“¡Qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre!”, exclamó en su mensaje navideño el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, y precisó: “Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad, al delito del narcotráfico y la trata de personas, al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación, al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos”.
“¡Qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre!”, exclamó en su mensaje navideño el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo.
“Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad, al delito del narcotráfico y la trata de personas, al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación, al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos”, precisó.
¡Cuánta responsabilidad personal y social nos cabe, cuando nos acostumbramos a convivir con estas realidades que ofenden al hombre y deterioran el nivel moral y cultural de la sociedad!”, agregó.
El prelado recordó que “en Navidad se enciende una luz de esperanza que nos invita a proclamar su mensaje de verdad y de vida, de justicia y solidaridad, de reconciliación y de paz”, pero aseguró que “este mensaje necesita de protagonistas, de testigos, no de repetidores”.
Monseñor Arancedo invitó a las familias a acercarse “a la intimidad del pesebre para decir juntos esa oración que nos ha acompañado durante estos años: ‘Danos, Señor, la valentía de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda’”.
“Es mi deseo compartir con ustedes la esperanza y el compromiso de este mensaje de Navidad para sentirnos más hermanos y construir juntos una Patria más fraterna”, concluyó.
TEXTO COMPLETO
Mensaje de Navidad de monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz (25 de diciembre de 2014)
En Navidad celebramos la obra de Dios que no nos abandona, que se nos hace cercano en su Hijo para acompañarnos. Celebramos el sí definitivo de Dios al hombre. Esto nos mueve a gratitud y confianza, ya no caminamos solos. Descubrimos junto a nosotros una presencia que nos acompaña y nos abre nuevos horizonte. Navidad nos invita a mirar al mundo con nuevos ojos, porque nos enseña a llamar a Dios Padre y a ver en cada hombre a mi hermano. Navidad es el comienzo de lo nuevo, es el camino que Dios nos ofrece como don a nuestra libertad. El Señor llama a la puerta de nuestro corazón y espera: “si alguien oye mi voz y me abre, nos dice, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apoc. 3, 20). Estamos ante el misterio del amor de Dios que llega a nosotros y nuestra libertad que decide.
Frente a la obra de Dios no podemos dejar de mirar la obra del hombre que, junto a las maravillas que crea su inteligencia cuando está orientada por el bien, la verdad y la belleza, eleva el nivel de la condición humana con el aporte de su bondad, investigación y trabajo; pero no podemos, sin embargo, dejar de ver con dolor esa otra obra del hombre que nos empobrece. ¡Qué lejos nos encontramos del mensaje de paz y amor de Navidad, cuando tenemos que hablar de esa realidad tan cercana que no corresponde a la dignidad del hombre! Me refiero al desprecio por la vida de mi hermano, que se expresa en la violencia y la inseguridad; al delito del narcotráfico y la trata de personas; al odio que cierra el camino al encuentro y la reconciliación; al egoísmo que nos aísla y debilita los lazos fraternos. ¡Cuánta responsabilidad personal y social nos cabe, cuando nos acostumbramos a convivir con estas realidades que ofenden al hombre y deterioran el nivel moral y cultural de la sociedad!
En Navidad se enciende una luz de esperanza que nos invita a proclamar su mensaje de verdad y de vida, de justicia y solidaridad, de reconciliación y de paz. Este mensaje necesita de protagonistas, de testigos, no de repetidores. Los invito a que nos acerquemos en cada familia, en cada hogar, a la intimidad del pesebre para decir juntos esa oración que nos ha acompañado durante estos años: Danos, Señor, la valentía de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda”. Es mi deseo compartir con ustedes la esperanza y el compromiso de este mensaje de Navidad para sentirnos más hermanos y construir juntos una Patria más fraterna.
Mons. José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
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