La historia de la primera iglesia de barro neuquina del Siglo XIX

La historia de la primera iglesia de barro neuquina del Siglo XIX

Está ubicada en Chos Malal y la levantó un grupo de salesianos cuando Neuquén no era una provincia. Hubo dificultades para construirla por falta de madera.

La Iglesia Parroquial de Chos Malal cumplió 134 años y es una de las más antiguas de la provincia de Neuquén, en cuyas paredes están encerradas miles de historias y protagonistas que vivieron y conocieron los comienzos del territorio nacional.

Según Isidro Belver, incansable investigador de la historia del norte neuquino, fue el primer edificio/capilla del Neuquén que perduró en el tiempo. “Hubo un intento, apenas los cimientos, en 1758 en el Reñi Leuvú (Guañacos) por el misionero franciscano Espiñeira. Luego otra Capilla también en Reñi Leuvú levantada por el misionero salesiano Domingo Milanesio en 1886, que fue arrasada por la gran inundación del Neuquén de 1899”, recordó en su cuenta de Facebook.

La inauguración se realizó el 8 de diciembre de 1888, con motivo del Día de la Virgen y fue el propio gobernador Manuel Olascoaga, primer gobernador del territorio, quien oficio de padrino y una de sus hijas, de madrina.

La inauguración fue festiva, pero la construcción de la iglesia demandó mucho sacrificio como todas las obras que se hacían por aquel entonces en el norte neuquino.

A través de una serie de cartas recopiladas y publicadas por Belver en su portal Neuteca 200, se logró reconstruir la historia de cómo se levantó aquel tempo histórico. Uno de los grandes problemas fue conseguir a madera.

“En las orillas del Neuquén había un bosque de sauces, pero tratándose de troncos frágiles, malformados y sobre todo, cortos, hubiera sido inútil echar mano a semejantes elementos. De Chile no se podrían traer por la estrechura y riesgos de los caminos y del resto de la Argentina estábamos totalmente aislados”, indica el escrito del sacerdote Valentín Nalio. Agrega que para conseguir los troncos hubo que recurrir a un bosque de abetos y robles ubicado a 150 kilómetros a través de un “viaje apostólico”.

En el escrito, el sacerdote cuenta todos los pormenores de la epopeya y las “fatigas, y las dificultades casi insuperables” que hubo que afrontar. “¿Cómo se podría abrir un camino para carros por entre lomas y valles tan profundos?”, se preguntaba.

Lo cierto es que el viaje se realizó con un carro tirado por bueyes y repleto de los primeros travesaños.

“Enseguida, con aquellas provisiones se comenzaron a levantar las paredes de la Iglesia y de la casa contigua; y Don Milanesio, dadas las instrucciones necesarias, regresó al bosque para estar con sus heroicos compañeros, con quienes trabajó mucho tiempo más y no regresó a Chos-Malal sino después de haber enviado toda la madera necesaria para la obra emprendida”, asegura el sacerdote.

La construcción se realizó con adobes crudos y comenzó a principios de 1888. Recién el 8 de diciembre de ese año, lograron terminar el edifico.

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