Filipinas; frágil paz con los rebeldes islámicos

Filipinas; frágil paz con los rebeldes islámicos

La masacre de 44 militares en la isla de Mindanao vuelve a poner en discusión el acuerdo tan difícilmente alcanzado el año pasado. El nuevo cardenal Quevedo: «Lo que hoy está en juego es el futuro»

Se cierne una tormenta inesperada sobre el camino hacia la paz en Filipinas, y podría incluso hacer naufragar esa frágil chalupa en un mar tempestuoso. Una nueva masacre en la isla de Mindanao vuelve a poner todo en entredicho, mientras el Congreso filipino está examinando la propuesta de ley para instituir la “Ley fundamental Bangsamoro” (la “Bangsamoro Basic Law”), que ratificaría el acuerdo firmado el año pasado entre el gobierno y los rebeldes, y que, de ser aprobada, instituirá oficialmente una nueva región autónoma para los musulmanes filipinos.

El casus belli es el enfrentamiento que se verificó el pasado 25 de enero en Mampasano, en la provincia de Mindanao. Un contingente de las Fuerzas especiales hizo irrupción en una pequeña localidad durante la búsqueda de dos sospechosos terroristas: Zulkifli bin Hir, conocido como “Marwan” y de la red «Jemaah Islamiyah», y Basit Usman, experto en explosivos que habría participado en numerosos atentados. Según las primeras reconstrucciones, los militares no habrían actuado de acuerdo con las milicias del Moro Islamic Liberation Front (Milf) que, como establece el acuerdo de paz, controlan toda la región. Por ello, los guerrilleros respondieron ante la incursión y se verificó la trágica masacre de 44 policías y de 18 guerrilleros.

El gobierno de Filipinas decretó el luto nacional y las consecuencias de la masacre todavía pesan a nivel político. Muchas voces (incluidos algunos obispos) han exigido la renuncia del presidente Benigno Aquino. Otros creen que el acuerdo, difícilmente alcanzado el año pasado, con el Milf ya no sirve para nada; incluso el senador Alan Peter Cayetano, uno de los autores de la propuesta de ley Bangsamoro, desacreditó la todo el trabajo desempeñado a la luz de los nuevos eventos. Sin embaego, el presidente Aquino no ha cedido a la tentación de dejarse llevar por la oleada de las emociones suscitadas en la opinión pública e insistió en la «actualidad y la importancia» del acuerdo de paz.

En esta fase, los obispos filipinos confirmaron su apoyo a la reconciliación y afirmaron que «la Iglesia no puede ir contra los que invocan la interrupción de las negociaciones de paz», e insistieron en la urgencia, sobre todo después de un episodio tan doloroso, «de una solución que no sea apresurada, sino incluyente, bsada en principios justos para todos».

Puesto que el debate ha llegado a influir el proceso decisivo para la propuesta de ley que está siendo examinada en el Parlamento, los obispos pidieron «verificar los hechos, instituyendo una comisión para la verdad». Además invitaron a los legisladores a «examinar con prudencia, profundizar y discutir exhaustivamente el documento sobre la Ley Bangsamoro», y, como conjunto de la Asamblea episcopal, los religiosos tomaron sus distancias frente a quienes han tratado de instrumentalizar la masacre para pedir la renuncia del presidente Aquino. La Iglesia, afirman en una nota oficial, solo pretende el bien común del país y de los ciudadanos filipinos, cristianos y musulmanes.

El cardenal Orlando Quevedo, arzobispo de Cotabato (en la isla de Mindanao), fue uno de los artífices de las negociaciones para el diálogo y la reconciliación en momentos muy delicados: durante su mandato como presidente de la Conferencia Episcopal (de 1999 a 2003), el gobierno filipino lanzó en dos ocasiones (con los presidentes Estrada y Arroyo) una «guerra total» en Mindanao, dos ofensivas militares que provocaron más de un millón de deslpazados internos.

«Lo que hoy está en juego es el futuro de la paz, representado por la Bangsamoro Basic Law», dijo el cardenal. «¿A dónde podremos ir sin su promesa de una paz justa y duradera?». Es preciso esperar los resultados de la Comisión de investigación, subrayó, pero «descartar la ley sería como tirar al niño recién lavado con el agua sucia. Significaría tirar la esperanza».

El cardenal pidió a los rebeldes del Milf que ofrezcan «explicaciones por lo que sucedió». Y tocó un nervio sensible: «¿Por qué toleramos la presencia, en el territorio que se les ha encomendado, del grupo terrorista Bangsamoro Islamic Freedom Fighters (Biff)?»; este grupo parecería estar involucrado en la masacre de policías y militares.

Tal y como indicarían los enfrentamientos entre los guerrilleros del Milf y los milicianos del Biff, existiría un ajuste de cuentas entre ellos, por lo que también dependerá del resultado de este conflicto (es decir si la comunidad musulmana será capaz de expulsar de su interiore l virus del radicalismo) el futuro de paz en esta región de las Filipinas.

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