Decenas de jóvenes peregrinaron a San Julián para honrar a los héroes de Malvinas

Decenas de jóvenes peregrinaron a San Julián para honrar a los héroes de Malvinas

Tienen entre 18 y 25 años, son universitarios y dedicaron un fin de semana para honrar la gesta de Malvinas y rezar por la unidad nacional, donde hace 502 años se celebró la primera misa.

Un numeroso grupo de jóvenes universitarios del Movimiento de Fasta, autodenominados Generación Austral, protagonizaron una simbólica peregrinación en el Puerto San Julián, ubicado en la provincia de Santa Cruz, hacia donde se trasladaron para honrar la gesta de Malvinas, rezando por la Patria y la unidad de los argentinos desde el sitio donde se celebró la primera misa en el territorio argentino hace 502 años.

El destino elegido, Puerto San Julián, a 650 kilómetros de las Islas Malvinas, fue un lugar estratégico durante la guerra de 1982 ya que allí se estableció la Base Militar San Julián de la Fuerza Aérea Sur, desde donde nuestros pilotos despegaban con arrojo hacia las bravas aguas del Atlántico Sur. 

Al conmemorarse este año los 40 años de la guerra de Malvinas, estos jóvenes que no habían nacido cuando se desató el conflicto bélico, consideran que Malvinas es mucho más que un episodio militar de la historia argentina, sino que es un símbolo de identidad nacional y como tal, causa de unidad. 

“La travesía comenzó el viernes 28 de octubre cuando salimos en un fokker F28 de la Fuerza Aérea Argentina, desde el Aeroparque Jorge Newvery de la Ciudad de Buenos Aires hacia Comodoro Rivadavia donde nos alojamos en el Regimiento Nº 8 de Ingeniería Mecanizado para partir al día siguiente, muy temprano rumbo a San Julián”, contó a AICA Manuel Di Santo, uno de los 52 jóvenes, de entre 18 y 25 años, la mayoría porteños, pero también formaron parte de la iniciativa, jóvenes de Caseros, Mendoza, Entre Ríos y Tucumán, entre otros.

Peregrinar entre dos sitios emblemáticos

San Julián los recibió con un viento huracanado que no desanimó al grupo, que tras una rápida visita a la ciudad, para conocer su historia, museos y mantener contacto con los vecinos se dirigieron hacia el monumento de la primera misa donde el sacerdote Pedro Giunta que acompañó al grupo dirigió un momento de oración, se rezó por la Patria, por la unidad de los argentinos y, especialmente, por los caídos de Malvinas. 

“Aquí comenzó estrictamente nuestra simbólica peregrinación, continuó Manuel, con banderas, cantos, rezando el rosario, caminamos desde el monumento de la Primera Misa hacia el monumento Mirage Dagger, monumento que recuerda a los muertos en la guerra y especialmente a los pilotos, ya que justamente en ese lugar estaba el aeródromo desde donde salían los pilotos argentinos con sus aviones hacia Malvinas”.

Ya en el monumento realizaron un breve acto de reconocimiento hacia los combatientes y hacia los vecinos de San Julián. Nicolás Andrada, el coordinador de Generación Austral, dirigió unas emotivas palabras y entregó a las autoridades locales una placa de agradecimiento. 

“Volvimos con una emoción muy fuerte sentimos que es una ciudad que respira Malvinas. Uno llega y toma noción de que realmente estas personas vivieron la guerra a flor de piel. No entraron en combate pero les tocó estar al ‘pie del cañon’, fueron la cara humanitaria de la guerra”, agregó a AICA Nicolás, de 22 años que confiesa haberse emocionado mucho “con cada persona que hablamos y nos compartieron sus experiencias, a nosotros, que por distancia y por la edad no lo vivimos y era eso justamente lo que habíamos ido a buscar a San Julián”.

“Con esta travesía quisimos realizar un pequeño homenaje a aquellos que realmente lo entregaron todo: por los soldados que no volvieron, pero también los que sí lo hicieron; por esas madres y padres que supieron enseñarles a sus hijos el amor a la Patria y por los hermanos y amigos que con su fidelidad supieron perseverar en los momentos más difíciles”, compartió por su parte Catalina Campos. 

“Buscamos honrar a los habitantes de Puerto San Julián que con amor desinteresado sirvieron a nuestros soldados”, agregó la joven de 22 años y expresó: “Es nuestra responsabilidad como jóvenes no dejar morir esta herencia que recibimos ya que con ella podemos hacer Patria en el futuro pero sobretodo en el presente”. 

Finalmente el grupo de jóvenes participó de una misa, celebrada por el padre Giunta y culminaron la intensa jornada con un alegre fogón.

Celebrar misa donde por primera vez Jesús Eucaristía se hizo presente en nuestro territorio

“Siempre es bueno recordar que Jesús en la eucaristía está realmente vivo y presente”, dijo a AICA el padre Pedro de la Fraternidad Apostólica Sacerdotal Tomás de Aquino. 

“Pensar en la fragilidad de la eucaristía -agregó el sacerdote- en el marco de la geografía de Puerto San Julián me remitió directamente al pesebre de Belén. Así como Jesús elige nacer en la periferia del Imperio Romano, se hace presente por primera vez de modo eucarístico en la periferia del territorio argentino: la ciudad de Puerto San Julián”. Una ciudad providencialmente ‘elegida’ por Dios para llevar un mensaje a todo el pueblo argentino".

El padre Giunta dio detalles de cómo fue la génesis de la iniciativa “se dio repentinamente” confesó. “En junio los jóvenes se pusieron a soñarlo. Sin duda hubo un clima muy juvenil cargado de asombro, entusiasmo y alegría. Pero me llamó la atención la emoción y el respeto con el que se vivieron dos momentos particulares: la oración por la sanación y unidad nacional en Monte Cristo y el homenaje a los héroes de Malvinas, sus familias y la Ciudad de Puerto San Julián en el monumento Mirage Dagger.

Sobre las emociones vividas durante el fin de semana, el también joven sacerdote contó que no podría elegir un sólo momento: “Todo fue muy emotivo y un momento iluminaba a otro. La oración por la sanación histórica del país fue muy fuerte. Cantar la Marcha de Malvinas entre la llovizna y el gélido viento patagónico nos acercó un poco a las Islas, eso fue emocionante también”. 

La misión de la Iglesia en la Patagonia austral

El padre Pedro Giunta dedicó por último unas palabras especiales para destacar “un momento inesperado que me inspiró mucha gratitud. Cuando fuimos a celebrar la misa nos dirigimos al Instituto María Auxiliadora. Allí me encontré con las religiosas y un grupo de jóvenes que realizaban un encuentro de pastoral juvenil de toda Santa Cruz. Y pude contemplar la conmovedora entrega de la misión de la Iglesia en nuestra Patagonia. Evangelizar en medio de distancias inmensas y de un clima hostil. Por eso quiero expresar un agradecimiento especial a las Hermanas de María Auxiliadora, al padre Daniel Mosqueda y en ellos al obispo de Río Gallegos, monseñor Jorge García Cuerva, sobrino de un piloto de Malvinas, por la misión de la Iglesia en el sur argentino”.

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