El arzobispo de Corrientes destacó la necesidad indispensable de la oración, para escuchar de veras a Dios y a los hermanos, y así discernir juntos la voluntad de Dios
Con motivo de la apertura del Año Pastoral de la arquidiócesis, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió, el domingo 25 de febrero, una misa en la basílica de Nuestra Señora de Itatí.
“Para nuestro inicio del Año Pastoral, destacamos la oración y decimos: ‘Iglesia orante, escucha, discierne y misiona’, también para insistir, a tiempo y a destiempo, en la necesidad indispensable de la oración, si queremos escuchar de veras a Dios y a los hermanos; discernir juntos lo que Dios quiere hoy para nosotros y misionar, descubriéndonos enviados y no proyectados individualmente y por cuenta propia”, expresó en la homilía.
La Iglesia de Corrientes se prepara, además, para celebrar su segunda Asamblea Diocesana, que se llevará a cabo en la segunda mitad del año, y que llevará por lema: “Iglesia Sinodal, escucha, discierne y misiona”.
En ese contexto eclesial, el prelado declaró además el 2024 como un Año Vocacional, cuya finalidad es doble: “Por una parte, ayudarnos a tomar conciencia de la dignidad que tenemos como hijos de Dios por el Bautismo, llamados, ‘vocacionados’, a vivir como cristianos; y, por otra parte, a preguntarnos cuál es el servicio que Jesús nos llama a prestar en la comunidad”.
“Una particular insistencia estará puesta en el llamado que están recibiendo los jóvenes para discernir su vocación al Matrimonio cristiano, al ministerio sacerdotal o a la vida consagrada”, detalló ante los peregrinos y devotos presentes. “También en este camino, estamos ante el desafío de ser una Iglesia sinodal que escucha, discierne y misiona”.
Refiriéndose a la Palabra de Dios, “que siempre es luz que ilumina nuestro caminar creyente”, el arzobispo de Corrientes destacó la “total disponibilidad” de Abraham, aun cuando estuvo ante el tremendo desafío de sacrificar a su hijo Isaac.
“También nosotros, al iniciar al año pastoral, renovamos nuestra total disponibilidad y, con las palabras de Abraham decimos: ‘Aquí estoy’. Aquí estoy para escuchar a Dios y a los hermanos, aquí estoy para discernir juntos lo que Dios quiere hoy para nuestra Iglesia, aquí estoy para anunciar con mi vida y con mis palabras la Buena Noticia de Jesús”, describió.
En ese sentido, animó a tener “la certeza de que también sobre nosotros caerá una lluvia de gracia, tal como Dios prometió a Abraham”.
Haciendo alusión al Evangelio de la Transfiguración, señaló: “También nosotros fuimos invitados a subir a este monte elevado de la devoción, que es el santuario de nuestra Madre, para recordar que lo primero a lo que debemos volver siempre es a escuchar la Palabra de Dios en la intimidad personal, para luego ir a la comunidad, para discernirla juntos y acordar las pautas que orienten nuestro accionar misionero”.
“Así como a los discípulos de Jesús la fuerte experiencia del Amor de Dios en aquel monte elevado los fortaleció para poder atravesar con Él los momentos dramáticos de su pasión y muerte, así también, los creyentes que se dejan transformar por ese Amor, transitan serenos y confiados en medio de las dificultades y contratiempos con los que se encuentran a diario”, consideró.
“En ese espíritu, caminemos confiados, con paciencia y perseverancia, renovando nuestro amor a Jesús y encomendándonos a nuestra Madre en la preparación de la II Asamblea Diocesana. Tierna Madre de Itatí, ruega por nosotros”, concluyó.
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