«En muchos países de bajos recursos, el aporte de la sociedad civil y de las comunidades religiosas en la erogación de los servicios sanitarios es fundamental». La reciente «epidemia de Ébola fue una tragedia sanitaria, humana y social, y, entre otras cosas, demostró que la necesidad de crear sistemas sanitarios resistentes es extremadamente importante, pues son esenciales para ofrecer una cobertura sanitaria universal y para responder rápidamente a los focos de la enfermedad». Lo afirmó el obispo Zygmunt Zimowski, Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios durante la 68° Asamblea mundial de la Sanidad que se está llevando a cabo en la ciudad de Ginebra. 

«La delegación de la Santa Sede –añadió el religioso polaco– desea subrayar el papel de la colaboración público-privada en la promoción de una cobertura universal, sobre todo en muchos países de bajos recursos en los que la mayor parte de la población de las zonas rurales y difíciles de alcanzar accede a los servicios sanitarios básicos principalmente en los centros sanitarios y en los hospitales privados “no profit” administrados por la Iglesia y por otras instituciones religiosas». «En muchos países –efectivamente– la Iglesia católica tiene el privilegio de ser uno de los socios principales del Estado para ofrecer los servicios de asistencia sanitaria de primera necesidad a las poblaciones en zonas remotas, mediante sus más de 110 mil instituciones sanitarias y de asistencia social presentes en todo el mundo». Según Zimowski, «es importante por ello ofrecerles la colaboración y el apoyo necesari, para que puedan acceder a estos servicios y que estén a disposición particularmente de las personas pobres».