Fue el primero que conoció y trató con Jesús, gracias a él, su hermano San Pedro lo conoció también. Según la tradición, fue quien llevó el Evangelio hasta Oriente, llegando por primera vez a Turquía, convirtiéndose en patrono de la Iglesia Ortodoxa.
El 30 de noviembre se celebra la fiesta de San Andrés Apóstol, hermano de San Pedro y el primero de los apóstoles en ser llamado a la misión. Natural de Betsaida, en Galilea, era pescador como su hermano San Pedro. Siendo del grupo que seguía a Juan el Bautista, fue el primero de los apóstoles que conoció y trató a Jesús. Gracias a él, su hermano, lo conoció también.
Después de Pentecostés predicó el Evangelio en Grecia, en la Escitia (actual Ucrania), y en los territorios de las actuales Bulgaria y Albania. El año 63, bajo el imperio de Nerón, en Patrás de Acaya, el procónsul Egeas lo hizo encarcelar, y luego de azotarlo lo mandó crucificar en una cruz en forma de X que desde entonces se llamó cruz de San Andrés.
Su cuerpo fue trasladado a Constantinopla; de allí, en tiempos de las Cruzadas (1210), a la catedral de Amalfi (Italia). En 1462, Pío II colocó la cabeza de San Andrés junto al sepulcro de San Pedro, en el Vaticano. Luego, Pablo VI, en señal de acercamiento con el Oriente, devolvió la cabeza a la ciudad de Patrás, lugar del martirio del apóstol.
Según la tradición, San Andrés llevó el Evangelio hasta Oriente, llegando por primera vez a Turquía, por lo que se convirtió en patrono de la Iglesia Ortodoxa. También se le considera el fundador de la Iglesia en Constantinopla, hoy Estambul, Turquía. Son precisamente los herederos del cristianismo oriental quienes lo llaman Prōtoklētos (Πρωτόκλητος), que en griego quiere decir “el primer llamado”.
Los patriarcas ortodoxos se reclaman sucesores de San Andrés de la misma manera los Papas son los sucesores de Pedro.
En el discurso del Papa León XIV durante la Divina Liturgia en la Iglesia Patriarcal de San Jorge, en Estambul el 30 de noviembre incluso también mencionó al apóstol por su relevancia: “Nuestra peregrinación, en los lugares donde se celebró el primer Concilio ecuménico de la historia de la Iglesia, concluye con esta solemne Divina Liturgia, en la cual hemos conmemorado al apóstol Andrés que, según la antigua tradición, trajo el Evangelio a esta ciudad”.
Luego, añadió: “Su fe es la nuestra; la misma que han definido los Concilios ecuménicos y que hoy profesa la Iglesia. Con los Jefes de las Iglesias y los Representantes de las Comuniones Cristianas Mundiales lo hemos recordado durante la oración ecuménica, la fe profesada en el Credo Niceno-Constantinopolitano nos une en una comunión real y nos permite reconocernos como hermanos y hermanas”.
Profundizando en su llamado a la unidad el Pontífice también señaló: “Ha habido muchos malentendidos e incluso conflictos entre cristianos de distintas Iglesias en el pasado, y aún sigue habiendo obstáculos que nos impiden estar en plena comunión, pero no debemos retroceder en el compromiso por la unidad y no podemos dejar de considerarnos hermanos y hermanas en Cristo y de amarnos como tales”.

Comentá la nota