Trafic, en AMIA: una muestra que inquieta, en el aniversario del atentado

Trafic, en AMIA: una muestra que inquieta, en el aniversario del atentado

La carrocería de una camioneta Trafic blanca desollada y ennegrecida, como después de un incendio, eriza la piel a los visitantes de la muestra de Tomás Espina que se presenta en el Espacio de Arte de la AMIA. Hace 23 años, 85 personas murieron en el mismo lugar del atentado perpetrado con un vehículo igual, cargado de explosivos.

 

La Trafic, ahí, es un signo de la tragedia. Más que representarla, la presenta. No hay metáfora. Pero la obra de Espina no es eso: la camioneta es el resto de un proceso que se ve en un video, en el que el artista formó un abecedario de esténcil cortando su chapa con soplete. Trabajó junto con Ernesto Sotera, en otro lugar especial, lindero a una casa de sepelios de la mutual judía, en Villa Crespo. En el fondo, de ese terreno reposa una obra de Marcelo Brodsky, Piedras de la AMIA. Se trata de fragmentos de la fachada donde se lee parte del nombre de la institución, que el artista rescató de la Costanera, donde se arrojaron los escombros del edificio. Las dos obras -el alfabeto y la de Brodsky- serán emplazadas en espacios públicos.

El proyecto Trafic surgió cuando Elio Kapszuk, director del espacio y curador de la muestra, se enteró de que un examen sobre las esquirlas confirmaba la hipótesis del empleo de una camioneta de esa marca en el atentado. Entonces, convocó a un artista contemporáneo -Espina ya trabajó el tema de la violencia en la historia reciente- que suele jugar con fuego: en su obra utiliza como materiales tizne, humo, hollín, pólvora y explosiones. Buscaron una camioneta modelo 87-89 de color blanco Chapelco. Espina primero pensó en pulverizarla, como sucedió con el coche bomba real. Pero ante la dificultad técnica y la sensación de que las obras de polvo están de moda, se le ocurrió algo mejor. La transformó en un alfabeto que permitiera poner algún día, con la técnica popular y callejera del esténcil, las palabras que faltan: justicia, verdad, memoria. O la que el espectador imagine.

Ahora, las 42 letras y símbolos se disponen en la pared ordenadas como el teclado de dispositivo móvil y se distingue que las chapas salieron del vehículo: están los espejos, parte del guardabarros, las ópticas. “No quería hacer una obra conmemorativa. Terminó siendo procesual”, dice Espina. “Tenía que ser temática, pero a la vez una obra de arte”, agrega Kapszuk. Para ingresar la camioneta en el subsuelo de AMIA hubo que partirla y volver a armarla.

“Los que se mueren se llevan las palabras. Este trabajo es una manera de manifestar ese silencio”, piensa el Espina. Resuena el concepto del filósofo francés Georges Didi Huberman, que pasó por el país hace unas semanas: “El arte no es un concurso de belleza”. La Trafic es un símbolo poderoso y enciende dolorosamente la memoria. Algunos lloran, otros se acercan a tocarla acongojados.

No todos digieren bien esta obra. “Más allá de los argumentos del arte contemporáneo, vi en esta Trafic un símbolo que se resignificaba en el recuerdo del coche bomba. Mientras volvía a mi casa su presencia ocupaba toda mi mente, junto al atentado, el recuerdo de los familiares de las víctimas, los actos reclamando justicia, el sonido del Shoffar (el cuerno de carnero litúrgico judío que suena cada 18 de julio). La instalación había quedado muy lejos en mi memoria y sentí una profunda tristeza. Esta propuesta, ¿sería un disparador para la reconstrucción de la memoria y la reparación?”, se pregunta la artista Eugenia Bekeris, miembro de Dibujos Urgentes, colectivo que registra el juicio por encubrimiento del atentado. “Me pregunté por qué en el aniversario del atentado aún sin justicia se había decidido recordar el horror de este modo en la escena del crimen “.

“Cuando vi la Trafic quedé en shock”, confiesa Agustina Galarraga, artista y familiar de una víctima. “Me pasaron un montón de cosas. Verla ahí y pensar que una igual podría haber sido el coche bomba fue muy fuerte. Imaginás toda la situación. Después, esa especie de teclado abre la posibilidad de algo nuevo, donde cada uno podría escribir un futuro”. Su conclusión es un reclamo compartido: “La obra estará completa en el momento en el que realmente se pueda escribir la palabra justicia”.

Más de un millón de personas vieron el video Libro de la memoria, en el que más de 60 actores homenajean a las víctimas del atentado. La pieza enlaza el pensamiento de Borges, Silvina Ocampo, Cortázar, Soriano, Spinetta y María Elena Walsh a través de fragmentos escogidos por la escritora Ana María Shua. Participaron Ricardo Darín, Guillermo Francella, Adrián Suar, Cecilia Roth, Enrique Pinti, Nancy Dupláa, Mercedes Morán y Facundo Arana, entre otros. Se puede ver en YouTube

Comentá la nota