Paquistán; periodistas cristianos en la mira

Paquistán; periodistas cristianos en la mira

Amenazas y agresiones contra quenes narran las persecuciones, en un país en el que la búsqueda de la verdad se puede pagar con la vida

Las amenazas continúan. Y a las palabras siguen los hechos. Los periodistas cristianos en Paquistán dan fastidio: demasiado énfasis y demasiadas noticias sobre las persecuciones. Es hora de amordazarlos.

Y ahora paga la factura de la perversa lógica de los fundamentalistas islámicos en la “tierra de los puros” Shamim Masih, periodista cristiano paquistaní comprometido en recopilar y contar las historias del sufrimiento de los fieles. Sus servicios sobre casos de discriminación y violencia, así como las historias de las víctimas cristians de la ley sobre la blasfemia, han dado la vuelta al mundo. Hace algunos días Shamim fue detenido por la calle en Islamabad por un comando de extremistas que lo persiguieron y le rompieron un brazo. «Basta hablar de la persecución de los cristianos»; fue el dictamen; pena de muerte.

La agresión contra Shamim, que tenía un pariente entre las víctimas de la masacre de Youhanabad, no es un caso aislado: la violencia es un medio ordinario de presión sobre los agentes de la información en Paquistán. Mucho más si profesan la religión cristiana y si defienden a las minorías religiosas, dando a conocer historias que de lo contrario permanecerían ocultas, alimentando el clime de impunidad que reina soberano en Paquistán.

Y a veces la venganza se vumple transversalmente. Sardar Mushtaq Gill, abogado y periodista cristiano, apreciado comunicador y bloguero, vive bajo severas medidas de seguridad, debido a las incontables amenazas que ha recibido. Entonces, los extremistas no pudieron encontrar nada mejor que hacérsela pagar a su hermano, a quien dispararon en una pierna hace pocos días. Una clara advertencia para Sardar.

Nazir Bhatti, presidente del partido político “Pakistan Christian Congress, declaró: «Si tales ataques fueran contra un periodista musulmán, la policía haría inmediatamente las investigaciones y llevaría a cabo profundamente la búsqueda de los agresores. Esperemos que esto suceda tambiénen el caso de Shamim Masih y de su hermano Sardar Mushtaq Gill».

William Gomes, periodista cristiano que vive en Lahore, dijo a Vatican Insider: «Con otros colegas, enviamos una carta al presidente de Paquistán, Mamnoon Hussain. Las autoridades deben adoptar todas las medidas necesarias para tutelar la integridad y la seguridad de Shamim Masih y de su familia. Es urgente que se lleve a cabo una investigación inmediata e imparcial para arrestar a los agresores. Es tarea del gobierno garantizar que en el país los periodistas puedan desempeñar sus actividades de periodismo y de búsqueda de la verdad sin temores».

 Mientras tanto, los medios de comunicación en la provincia de Baluchistán están en alerta máxima: hace un mese l grupo militante Fidayan-e-Islam amenazó a la asociación de prensa local e impuso la expulsión de todos sus periodistas cristianos. De no hacerlo habrá una masacre.

El público recuerda, entre los últimos atentados, el que sufrió el periodista y comentador Hamid Mir, del canal televisivo GeoTv, asesinado en Karachi en abril de 2014. Mir había acusado en público al ejército y a los servicios de seguridad paquistaníes de colaborar con los terroristas y con los talibanes. Raza Rumi, conductor televisivo y analista, escapó de milagro a un atentado, durante el que falleció su chofer. Todos estos casos siguen sin culpables. Pero Rumi, que se mudó a los Estados Unidos, sigue recibiendo amenazas.

El oficio del periodista es uno de los más expuestos a la violencia. Según la organización «Reporters sans frontièrs», Paquistan ocupa el sitio 159° de 180 países de la lista que evalúa la libertad de prensa. Durante las últimas décadas, han sido asesinados 62 agentes de la información por terroristas y muchos otros han logrado escapar a la muerte.

 Según el informe que difundió Amnistía Internacional en 2014 (“Hay una bala para ti”), los periodistas en Paquistán viven bajo la constante amenaza e intimidación por parte de los grupos talibanes, de los servicios secretos y de algunos partidos políticos. Esta violencia se verifica en la absoluta indiferencia de los magistrados. Describir los abusos y la persecución contra las minorías es incómodo y daña al país. Es mejor callarlos.

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