«No olvidemos a los prófugos cristianos de Mosul»

«No olvidemos a los prófugos cristianos de Mosul»

Es el llamado del padre Gerorges Jahola, el sacerdote iraquí que está listo para volver a Qaraqosh. El clamor de otros hechos ha convertido el destino de los cristianos del Medio Oriente en una cuestión de segundo plano; «con el invierno en los campos de acogida, deben tratar de sobrevivir».

Recordar la Shoah también significa recordar que, desgraciadamente, la historia se repite. ¿Qué diferencia hay entre lo que sucedió en Mosil el 6 de agosto y las técnicas y los crímenes nazis? En una noche, los cristianos fueron asesinados y expulsados de la ciudad: «murieron por ser cristianos». Pero, tal vez, como cristianos no son atractivos políticamente. Desde 2003, recuerda el padre Georges Jahola, «se han visto obligados a huir. Antes de 2003 eran 900 mil; antes del pasado 6 de agosto, 350 mil… Y no vuelven porque ya no tienen nada y porque tienen miedo. Pero si el Medio Oriente pierde a los cristianos, la vida será diferente. A pesar de ser el 1%, son importantes porque enseñan a querer a los demás».

El sacerdote iraquí se encuentra sesde hace algunos años en Italia, en donde está estudiando el doctorado en Ciencias bíblicas (en la Pontificia Universidad Laternanese), pero ahora está listo para volver a Qaraqosh, en una región devastada por la violencia del llamado Estado Islámico (EI). De su ciudad, aquella noche del 6 de agosto, huyeron 50 mil cristianos. Y no han podido volver porque están esperando respuestas por parte del mundo occidental. Desgraciadamente, el clamor de otros eventos en los últimos meses ha convertido el drama de los cristianos del Medio Oriente en una cuestión de segundo plano. «En este periodo invernal, los cristianos que migraron de Mosul y de la Llanura de Nínive, todavía tratan de sobrevivir en los campos para refugiados».

En el Kurdistán hay miles de prógufos, sobre todo cristianos y yazidíes, que se ven obligados a permanecer lejos de sus casas y de sus tierras. «Muchos esperan poder volver, pero saben que no es posible. Los prófugos volverían incluso a sus casas destruidas y saqueadas, pero no pueden porque no se garantiza todavía su seguridad». En esta situación de desilusión y abandono general, en la que las Iglesias son transformadas en sitios de tortura, no es fácil ofrecer el anuncio de la Buena Noticia. «Si nos detenemos en las cosas de la vida concreta, no es fácil perder las casas, la Iglesia, la cultura… Desde este punto de vista, tenemos pocas esperanzas, pero nosotros tenemos la esperanza de que la fe nos puede salvar. Los que viven este exilio interno se encomiendan cotidianamente a la fuerza de la fe, y esta vale más que cualquier otra cosa».

El padre Jahola sostiene la necesidad de una «movilización política y militar en el terreno». Por lo demás, como había dicho en el Te Deum el Patriarca de Babilonia de los caldeos, Louis Sako, «a pesar de los sufrimientos, las dificultades y tanta amargura por las injusticias contra nosotros, agradezcamos a Dios que nos haya salvado de todo el mal que nos ha arrollado. Los cristianos han perdido todo, pero han conservado lo más importante: la fe».

Pero no son únicamente los cristianos los que temen por su seguridad. «También los musulmanes tienen miedo del cambio que ha provocado el EI, que se presenta como una banda de criminales y no como un estado que contribuye al bienestar de la gente. Los musulmanes en Baghdad, en Bassora, y en el norte de la zona kurda están en primera línea, por lo que se arriesgan todos los días». Por ello el sacerdote iraquí recuerda el fuerte llamado del Papa a los líderes religiosos musulmanes, para que tomen distancias y condenen las atrocidades del EI. «El llamado del Papa es necesario porque muestra el verdadero rostro del cristianismo: la valentía. ¿Cuándo será recibida la invitación? Creo que los resultados son pocos porque lo que está sucediendo es una situación política más que religiosa».

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