La comisión médica del Vaticano analiza el último milagro que se le atribuye al cardenal Eduardo Pironio en la sanación de un bebé marplatense de 15 meses
La comisión médica del Vaticano analizará este jueves el último milagro que se le atribuye al cardenal Eduardo Pironio en la sanación de un bebé marplatense de 15 meses. En caso que el dictamen sea favorable, el prelado que estuvo a cargo de la diócesis Mar del Plata en la década del 70 se convertirá en el segundo santo argentino.
“Si tuviera que hablar de mi vida, comenzaría con mi familia y, en particular, con mi madre, que fue una mujer sencilla pero de fe profunda. Yo soy el vigésimo segundo hijo, el último nacido, y tengo que reconocer que en esta historia hay algo de milagroso. Mis padres eran italianos. Cuando nació el primer hijo, mi madre tan sólo tenía 18 años y se enfermó gravemente. Durante seis meses estuvo en cama, sin poder moverse. Cuando se recuperó los médicos le dijeron que no podría tener más hijos pues, de lo contrario, su vida correría un grave riesgo. Al no saber qué hacer, mi madre fue a consultar al obispo auxiliar de La Plata, quien la tranquilizó y celebró una misa pidiendo protección.
Más tarde dio a luz a 21 hijos, yo soy el último. Pero lo mejor no acaba aquí, pues después fui nombrado obispo auxiliar de La Plata, precisamente en el cargo de aquél que había bendecido a mi madre. El día de mi ordenación episcopal el arzobispo me regaló la cruz pectoral de aquel obispo, sin saber la historia que había detrás”. Así relataba Pironio a quien quiera escuchar, el motivo por el que su familia era particularmente numerosa.
Ordenado presbítero en la Basílica de Nuestra Señora de Luján el 5 de diciembre de 1943, antes de llegar a Mar del Plata, Pironio se desempeñó como rector del Seminario Metropolitano de Villa Devoto en la Arquidiócesis de Buenos Aires; fue decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Visitador Apostólico a las universidades católicas de la Argentina, auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata y padre conciliar en la III y IV sesión del Concilio Vaticano II.
El 27 abril de 1972, la Iglesia marplatense escribiría otro capítulo en su historia. La llegada del hasta entonces obispo de Avellaneda traería consigo una renovación a la institución y la acercaría a la sociedad, que la veía como una entelequia.
La popularidad de Pironio iba en franco ascenso y, en el contexto político de violencia que se vivía por ese entonces en el país, sumado a su accionar dentro de la iglesia, eso no era un buen augurio. Para 1975, tanto el obispo como su entorno se habían acostumbrado a recibir amenazas de todo tipo. “Era muy común ver las paredes de la casa parroquial pintadas con frases como 'Pironio Montonero; tu destino es la orca'. Teníamos idea de la proyección del Obispo dentro de la Iglesia y éramos conscientes de que su vida estaba en peligro”, confesaba Roberto Benzo, actual coordinador de Cáritas Mar del Plata, a 0223.
Su prédica comprometida con la Iglesia latinoamericana le valió el mote de "comunista", aunque de acuerdo a los dichos de quienes lo conocieron de cerca, el prelado “nunca utilizó su rol dentro de la comunidad para adoctrinar políticamente”. “Siempre abogó por la paz”, asegura.
En vísperas del golpe militar del 1976, el religioso fue amenazado de muerte y luego de aparecer la Catedral de los Santos Pedro y Cecilia con la inscripción "Pironio Montonero", el edificio tuvo que ser desalojado por una amenaza de bomba. Fue entonces que el gobierno de María Estela Martínez de Perón le ofreció a Pironio proveerle custodia personal, oferta que rechazó.
"No puedo aceptar eso. Primero, porque confío en la protección de Dios. Segundo, porque considero inaceptable que un obispo desarrolle su labor rodeado de guardaespaldas. En tercer lugar, porque pueden atentar y no solo matarme a mí, sino matar a un custodio; y su vida vale tanto como la mía", sostuvo Pironio al declinar el ofrecimiento de la mandataria.
En marzo de 1976, tras la aparición sin vida de Coca Maggi en en una playa cerca de la laguna de Mar Chiquita, el Papa Pablo VI lo propmocionó a Prefecto de vida y ordenó su traslado al Vaticano, donde permaneció hasta su muerte el 5 de febrero de 1998.
Legado
La obra de Monseñor Pironio se mantiene hasta la actualidad. Fue el recordado obispo local el creador de la "Marcha de la esperanza" que año tras año reúne a miles de fieles que peregrinan desde los barrios marplatenses hacia el centro de la ciudad.
La primera edición de esta marcha tuvo lugar el 8 de diciembre de 1973. En su rol de obispo, Pironio decidió lanzar la convocatoria como iniciativa de la comunidad juvenil que quería encarnar la religiosidad popular, "caminando con María desde el puerto, pasando por algunos de los barrios periféricos, hacia el centro de la ciudad".
Ya como presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Eduardo Pironio realizó la propuesta de instituir la Jornada Mundial de la Juventud de la que se lo considera cofundador. El sábado 7 de febrero de 1998, el propio Juan Pablo II recordó el gran aporte del cardenal Pironio a la Iglesia Católica en la misa de su funeral.
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