España: Carlos Osoro prepara su equipo de gobierno en la archidiócesis de Madrid

Carlos Aguilar o José Luis Segovia, candidatos al puesto de vicario general

Carlos Osoro, el nuevo arzobispo de Madrid, convocó un auténtico referéndum entre los más de 2.000 curas de la archidiócesis, para que, uno a uno o por grupos, le presentasen nombres para formar su equipo de gobierno diocesano. Deseosos de ser consultados, los curas respondieron masivamente. Los que más votos recogieron son un puñado de sacerdotes moderados, aceptados por las diversas sensibilidades eclesiales, de reconocido prestigio, con ganas de trabajar y con evidentes dotes de creatividad pastoral.

El arzobispo pedía a cada cura una lista de 10 nombres. La mayoría de los sacerdotes contestó de forma individual y privada, aunque algunos lo hicieron por grupos. Eso sí, conscientes de que su nuevo pastor apuesta por la sinodalidad, siguiendo las directrices marcadas por Francisco, los curas madrileños respondieron masivamente a la consulta: 1470 de los 2.000 sacerdotes con los que cuenta Madrid entre diocesanos y religiosos dedicados a la pastoral diocesana.

Un clero con ganas de participar y de hacer notar a su nuevo prelado que no están dormidos, que están deseando subirse al carro de la "primavera" de Bergoglio y a los nuevos aires que soplan de Roma. Por lo tanto, si nos ceñimos a los resultados de la consulta, no hay desánimo ni desilusión entre el clero madrileño, sino deseos de participar, para poner a la diócesis madrileña a la hora vaticana, y presentarle al nuevo prelado madrileo un presbiterio unido. Y eso era precisamente lo que buscaba monseñor Osoro.

Tras años de división (abierta o soterrada) entre conservadores y progresistas, el nuevo arzobispo quiere restañar heridas y sumar efectivos en la tarea común y primordial de la misión. Para sepultar la dinámica del "éstos son buenos, éstos son malos; éstos son míos, éstos, no". De ahí que, recientemente, clamase taxativamente ante sus curas: "No a la división, no a las difamaciones, no a los celos". Para terminar con una advertencia, medio en broma, medio en serio: "Si vais por ese camino, hacedme las maletas y me mandáis para Santander".

Pastoral de suma, en definitiva. "Aquí no sobra nadie. Os necesito a todos. Aquí no hay cristianos ni sacerdotes de primera, de segunda o de tercera". Y, como un eco de Francisco, Osoro apuesta por una pastoral misionera, una Iglesia en salida. "Debemos salir a anunciar el Evangelio con una confianza ciega en el Señor". Y, por supuesto, sin miedo. "No tengamos miedo a las tareas apostólicas, no seamos pesimistas, quejumbrosos o desencantados".

Éstas son las grandes líneas del nuevo plan de evangelización de la diócesis para los próximos tres años. La hoja de ruta del nuevo arzobispo. Éste es el marco en el que se inscribe la consulta a los curas. En busca de los hombres que puedan encarnarlo y tirar del carro.

De entre la lluvia de nombres recibidos, Osoro tendrá que elegir a su vicario general, su número dos, a los vicarios territoriales y a los delegados episcopales. Si mantiene el actual organigrama curial, tendrá que contar con un moderador de la Curia, un vicario general, 8 vicarios territoriales, un vicario judicial, dos vicarios personales y cuatro sectoriales. 17 vicarios, a los que hay que añadir, 23 delegados episcopales. En total, unos 40 curiales.

Nadie sabe exactamente (excepto el arzobispo) el ranking de los curas más votados por sus compañeros. Según las fuentes consultadas, parece deducirse que hay profundas coincidencias en muchos de los nombres más votados por parte de los diversos sectores de la diócesis.

Es decir, tanto conservadores como progresistas han optado por presentar mayoritariamente al arzobispo nombres de curas moderados, de mediana edad, de reconocido prestigio, bien preparados, con experiencia pastoral contrastada y con creatividad y ganas de trabajar.

Tras hacer diversas 'catas' entre los curas de las diversas sensibilidades, éstos son los nombres de algunos de los más votados, colocados aleatoriamente, no por el número de votos recibidos: José Luis Segovia, director del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid; Carlos Aguilar, delegado de catequesis y coordinador de la elaboración del nuevo plan pastoral de la diócesis; Antonio García Rubio, párroco de Nuestra Señora del Pilar; José Cobo, párroco de San Alfonso María de Ligorio; Santos Urías, párroco de San Millán y San Cayetano; Ángel Camino, agustino y párroco de Santa Ana y la Esperanza; Daniel Izuzquiza, jesuita y profesor de la Universidad Pontificia Comillas; Enrique González, párroco de San Germán; Andrés García de la Cuerda, rector del seminario; Enrique González, director del bienio de Liturgia de la Universidad San Dámaso; Jorge Ávila, del Camino Neocatecumenal, o Jesús Higueras, del Opus Dei.

No están todos los que son ni son todos los que están, pero se trata, sin duda, de un puñado de nombres que figuran entre los más votados por sus compañeros. Ahora le toca a monseñor Osoro elegir de entre ellos (aunque no está obligado jurídicamente a hacerlo, pero sí moralmente) a su equipo de confianza.

Sin duda el cargo más importante a elegir por el arzobispo es el de su vicario general. Sobre todo, teniendo en cuenta que sus dos obispos auxiliares, heredados de la etapa anterior, están de salida. Fidel Herráez podría ir a Santander y de Martínez Camino (que tiene muy difícil acomodo, porque no hay diócesis vacante que lo quiera) se rumorea que podría recalar en Astorga.

Entre los candidatos al cargo de vicario general podrían figurar José Luis Segovia oCarlos Aguilar. El primero, muy conocido y querido en Madrid, es el actual director del Instituto de Pastoral. Y, aunque es verdad que Osoro se está apoyando en los profesores de ese centro, asi como en los de Comillas para reactivar pastoralmente la archidiócesis, no está claro que quiera desvestir el santo del Instituto para vestir con Segovia el puesto de vicario general.

Carlos Aguilar, por su parte, es un cura moderado, de reconocido prestigio entre el clero y muy valorado desde los tiempos del fallecido monseñor Romero Pose, que fue su valedor. Además, cuenta con la ventaja de que el arzobispo ya le ha mostrado su confianza al encargarle la elaboración del nuevo plan pastoral de la archidiócesis. La pelota está ahora en le tejado de monseñor Osoro.

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