mencionó el tiempo de vacaciones en el que la mayor parte de la gente está y la “situación muy delicada” que enfrenta la Patria, por lo que instó a redoblar las oraciones por la Argentina.
Monseñor Ñáñez destacó del evangelio dominical la detención de Juan el Bautista, apresado por predicar la verdad, y el comienzo de la predicación de Jesús sobre el Reino y el llamado a la conversión, sobre el que reflexionó.
“La conversión es un cambio interior, un cambio de actitudes. Y la perspectiva evangélica de ese cambio es ir hacia adelante, es ir hacia lo que propone Jesús, hacia una nueva creación, hacia un nuevo corazón, un corazón que es ante todo don de Dios, obra suya, pero un don, una obra que tiene que ser libremente recibida por cada persona, esto en tiempos de Jesús, esto en todos los tiempos también para nosotros”, dijo el prelado.
Monseñor Ñáñez también llamó a tener presente “el drama de la historia humana”, instigada por el demonio, que incita al mal. Subrayó que la propuesta de Jesús viene a traer el hombre “la renovación, el cambio interior, es el perdón de toda falta, el olvido de los pecados”.
“Este es el regalo y la obra de Jesucristo, por su ofrenda sobre la cruz, por su resurrección nos merece el perdón de los pecados y nos merece la filiación divina, algo inesperado, algo inaudito, algo que acrecienta nuestra dignidad. La tenemos por el hecho de ser criaturas, pero esa dignidad queda acrecentada, dimensionada, de una manera insospechada por esta condición de ser hijos de Dios, estar llamados a ser hijos de Dios”, dijo el arzobispo.
Continuando su reflexión sobre la conversión, monseñor Ñáñez convocó a vivir y provocar una conversión como sociedad, como nación. En referencia a la muerte del fiscal Nisman, pidió “reafirmar la vigencia y el valor del sistema democrático”, crecer en la conciencia “de que no hay ningún poder absoluto por más que se tenga la mayoría” y llamó a promover “la auténtica división de los poderes del Estado”, y que los que detentan esos poderes “los ejerciten consciente, libre y responsablemente”.
“Pidamos la intercesión de la Virgen Santísima, Nuestra Señora de Luján, la patrona de nuestra Patria, para que seamos capaces de construir una Patria unida, pacificada, justa, una Patria como Dios quiere”, concluyó el arzobispo.
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