El obispo de Morón animó a vivir una Navidad en la esperanza

El obispo de Morón animó a vivir una Navidad en la esperanza

Monseñor Jorge Vázquez recordó que la Navidad "nos invita, sobre todo, a celebrar la vida". "La Navidad es la fiesta de Dios, la fiesta del hombre, es la esperanza que no defrauda", manifestó.

El obispo de Morón, monseñor Jorge Vázquez, dirigió una carta a la comunidad diocesana por la Navidad.

En el inicio del texto, el prelado expresó: “Como Pastor de esta diócesis que peregrina en Morón, Hurlingham e Ituzaingó, quiero acercarme a ustedes, mis hermanos curas, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas, laicos y laicas, y a todos los hombres y mujeres que comparten con nosotros el camino de la vida, con sus angustias, pero también con sus esperanzas y alegrías”.

“Quiero acercarme especialmente a los jóvenes, que son los portadores de una esperanza nueva. Afirmaba el Cardenal Pironio, 'esta es la hora de la esperanza', por eso necesitamos ‘jóvenes capaces de asumir la profecía de la esperanza’”, continuó. “Los jóvenes de hoy están llamados a ser los constructores de una nueva sociedad”, agregó.

Monseñor Vázquez aseguró que el Adviento “que estamos viviendo es, ante todo, un caminar en la esperanza, un caminar juntos haciendo sínodo. Por eso, hablamos de alegría sinodal, la cual proviene de saber escucharnos para caminar juntos, en la vivencia de la comunión y la fraternidad”.

“La Navidad nos invita, sobre todo, a celebrar la vida. La vida es un regalo, el don más grande que nos hace Dios, y que se manifiesta, en el envío del Hijo que nos trae la vida en abundancia. La Navidad es alegría, es la fiesta de Dios y la fiesta del hombre. La Navidad es la esperanza que no defrauda”, manifestó.

Estos -dijo- “son los motivos que nos mueven a saludarnos deseándonos una muy feliz Navidad ¿Qué significa esto? Es, ante todo desear lo mejor para todos. Por eso, quisiera expresarles el afecto que me une a ustedes como pastor de esta querida diócesis, y desearles de corazón una muy feliz Navidad, más allá de las grandes dificultades que estamos pasando, ya sea a nivel personal, social, o de país y, por qué no, también a nivel universal, desde donde surge un clamor y una profunda necesidad de paz”.

“Estamos convencidos que Dios quiere nuestra felicidad, y por eso asume nuestros dolores, los comparte. Es cierto que hay sombras y oscuridades, pero la luz de la Navidad es capaz de disipar las sombras con la esperanza, la alegría, la solidaridad y el compromiso por un mundo más justo, más fraterno y más humano”, aseveró.

“En este Adviento, caminando juntos hacia la Navidad, el Señor le regala a nuestra Iglesia Argentina un nuevo beato, el cardenal Eduardo Pironio, un verdadero profeta de la esperanza y de la alegría”.

Finalmente, compartió una oración, compuesta por el futuro beato, para rezar en Nochebuena.

Texto completo de la carta

Como Pastor de esta diócesis que peregrina en Morón, Hurlingham e Ituzaingó, quiero acercarme a ustedes mis hermanos curas, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas, laicos y laicas y a todos los hombres y mujeres que comparten con nosotros el camino de la vida, con sus angustias, pero también con sus esperanzas y alegrías.

Quiero acercarme especialmente a los jóvenes, que son los portadores de una esperanza nueva. Afirma el Cardenal Pironio, esta es la hora de la esperanza, por eso necesitamos “jóvenes capaces de asumir la profecía de la esperanza”.

“La juventud es la esperanza del mundo y de la Iglesia, no solo porque representa al futuro, sino porque es una realidad ya presente y operante en la historia”. Los jóvenes de hoy están llamados a ser los constructores de una nueva sociedad.

El Adviento que estamos viviendo es, ante todo, un caminar en la esperanza, un caminar juntos haciendo sínodo. Por eso, hablamos de alegría sinodal, la cual proviene de saber escucharnos para caminar juntos, en la vivencia de la comunión y la fraternidad.

La alegría surge del encuentro con Jesús recién nacido en un humilde pesebre pobre entre los pobres. “Del encuentro con El, siempre nace y renace la alegría” (EG. 1)

 

 

La Navidad nos invita, sobre todo, a celebrar la vida. La vida es un regalo, el don más grande que nos hace Dios, y que se manifiesta, en el envío del Hijo que nos trae la vida en abundancia. La Navidad es alegría, es la fiesta de Dios y la fiesta del hombre. La Navidad es la esperanza que no defrauda.

Estos son los motivos que nos mueven a saludarnos deseándonos una muy feliz Navidad ¿Qué significa esto? Es, ante todo desear lo mejor para todos.

Por eso, quisiera expresarles el afecto que me une a ustedes como pastor de esta querida diócesis, y desearles de corazón una muy feliz Navidad, más allá de las grandes dificultades que estamos pasando, ya sea a nivel personal, social, o de país y porque no, también a nivel universal, desde donde surge un clamor y una profunda necesidad de paz.

Estamos convencidos que Dios quiere nuestra felicidad y por eso asume nuestros dolores, los comparte.

Nos dice Isaías “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz” (Is. 9, 1). Es cierto que hay sombras y oscuridades, pero la luz de la Navidad es capaz de disipar las sombras con la esperanza, la alegría, la solidaridad y el compromiso por un mundo más justo, más fraterno y más humano.

En este Adviento, caminando juntos hacia la Navidad, el Señor le regala a nuestra Iglesia Argentina un nuevo Beato, el Card. Eduardo Pironio, un verdadero profeta de la esperanza y de la alegría.

La beatificación se realizará en la Basílica de Luján, donde descansan sus restos.

Les dejo esta oración que le pertenece, para rezar en la Noche Buena.

A la Virgen de la Noche Buena y la Paz

Señora de la Nochebuena,

Señora del Silencio y de la Espera;

esta noche nos darás otra vez al Niño.

Cuando los ángeles canten

«Gloria a Dios en lo más alto de los cielos

y paz sobre la tierra

a los hombres amados por él»,

se habrá prendido

una luz nueva en nuestras almas,

habrá prendido una paz inmutable

en nuestros corazones,

y se habrá pintado

una alegría contagiosa en nuestros rostros.

Y nos volveremos a casa en silencio:

iluminando las tinieblas de la noche,

pacificando la nerviosidad de los hombres

y alegrando las tristezas de las cosas.

Después en casa,

celebraremos la Fiesta de la Familia.

Alrededor de la mesa, sencilla y cordial,

nos sentaremos los chicos y los grandes:

rezaremos para agradecer,

conversaremos para recordar,

cantaremos para comunicar,

comeremos el pan y las almendras que nos unen.

Afuera, el mundo seguirá tal como lo mismo.

Tinieblas que apenas quiebran

la palidez de las estrellas.

Angustias que apenas cubren

el silencio vacío de la noche.

Tristezas que apenas disimulan

la lejana melodía de las serenatas.

En algún pueblo no habrá Nochebuena

porque están en guerra.

En algún hogar no habrá Nochebuena

porque están divididos.

En algún corazón no habrá Nochebuena

porque está en pecado.

Señora de la Nochebuena

Madre de la Luz, Reina de la Paz,

Causa de nuestra alegría,

que en mi corazón nazca

esta noche otra vez Jesús.

Pero para todos:

para mi casa, para mi pueblo, para mi patria,

para el mundo entero.

Y sobre todo,

fundamentalmente,

que nazca otra vez Jesús

para gloria del Padre. Amén.

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