La cantidad de peregrinos, fieles y personas que participaron de la Fiesta del Milagro fue verdaderamente conmovedor.

Todo estuvo dispuesto: policías, bomberos, miembros del Samec y de otros centros médicos de las provincias de Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. La plaza se acordonó, lo mismo que la calle Zuviría, la avenida Belgrano y la avenida Sarmiento.

Alrededor de las 15.30 la Cruz Primitiva salió, como todos los años, por la puerta principal de la Catedral que contó con la custodia de miembros de los Infernales. A continuación emplazaron la imagen de la Virgen de las Lágrimas. Ella también siguió el camino del de la Cruz y se dirigió hacia Zuviría, por la calle España, con la custodia de miembros de la Policía de la Provincia.

Por la nave principal la Virgen y los pañuelos se agitaron sin cesar en la plaza 9 de Julio. Los rostros se emocionaron y más de uno dejó caer una lágrima.

La imagen fue llevada en andas por los tradicionales cargadores. Un grupo de hombres, representantes de la comunidad salteña, llevó sobre sus hombros hasta el carro emplazado sobre calle España la imagen de 1.400 kilos aproximadamente.

Cuando la Virgen llegó a la esquina de España y Zuviría fue el turno del Señor del Milagro. La presencia de monseñor Mario Cargnello indicó que el Señor tomaba su puesto en la procesión. Un grupo de 12 cargadores se preparó para hacerlo bajar las escalinatas de la Catedral y ubicarlo ante las autoridades provinciales que acompañaron la procesión.

Bajo el cordón de la Policía de la Provincia, se ubicaron sacerdotes de distintas parroquias, seminaristas y el representante de la Iglesia Ortodoxa en Salta, Adolfo Barrionuevo. Atrás se sumaron el gobernador Juan Manuel Urtubey, el vice Andrés Zottos, el intendente Miguel Isa, el ministro de Educación, Roberto Dib Ashur, y los diputados nacionales Antonio Vilariño y Evita Isa.

Pacto y emoción

Pasadas las 17, las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro se acercaron a la intersección de Santiago del Estero y Sarmiento, mientras los peregrinos cubrían toda la calzada y llegaban hasta la esquina de Belgrano y Balcarce.

A simple vista, se podía ver que la ciudad estaba totalmente cubierta por el Milagro, la mayor parte de las calles que formaron parte del trayecto de la procesión estuvieron colmadas de gente que se fue sumando al paso de las imágenes.

En el monumento 20 de Febrero, como todos los años, los feligreses escucharon las palabras de monseñor Cargnello y renovaron su pacto de fe con los Patronos que cuidan la ciudad de los sismos y dan su bendición y favores a los creyentes.

De regreso a la plaza, para ingresar a la Catedral, las imágenes recibieron la ovación de los miles de salteños y el saludo de pañuelos blancos que se hicieron ver durante todo el camino, sin descanso. La tradicional lluvia de pétalos cayó sobre las imágenes y las campanas repicaron sin cesar, para despedir a los Santos Patronos hasta el próximo años, a la voz de "¡Viva el Señor y la Virgen del Milagro!".