Ecumenismo; el Papa: “no hay que detenerse en los males padecidos y cometidos”

Ecumenismo; el Papa: “no hay que detenerse en los males padecidos y cometidos”

El Papa concluye la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, recordó la conmemoración común de la reforma luterana y el «heroico testimonio» de los mártires.

IACOPO SCARAMUZZI - ROMA

«Mirar hacia atrás es muy útil y necesario para purificar la memoria, pero detenerse en el pasado, persistiendo en recordar los males padecidos y cometidos, y juzgando sólo con parámetros humanos, puede paralizar e impedir que se viva el presente». Lo dijo el Papa durante las segundas Vísperas de la Solemnidad de la conversión de San Pablo, al final de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la Basílica romana de San Pablo Extramuros. Una auténtica reconciliación entre cristianos solo podrá ser posible cuando seamos capaces de «unos de otros, sin esperar que sean los demás los que aprendan antes de nosotros», subrayó Francisco. También recordó el «hito importante» de la común conmemoración, el año pasado en la ciudad de Lund, Suecia, del 500 aniversario de la Reforma luterana, un evento que en el pasado «dividió a los cristianos», y exhortó a proceder «animados por el testimonio heroico de tantos hermanos y hermanas que, tanto ayer como hoy, están unidos en el sufrimiento por el nombre Jesús».

La semana ecuménica, que se celebra en el aniversario de la conversión de San Pablo, llegó este año a su edición número 50 y está dedicada al tema, de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios, «El amor de Cristo nos impulsa hacia la reconciliación». Participaron en la celebración de hoy, como se acostumbra, los representantes de las demás confesiones cristianas con presencia en Roma, empezando por el metropolitano Genadios, representante del Patriarcado Ecuménico, Su Gracia David Moxon, representante personal en Roma del arzobispo de Canterbury, el pastor luterano Jens-Martin Kruse. La música fue ejecutada por la capilla musical Pontificia «Sixtina» con el Coro Anglicano de Westminster Abbey.

El encuentro con Jesús por la vía hacia Damasco, comenzó el Papa, «transformó radicalmente la vida de san Pablo. A partir de entonces, el significado de su existencia no consiste ya en confiar en sus propias fuerzas para observar escrupulosamente la Ley, sino en la adhesión total de sí mismo al amor gratuito e inmerecido de Dios, a Jesucristo crucificado y resucitado. De esta manera, él advierte la irrupción de una nueva vida, la vida según el Espíritu, en la cual, por la fuerza del Señor Resucitado, experimenta el perdón, la confianza y el consuelo. Pablo no puede tener esta novedad sólo para sí: la gracia lo empuja a proclamar la buena nueva del amor y de la reconciliación que Dios ofrece plenamente a la humanidad en Cristo». La «revolución» que Pablo vivió «es también la revolución cristiana de todos los tiempos: no vivir para nosotros mismos, para nuestros intereses y beneficios personales, sino a imagen de Cristo, por él y según él, con su amor y en su amor».

«Para la Iglesia, para cada confesión cristiana —prosiguió el Papa—, es una invitación a no apoyarse en programas, cálculos y ventajas, a no depender de las oportunidades y de las modas del momento, sino a buscar el camino con la mirada siempre puesta en la cruz del Señor; allí está nuestro único programa de vida. Es también una invitación a salir de todo aislamiento, a superar la tentación de la auto- referencia, que impide captar lo que el Espíritu Santo lleva a cabo fuera de nuestro ámbito. Una auténtica reconciliación entre los cristianos podrá realizarse cuando sepamos reconocer los dones de los demás y seamos capaces, con humildad y docilidad, de aprender unos de otros, sin esperar que sean los demás los que aprendan antes de nosotros. Si vivimos este morir a nosotros mismos por Jesús —insistió el Papa—, nuestro antiguo estilo de vida será relegado al pasado y, como le ocurrió a san Pablo, entramos en una nueva forma de existencia y de comunión. Con Pablo podremos decir: “Lo antiguo ha desaparecido”. Mirar hacia atrás es muy útil y necesario para purificar la memoria, pero detenerse en el pasado, persistiendo en recordar los males padecidos y cometidos, y juzgando sólo con parámetros humanos, puede paralizar e impedir que se viva el presente. La Palabra de Dios nos anima a sacar fuerzas de la memoria para recordar el bien recibido del Señor; y también nos pide dejar atrás el pasado para seguir a Jesús en el presente y vivir una nueva vida en él».

«Este año, mientras caminamos por el camino de la unidad —subrayó el Papa—, recordamos especialmente el quinto centenario de la Reforma protestante. El hecho de que hoy católicos y luteranos puedan recordar juntos un evento que ha dividido a los cristianos, y lo hagan con esperanza, haciendo énfasis en Jesús y en su obra de reconciliación, es un hito importante, logrado con la ayuda de Dios y de la oración a través de cincuenta años de conocimiento recíproco y de diálogo ecuménico».

El Papa, que saludó a los representantes de las demás confesiones cristianas y, particularmente, a los estudiantes del Ecumenical Institute of Bossey, concluyó su homilía afirmando que «con la esperanza paciente y confiada de que el Padre concederá a todos los creyentes el bien de la plena comunión visible, sigamos adelante en nuestro camino de reconciliación y de diálogo, animados por el testimonio heroico de tantos hermanos y hermanas que, tanto ayer como hoy, están unidos en el sufrimiento por el nombre Jesús. Aprovechemos todas las oportunidades que la Providencia nos ofrece para rezar juntos, anunciar juntos, amar y servir juntos, especialmente a los más pobres y abandonados». 

Comentá la nota