Una iglesia evangélica implicada en la corrupción de Petrobras

Una iglesia evangélica implicada en la corrupción de Petrobras

La Asamblea de Dios está siendo investigada por haber aportado en calidad de "donación" parte de las coimas que recibió el presidente de la Cámara de Diputados brasileña, evangélico y conservador

La iglesia evangélica Asamblea de Dios entró en la mira de los fiscales que investigan la corrupción en Petrobras. Según consta en la denuncia contra el presidente de la Cámara de Diputados brasileña, Eduardo Cunha, parte de las coimas cobradas por el parlamentario fueron pagas como “donación” a esa fe religiosa. La extensa acusación realizada por el fiscal general Rodrigo Janot el jueves ante la Corte Suprema señala que el legislador recibió como mínimo 5 millones de dólares a través de cuentas en el exterior y en Brasil con contratos falsos, facturas fraudulentas y transferencias a la sede del culto en la ciudad paulista de Campinas.

En las sospechas del fiscal Janot, Cunha habría inducido al lobbista Julio Camargo, encargado de pasarle las coimas, a realizar presuntas donaciones de carácter religioso por 250 mil reales, en una transferencia realizada en 2012. El propio Camargo, quien se convirtió en uno de los arrepentidos de la causa Lava Jato –llevada adelante por el juez Sergio Moro–, relató la historia. Fue a partir de su delación que se empezaron a seguir los sucesivos pasos “non sanctos” del político. El hombre, de 57 años, es uno de los congresistas más conservadores del país, a pesar de revistar como afiliado al Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB) que forma parte de la coalición de gobierno.

Defensor de las “tradiciones”, Cunha declaró su rechazo a la unión estable entre personas del mismo sexo. Desde que asumió el liderazgo de Diputados, en febrero, logró entre otras medidas que la Cámara votara el proyecto de ley que reduce la mayoría de edad para las causas penales a 16 años (ahora es de 18). Su militancia evangélica no le impidió, sin embargo, aparecer asociado a figuras con pasados oscuros, entre ellos un ex político de Alagoas asesinado en 1996, PC Farías, que fue tesorero del enjuiciado ex presidente Fernando Collor de Mello, hoy senador.

Cunha fue “beneficiario”, según la fiscalía general, en una de las mafias que dominaron la petrolera, donde ex directores aprobaban gigantescos contratos con privados a cambio de recibir suculentos pagos ilícitos. En este caso, se trató de “facilitar” contratos entre la Samsung Heavy Industries –del grupo multinacional Samsung– y la estatal por la provisión de dos grandes navíos sonda.

Lo cierto es que el grupo, que estuvo al servicio de ese negocio, recibió nada menos que 40 millones de dólares procedentes del holding coreano y del grupo Mitsui, entre los años 2006 y 2012.

A pesar de las evidencias en su contra, Cunha reafirmó este viernes que permanecerá en la presidencia de Diputados. Y acusó al gobierno de Dilma Rousseff de “confabulación” con el procurador Janot para debilitar su figura y alejarlo del puesto. Ocurre que el parlamentario dio lugar, hace un mes, a una decena de pedidos de juicio político contra la jefa de Estado; no por corrupción, porque de esto no hay ningún indicio, sino por presunto mal manejo de las cuentas públicas durante su primera gestión (2011-2014).

Ayer, el presidente de la Corte Suprema Teori Zavascki “notificó”a Cunha y al senador Collor de Mello de las acusaciones presentadas por el Ministerio Público Federal. Y le dio 15 días para que presenten su defensa.

La situación actual de Cunha, que “rompió” relaciones con el gobierno de Dilma hace un mes, introduce un compás de espera en la estrategia de la oposición a la presidenta. Los cuatros grupos políticos adversarios tenían, en el presidente de la Cámara Baja, un aliado para lograr la destitución de la jefa de Estado. Estos sectores, entre los que se cuenta la socialdemocracia (PSDB), Demócratas y Partido Popular Socialista (ex comunista), buscan según dijeron sus dirigentes “la unificación” del discurso.

Algunos dirigentes consideran que deben pedir el juicio político de inmediato, ya que habrían recibido “señales” de Cunha de que “este es el momento” para esa acción. Pero otros muestran más cautela por temor a una derrota que sepultaría cualquier otro medio para lograr el objetivo de sacar Dilma del gobierno.

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