“La democracia no puede permitir el germen de su autodestrucción; el no tomar medidas y encerrarse y decir ‘no es conmigo el tema’ no funciona más, tenemos que unirnos todos”, instó el secretario general del Congreso Judío Latinoamericano, Saúl Gilvich (foto), en diálogo con laAgencia Judía de Noticias (AJN) en el marco del Foro Global contra el Antisemitismo en América Latina, organizado el domingo y lunes pasados por esa entidad a 22 años del atentado a la AMIA, que provocó 85 muertos y cientos de heridos.
- ¿Cuál es la importancia de que se genere un Foro de Antisemitismo en Latinoamérica?
- Cada dos años se genera un Foro de Antisemitismo en Israel y un par de organizaciones evangelistas y el Congreso Judío Latinoamericano decidieron organizar la experiencia en América Latina. Se eligió la Ciudad de Buenos Aires precisamente por la conmemoración de la destrucción de la bomba en la AMIA, coincidente con que todos los años organizamos en esta fecha un foro de parlamentarios de la zona, como forma de sensibilizarlos y lograr -en lo posible- avances en las legislaciones que regulan las relaciones con la población en temas como el odio y la persecución, en general, y el antisemitismo, en particular. Estamos muy contentos porque la realidad superó todas las expectativas que teníamos: creíamos que iban a venir 50 ó 60 personas, pero estamos arriba de las 200.
- ¿Qué pasa por su cabeza cuando se habla del atentado a la AMIA o del ataque antisemita en Paysandú?
- Creo que aunque están muy separados en el tiempo y fue tan distinta la forma de su planeamiento y ejecución, no son hechos aislados entre sí: responden a una misma ideología que quiere imponer sus ideas al resto del mundo sin importar cómo, a fuego y a sangre. Una forma fue el atentado a la AMIA y otra fue el adoctrinamiento que recibió (el atacante uruguayo). No es un “lobo solitario”; no se reunió con los demás, pero no es original en su pensamiento. Ello hace cada vez más difícil la lucha contra los actos de terrorismo, pero no imposible porque soy un convencido de que somos víctimas de esos dos actos concretos, pero es erróneo pensar que es algo (solo) contra los judíos. Es una mirada de corto alcance… Es un choque entre culturas: una que promueve la vida como valor y otra que enaltece la muerte como mecanismo de lograr un fin. Estamos hablando de opuestos que no se juntan… Han sucedido cosas muy importantes: el atentado a la Embajada de Israel, la bomba a la AMIA, la opinión popular en América Latina y otros lugares contra el Estado de Israel y los judíos... Tuvo que aparecer, lamentablemente, (el ataque a) las Torres Gemelas para que el mundo entrara a razonar problemas del terrorismo mundial. Por supuesto, después siguieron muchos más: Madrid, Londres, etc. Tengo miedo de que la multiplicidad de ataques terroristas que suceden últimamente banalice el concepto: la gente se cansa de protestar y algunos no se dan cuenta de que se está minando nuestra forma de vida.
- En virtud de la impasse posterior a los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, ¿cree que América Latina está lejos de lo que hoy sucede en Europa?
- Vivimos en un mundo global, no nos engañemos: no hay más islas... Uruguay no es más “la Suiza de América”. No digo que es peor o mejor, ya no lo es. Mis hijos y sobrinos consumen la misma marca, color, información que en otro lugar del mundo, por eso nadie está exento... ¿Quién podría pensar que (atacarían) a un referente, querido por todos, de una pequeña ciudad del Interior como Paysandú? ¿Qué hay más lejano al bullicio que ese lugar? No hay; entonces, ése es el extremo que no podés dejar de admitir: no hay lugar en el mundo que escape a esto.
- ¿Cuando no se esclarecen atentados como el de la Embajada de Israel y la AMIA se abren las puertas a que sucedan este tipo de cosas?
- Sin ser irrespetuoso voy a decir que la gran víctima de que no se hayan esclarecido estos atentados no son los muertos, a quienes mataron “dos veces”. Es la sociedad argentina, a la cual le dijeron que vive en un país donde reina la impunidad ante las mayores barbaries. Esto tiene un precio y la sociedad lo está pagando. (La misteriosa muerte del titular de la Unidad Fiscal de Investigación del Atentado a la AMIA, Alberto) Nisman es parte de ese precio… Hay toda una generación que creció sabiendo que hubo un atentado y no es que los autores se fueron: hubo muchas cosas para fomentar la impunidad.
- ¿Cómo se vive el antisemitismo y la discriminación en Uruguay?
- En Uruguay nunca hubo una política oficial antisemita. Esto no quiere decir que no haya actos antisemitas: lamentablemente hubo un cambio en los últimos años. Nadie se animaba a decir que era antisemita, era políticamente incorrecto. Esto dejó de ser así, aunque tampoco pasó a ser muy correcto. Un prejuicio de toda la vida como el antisemitismo se disfrazó de antiisraelismo. Hay una carta que escriben los samaritanos, en el siglo VI a. E. C., al rey Cambises, sucesor de Darío, donde le hablan de “los pérfidos judíos” y le dicen que no le van a pagar los impuestos porque éstos creen que nacieron para mandar y no para ser mandados. Esta carta tiene 2.700 años y usa el mismo término que hoy en día. Entonces, es un fenómeno que nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida y lo queramos o no, no podemos decir que no haya influido en nosotros. Esto nos hace lamentable o afortunadamente distintos porque tenemos un factor cultural y algo en el ADN que nos va a seguir persiguiendo…
- ¿Cuál es su mensaje a los responsables de cada país respecto de cómo abordar el tema del antisemitismo?
- La región es muy heterogénea: desde países que han trabajado, y lo siguen haciendo, en leyes antidiscriminatorias a otros donde el odio no es delito, lo cual es muy difícil porque no hay un denominador común. En estos casos tienen que empezar “por la A” e ir avanzando de a poco. Próximamente se van a publicar ciertas recomendaciones que damos para tratar estos temas en cada país.
- ¿Es optimista?
- Soy optimista. Pienso que el mundo va a sobrevivir, que el hombre no nació malo. La democracia no puede permitir el germen de su autodestrucción. El no tomar medidas y encerrarse y decir “no es conmigo el tema” no funciona más, tenemos que unirnos todos.
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