El cura párroco de la Iglesia Cristo Redentor está misionando en la Antártida

El cura párroco de la Iglesia Cristo Redentor está misionando en la Antártida

El cura párroco de la Iglesia Cristo Redentor Pablo Castelnovo se encuentra formando parte de una dotación radicada en la Base Esperanza, en la Antártida Argentina, donde cumple la función de capellán.

En diálogo con LT 20 Radio Junín, el sacerdote contó que “vine por tres meses a la Base Esperanza, como capellán, ya que cumplo esa función en el Grupo de Artillería 10. Todos los años, la Capellanía Mayor dispone de un sacerdote para acompañar a la dotación que viene durante el verano, para hacer las reparaciones necesarias para hacer frente a la inclemencia del tiempo durante el resto del año, ya que en la invernada vienen alrededor de 60 familias, entre 8 y 10 familias”.

“Esta Base Esperanza es del Ejército, y tiene una escuela, la única que existe en el continente antártico”, detalló.

A la vez, sobre el espectáculo en el lugar contó que “contrariamente a lo que sucede en otra época, ahora no hay noche, siempre hay sol, lo que hace muy difícil poder dormir. Hay que irse programando con el reloj para acostarse, para ir atendiendo y regularse los hábitos con esta diferencia”.

El paisaje es increíble, como ver el rostro de Dios: los glaciares, los pingüinos que arman los nidos, con una temperatura agradable que está en alrededor de 2º. Pero no se siente el frío por ejemplo como lo sufrimos en Junín.

Acá llevamos puesto un overol grueso de protección y ropa térmica de protección, con lo cual se soporta muy bien el frío, que es similar a un día de otoño en Junín”.

 

El contingente. El Padre Castelnovo forma parte de un grupo de alrededor de 35 personas. “Está la gente que se quedará todo el año, un grupo adelantado que vino a ir acondicionando y adaptándose, porque hay que generar electricidad, cuidar mucho la basura y la comida que llega una vez al mes en barco, así que el racionamiento es muy importante”, subrayó.

Además, dijo que “hay que extremar el cuidado por incendios, ya que el combustible se utiliza para todo, con un aditamento especial para que no se congela. Cada cosa debe ser pensada meticulosamente”.

“Esta base tiene la particularidad de que pasan cruceros por acá. Pensaba qué lindo sería que nuestra gente pudiera pasar y conocer, pero los que pasan por el poder adquisitivo, son de extranjeros”, agregó.

El sacerdote resaltó que “acá no hay virus ni bacterias, así que a pesar del frío uno no se resfría. Es una experiencia única, también en lo religioso y espiritual, porque prácticamente no hay distracciones (salvo televisión o Internet), hay mucho tiempo para reflexionar. Yo celebro la misa todos los días y en mi integración con los grupos de trabajo, en la labor diaria surge lo espiritual”.

“Genera cierta incertidumbre venir acá, porque se camina hacia lo desconocido, pero hay personas preparadas para llegar con estudios médicos y psicológicos previos”, sostuvo.

A la vez, explicó que “para llegar a la Base, debimos viajar en el Hércules hasta la base Marambio, después tomamos un avión más chicos que aterriza en un glaciar. Una emergencia es muy difícil de solucionar acá, por eso hay que llegar muy bien preparado. Hay oficiales del Grupo de Artillería 10 estuvieron acá y me contaban que uno empieza a padecer el síndrome de la fiebre blanca: siempre se quiere volver. Hay que vivir esta experiencia para conocerla profundamente”.

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