Unos 50 jóvenes de la arquidiócesis se sumaron a la experiencia de semana misionera que realizaron los seminaristas de esa jurisdicción eclesial del 14 al 16 de diciembre.
Unos 50 jóvenes de la arquidiócesis de Corrientes se sumaron a la experiencia de semana misionera que realizaron los seminaristas de esa jurisdicción eclesial del 14 al 16 de diciembre en el Santuario San Cayetano.
Se vivieron días de intensa misión, donde los jóvenes visitaron a las familias de la comunidad parroquial, organizaron espacios de formación misionera, momentos de oración comunitaria, adoración eucarística y rosario misionero, que culminaron con una celebración eucarística.
Seminaristas, consagradas y un matrimonio compartieron sus experiencias vocacionales acompañados por los presbíteros Ariel Caballero, párroco y asesor diocesano de Pastoral Misionera; Oscar Luna, asesor de la pastoral de Juventud; el rector del seminario La Encarnación, Rubén Taibo y el obispo auxiliar, monseñor Adolfo Larregain.
Esta “misión joven” fue propicia para conocer las realidades de los jóvenes de los distintos decanatos y generar lazos fraternos a través de las dinámicas, juegos y momentos de compartir que se fueron gestando.
Los misioneros volvieron con un gran impulso a darse a los demás, reconociendo a Jesús en esta experiencia de conocer y acercarse al otro. Están convencidos de que esto que comenzó a gestarse tiene que convertirse en una misión permanente, buscan ser evangelizadores en el propio entorno y donde Dios los coloque… una misión continua en el entorno familiar, escolar y social.
“Se vuelve a casa con el corazón lleno de amor por Cristo y con muchas ganas de seguir haciendo lío del bueno”, expresó uno de los misioneros.
En la Eucaristía, el presbítero Rubén Taibo invitó a los jóvenes a estar abiertos al Espíritu Santo, que nos genera crisis, porque la crisis es puerta abierta al Evangelio de Jesús. “Es necesario cuestionar si lo que estamos haciendo es de Cristo, preguntar quién es Cristo, buscarlo, saliendo de nosotros mismos, corriendo a su encuentro y mientras lo hagamos vamos a tener muchas crisis, pero está bien tenerlas, son necesarias porque nos mueve a buscar a Cristo. En este camino de descubrir donde nos quiere Dios, la crisis es el camino que nos ayuda a encontrar las respuestas que provienen de Jesús".
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