Musulmanes luchan contra la islamofobia en Guayaquil

Musulmanes luchan contra la islamofobia en Guayaquil

Los viernes, las puertas de la mezquita de Guayaquil, se abren para todo el público con el propósito de combatir la discriminación, la xenofobia y la asociación de la comunidad islámica con el terrorismo.

Quince mujeres se sentaron en el lado izquierdo y ocho hombres, en el lado derecho. Estuvieron separados y descalzos sobre una alfombra.

Observaron con concentración un pizarrón en el que se dibujaron las vocales del alfabeto árabe. Las paredes estaban adornadas con pasajes del Corán y se enseñó, a través de pancartas, la correcta forma de la oración islámica, que se resume en ocho pasos.

En el grupo todos eran guayaquileños. Asistieron a sus clases gratuitas de teología islámica y árabe básicos, en el Centro Islámico de Guayaquil.

Estas se dictan los lunes y miércoles. Los viernes, las puertas del lugar se abren para todo el público que quiera sumarse a sus oraciones, en el día de la semana sagrado para los musulmanes.

La apertura tiene un propósito. Se busca combatir la discriminación, la xenofobia y la asociación de esta comunidad con el terrorismo.

El Centro intensificó esta iniciativa tras el último episodio de tensión entre Irán y Estados Unidos, que se avivó en enero.

Para los líderes de la comunidad en Guayaquil, el episodio afectó a todo Oriente Medio. Un mes después, se proponen erradicar los conceptos errados sobre ellos.

Solo en Guayaquil hay más de 2 000 musulmanes -entre extranjeros y residentes- que profesan el Islam. Como comunidad se establecieron legalmente en el 2004, pero los musulmanes se establecieron en la ciudad desde 1950.

Al Centro asiste cada viernes un promedio de 300 personas, de quienes el 70% nació en Ecuador. El restante 30% es originario de países como Siria, Yemen, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Palestina, entre otros.

Las charlas de ese día estuvieron a cargo de Basem Mohamed, un yemení que vive en Ecuador desde hace cinco años. Es el Iman (líder de oración) de la colectividad. Da clases de árabe por una hora. Lo hace de una forma graciosa, y con paciencia enseña la escritura, que va de derecha a izquierda. Los asistentes apuran los apuntes en sus cuadernos.

Entre las mujeres, se destacaron tres de ellas por el uso de una ‘hijab’, que es un velo que cubre sus cabezas. Son guayaquileñas musulmanas. El resto vistió prendas occidentales. Antes de esa clase, se impartió una hora de teología. Se escucharon preguntas, como las prohibiciones en el Islam en temas como la libertad sexual, el consumo de drogas o el licor.

El Iman respondió que el Islam enseña todos los aspectos de la vida. “La gente piensa que el islam es una religión, pero va más allá de eso, es una forma de vivir para que tengas un estilo de vida, una vida sana, perfecta”.

Durante los rezos, los asistentes invitados observaron al Iman. Él, junto a otro joven, dirigió su rostro hacia La Meca, en Arabia Saudita, donde está ubicada la Casa Sagrada de su dios, conocida como La Kaaba. Se conoció que si una persona está enferma o herida puede rezar sentada o incluso acostada. También se da a conocer que los musulmanes ayunan, dan caridad y realizan el peregrinaje una vez en su vida a La Meca, siempre y cuando estén en capacidad de permitirse el viaje. Rezan cinco veces al día.

Quienes profesan el islam invocan con frecuencia a su dios, Allah, durante el día y la noche. Levantan sus manos y suplican por su ayuda, misericordia y perdón. Estos son varios de los aspectos que llamaron la atención de Néstor Alejandro, de 45 años. Llegó al sitio para aprender un tercer idioma, pues ya habla inglés y mandarín. Contó que desconocía que en la urbe porteña existiera una comunidad islámica grande. “Creo oportuno que se combatan los mitos, como el conectar a los musulmanes con el terrorismo”.

Junto a él estuvo María Fabre, una estudiante que acudió con el interés de averiguar dos aspectos de los musulmanes: el machismo y el terrorismo. “Siempre pensé que la mujer tenía un rol de segundo plano. Creí que eran machistas, pero veo que no, el Corán establece claramente los roles de cada uno”, dijo la joven de 35 años.

El iman Mohamed comentó que la intención es decirle a la población local que ellos también son parte de la sociedad ecuatoriana. “Siempre se ha visto a los musulmanes ecuatorianos como extranjeros y los tratan como extranjeros; les han llegado a decir que se vayan a su país. Esto nos hace reflexionar que falta mucho por aprender sobre otras culturas y religiones”.

El director del Centro, Juan Francisco Saud, reconoció que cuando hay escaladas de violencia hay preocupación entre los musulmanes, porque justamente esa población es víctima del terrorismo.

Entre las celebraciones de este pueblo está el Eid al-Adha o ‘Día del Sacrificio’, una de las dos mayores que los musulmanes celebran en Guayaquil.

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